Ella no contestó. En cambio, se acercó al escritorio, recogió unos documentos y dijo con total naturalidad. —Tengo trabajo que hacer. Liam la miró mientras se alejaba. Sabía que lo estaba provocando, que esa serenidad suya era una armadura. Pero lo que más le molestaba era la certeza de que Nicholas seguía siendo una amenaza… y que Harper, con su fría indiferencia, estaba a punto de convertirse en su punto más vulnerable. Ese mismo día, Harper decidió no dormir en el apartamento que compartía con Liam. Le mandó un mensaje sencillo diciendo que iba a ir donde una amiga y luego de eso apagó el celular por completo. —¿Me puedes dar asilo? —Harper preguntó mientras sostenía una bolsa con magdalenas —prometo no dar lata. Fue de esta manera en que Harper se quedó en la habitación de invitad

