Engarzada

5

La junta progresa de manera normal pero mi padre tiene una cara que me dice mucho. Al finalizar mi amado primo entra por la puerta con una enorme sonrisa.

—Pueden retirarse—dice mi padre y todos se retiran.

Me levanto para irme, pero un gesto de su mano me detiene.

—Tú no hijo mío.

Me quedo para ver cómo Carlo toma asiento frente a mí.

—Los dos quieren tener el control de mi empresa—mi padre acomoda los papeles sin mover demasiado las manos—. Pero para conseguir lo que quieren—Carlo observa con atención a mi padre—necesitan casarse y sentar cabeza. Necesitan tener un matrimonio estable para poder conseguir las riendas de la empresa.

Ambos estamos bloqueados con la palabra matrimonio garvada en la cabeza.

Mi padre se levanta de la silla principal y nos sonríe a ambos.

—Qué tengan un buen fin de semana—conoce nuestras movidas y sabe a dónde iremos el fin de semana.

Carlo y yo somos primos y amigos pero en cuanto a la empresa somos enemigos a muerte, me sigue hasta mi oficina y no duda en servirse whisky del que tengo.

Se sienta frente a mí y ambos negamos.

—Mi tío está loco si cree que me voy a casar—gruñe tomando el alcohol.

—Vamos al bar en la noche—digo porque me quiero distraer.

—Va. Al fin algo bueno.

Niego, mi secretaria entra con actitud positiva que no me logra contagiar, es mi mejor amiga y agradezco que sea mi secretaria.

—Qué cara tienen—se burla de mí y de Carlo.

—Amanda... No sabes de una chica que necesite dinero—dice Carlo—y que este dispuesta a ser mi esposa por unos meses.

Maldito idiota.

—Nadie que se quiera juntar con el millonario más mujeriego de la ciudad—una carcajada abandona mi boca al escuchar esas palabras.

(-)

Llegamos al antro y una chica de cabello castaño claro llama mi atención, por la oscuraridad del lugar no veo el color de sus bellos ojos.

Está rodeada por dos chicas una rubia y la otra pelirroja, y lo sé porque ella están bajo una luz blanca.

Carlo sigue mi mirada que cae en la bella chica.

—Está guapa-arqueo una ceja—. Lástima que ya estás sobre ella.

—Sólo la estoy observando—contesto.

Amanda se pone a nuestro lado, mirando a dónde vemos nosotros. Estos dos son de mis grandes amigos, solo nos faltan... Aquí vienen.

-Hola pedazos de mierda-nos saluda Mario.

—Hola cara de culo—le responde Amanda. Es un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer.

Por eso solo sale con mujeres y no con hombres.

Los cinco vemos a la distancia a mi nueva atracción de esta noche, hay ocasiones en las que uno que otro se le acerca y los rechaza lo cual me produce una sonrisa enorme.

Su expresión es rara luego de un rato avanza hasta un chico que está entretenido con una chica y no duda en quitarle el trago que lleva en la mano y tirarselo en la cara. Se da la media vuelta y se va.

No dudó en levantarme y seguirla. Avanzó por unas cuantas calles detrás de ella y la veo en una banca a mitad de la noche, me siento junto a ella para escuchar de cerca sus lloriqueos.

—¡Sara!—el grito se escucha desde lejos, levanta la vista y más lágrimas aparecen en sus mejillas.

Ella solo cierra los ojos esperando algo que tal vez no le llegue.

—Per... —el chico si nota mi presencia a comparación de ella que no se dio cuánta.

—No quiero tus malditas disculpas—le grita ella entre ira y tristeza—. Se acabó Logan.

Se levanta de la banca y no duda en subirse a una camioneta roja. Qué ella misma maneja.

Creo que encontré a la persona adecuada para mi matrimonio.

—Lo siento Sara—dice el chico al ver como la camioneta desparece al final de la calle.

((Sara))

Lo mato.

Lloro toda la maldita noche, no quise creerle a mi hermana cuando me dijo que había visto a Logan en el bar con una chava que no era yo.

Fui a ver quién demonios era y cuando los vi besarse me dolió mucho ya sabía que me ponía el cuerno pero no que era capaz de hacerlo frente a mi hermana.

(-)

Abro la cafetería que me llevó más de seis años abrir pero que al final si se pudo hacer y listo.

Este es uno de los logros más importantes que he tenido y que es algo que yo hice sola.

Bajo mi mando están nueve personas que hacen que el café sea funcional.

Kenia es la encargada de hacer los ricos postres que se sirven aquí, tiene dieciocho años y ya es madre de una pequeña niña de cinco años... Fue abusada sexualmente por su vecino que actualmente está en prisión por eso.

Luis es el encargado de caja el que cobra y administra mi cafetería, tiene treinta y cuatro años, cuida de su madre que está enferma de una pierna, el pobre perdió a su esposa e hijo en un accidente de auto hace tres años.

María es una señora super dulce que se encarga de los desayunos... Tienen una hija en la universidad y se esfuerza mucho por lograr que su hija estudie y se prepare.

Verónica es una mujer extraordinaria que se encarga de acomodar el almacén y de los cambios físicos que se le apliquen al local, madre soltera de dos niñas, su marido las abandono por otra mujer.

Noa es un chico sensacional, es atento, y muy simpático tiene quince años y trabaja de mesero, él no tiene padres y vive en el orfanato de la ciudad.

Jane es una chica súper dulce es otra de mis meseras más eficientes, estudia diseño de modas y sus diseños son fascinantes y alucinantes.

Arturo es el encargado de atender mis máquinas de café y de realizar de manera eficiente la calidad en cada taza. Padre que mantienen una familia de cuatro personas.

Lorena es una mesera de buen cuerpo y de grandes cualidades físicas pero no está interesada en el otro género.

Y por último está Logan, mi mesero y compañero de maldades, entre ambos conseguimos levantar este lugar, es administrador de empresas y aquí realiza la labor de limpiar el lugar, es soltero de veintisiete años. Me gana por dos.

Paso los informes del mes a mi computadora cuando Federico entra a mi oficina.

—Buen día señorita Williams—se sienta frente a mí y saca una carta.

—¿Qué es esto?—leo el documento y no puedo creer lo que dice—¿Me van a quitar la cafetería?

—Ya sabe que pasa si se atrasa en sus pagos.

—Pero... Mis trabajadores...

—Es todo a lo que venía, tiene tres semanas para liquidar su deuda.

Sale de mi oficina y no dudó en levantarme e ir a hablar con él.