16 de marzo
Bostecé por milésima vez en el día. Estaba agotadísima. Me había quedado despierta hasta tarde adelantando el trabajo para que nada obstaculizara mi horario de salida, y además me había levantado a las cinco y media de la mañana para preparar el desayuno. Había cocinado panqueques de chocolate, un bizcochuelo de vainilla con una capa de dulce de leche, y magdalenas. Una barbaridad de comida, lo sabía a la perfección. Y hacer todo eso me había dejado cansadísima, pero la sonrisa de pura felicidad de mi bebé cuando vio todo eso sobre una bandeja fue mi recompensa.
—¿Cansada, señorita Bellafiore?
Me giré en el sillón para poder ver a mi jefe. Este tenía sus ojos azules clavados en mí con curiosidad, y tenía una sonrisa pequeña, tanto que casi parecía una mueca. Asentí con la c
