Dos semanas después.
Reviso los monitores de vigilancia de la casa, Hércules e Ignacio me dan su reporte, todo en orden, todo ha estado bien, salvo que un loco intentó darle un beso a Olivia en la calle cuando filmaba uno de sus videos, se neutralizó la amenaza pero la chica no quería salir de su cuarto y subió un video a su canal quejándose de la inseguridad, decía que tenía miedo y todos estaban manifestándole mucho apoyo.
Ahora voy a enfrentar a Laura y don Aurelio por eso. Me esperan en el comedor, entro al lugar, don Aurelio me saluda sonriente pero Laura me mira con su típica frialdad, me siento frente a ellos.
—Ya examiné todos los reportes —explico.
—¿Y?—pregunta Laura.
—El guardia de seguridad asignado a Olivia cumplió todo el protocolo, salvo cuando dejó de hacerlo a petición de ella para grabar ese video con más libertad.
—Es decir que es culpa de ella, ¿Es lo que quieres decir?—me desafía Laura. Su padre la toma del brazo y le pide que se calme.
—No, no debió romper el protocolo ante la petición de Olivia, debió estar más atento, lo despedí pero Olivia se ha puesto a llorar pidiendo que no lo despida, ahora la decisión es de ustedes—informo.
Laura asiente satisfecha, sé que será ella quien tome la decisión final.
—Hiciste bien en despedirlo, que no se revoque tu decisión, Olivia que haga un video sobre el trauma que le causa perder a su escolta y lo suba a internet, así se le pasará—dice.
—No, me parece bien que Olivia reaccioné así, de algún modo admite que fue imprudente, el escolta probablemente aprendió la lección, esto no le pasará de nuevo, con un nuevo escolta, quizás pase. Yo abogo por dejar al chico—dice Don Aurelio con tu acostumbrado tono suave.
—¡No estoy de acuerdo! —espeta Laura.
—Lo sé hija. No quiero que tu hermana lloré más sintiéndose culpable por el despido de ese hombre. ¡Compláceme!
Ella tuerce los ojos, fija su mirada de hielo en mis ojos.
—Está bien, amonéstalo, que sea una advertencia, un descuido más y se larga—dice Laura.
—Entendido—respondo, me levanto para salir.
—James, en quince salimos a la casa del senador de Lima—dice Laura.
—Seguro—respondo.
Ya me he acostumbrado más a Laura, sigue con su típica frialdad, comentarios hirientes, jueguitos con los que se burla de mí por dejarme afuera, hacerme llegar tarde o ir al lugar equivocado, sigue siendo malvada pero ahora me afecta menos. Alexa me saluda de lejos y me sonríe con más libertad cuando está sola. Nunca más entró a mi oficina pero hablamos por mensaje de texto, un trato muy profesional pero a la vez informal.
Son cerca de la seis de la tarde y estaciono frente a una mansión de lujo en una zona residencial. Laura no ha visto más a el hombre con el que se ve en la discoteca, la he escuchado darle excusas varias por teléfono. Supongo que lo que quería era una cita con su padre, el senador.
—¿La espero acá en el auto? ¿Quiere que suba con usted?
—Espérame acá James, no sé cómo se verá que suba con mi escolta, no sé cómo lo tome el senador, prefiero qué crea que eres mi chofer, no quiero que piense que estamos en problemas o algo así.
—Entendido.
La veo bajarse del auto, lleva un vestido marrón de lino muy ajustado y una chaqueta de cuero muy elegante, tacones a juego y su cabello n***o suelto, su pálida piel se ve más pálida con ese color de ropa que lleva, sus labios los lleva pintados de una color tierra intenso, los ojos ligeramente maquillados, es una visión hermosa de mujer. Cada día espero a ver que ropa llevará puesta, no la he visto repetir piezas y es muy coqueta al arreglarse.
He aprendido a controlar a mi entrepierna que se alborota con su cercanía, con su voz sensual o movimiento sugerentes, nuestras miradas se cruzan de cuando en cuando en el espejo retrovisor y me conformo con saber que será el contacto más íntimo que tendré con ella. Me he ganado algo de su respeto manteniéndome siempre a raya, en la distancia, le dije que sería un profesional, y eso soy, ella parece valorarlo aunque no me lo dice.
—James Maxwell, chofer de la señora Laura Villamediana—me presento con el guardia de seguridad del senador, asiente y anota mis datos en una Tablet.
—Bienvenido, puede bajarse y esperar en el área del jardín externo.
Lo miro extrañado y confundido, cuando miro, me doy cuenta de que hay más de un patio exterior, este es bastante discreto.
—Gracias está bien, esperaré en el auto—digo.
Observo la casa, es enorme y bastante más lujosa que el resto de las casa de la urbanización, estimo que es más grande que la casa de los Villamediana y eso es ya bastante decir. Quedo atento al teléfono y a la puerta de salida. Laura entro sola y por alguna razón no me siento cómodo dejándola sola, desde hace una semana y media, la tensión entre los dos bajó bastante, me preocupaba en serio su seguridad, era una mujer cruel para los negocios, era obvio que tenía muchos enemigos, mucha gente la odiaba.
Pensaba que ella debía verse con el senador en el despacho de este no en su casa, eso no me gustó pero no le dije nada porque ella era muy ruda en sus respuestas, para evitarlas, callé, también es una mujer que sabe cuidarse sola, definitivamente. Así que solo esperaría a que saliera.