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1657 Palabras
Duermo como roca, pero en algo blando que no tengo la menor idea de que es... Abro los ojos despacio para encontrarme con una pared gris claro, abro más los ojos para después parpadear y que me vista se aclare. Estoy en una habitación pintada con gris claro y blanco, en la cama que me encuentro es enorme en todas sus proporciones además de estar súper cómoda, veo los pocos cuadros que están en las paredes y unos son de paisajes. Escucho un ladrido y al girar veo un Alaska de color n***o con blanco que endereza la cabeza con las orejas bien erguidas. -Hola bonito-digo al perro que empieza a menear la cola. ¿Dónde estoy? Hay una puerta en la habitación y no dudó en ir a ella, el perro me sigue y yo no lo corro de mi lado porque me gustan los perros, entro en el baño y el enorme espejo que está en él me muestra la ropa que traigo puesta. Es una camisa blanca que me llega hasta poco después de tapar mi zona íntima. La Levanto un poco y veo que solo es mi ropa interior y noto que mi sostén está en su lugar. Hago mis necesidades básicas y después lavo mi cara que es una mierda por el maldito rimel corrido. Quito el rimel con crema y rollo que hay aquí mismo en el baño. Salgo de nuevo y me siento en la cama el perro se sube a ella. Me recuesto en la cama y el animal lo hace conmigo poniendo su cabeza sobre mi vientre y no dudó en acariciar el suave pelaje, del animalito. Medito el día de ayer y las últimas palabras que recuerdo de Seth. "Vamos a casa mi preciosa Neftis" Y ya de ahí pum... Nada. Estás en su casa, pendeja. Gracias subconsciente. —Zeus, ¿Estás aquí?—pregunta una mujer por el pasillo—¡Zeus! ¡Ven bonito, es hora de comer! El animal levanta la cabeza pero la deja caer de nuevo en mi vientre. La mujer entra por la puerta. —Zeus, ¿Qué haces ahí arriba?—no me ha visto. —Perdón no sabía que no se podía subir—voy a salvar al primer ser vivo que me recibió. —No sabía que estaba despierta—me incorporo en la cama sin bajar al perro de donde está—. Zeus, abajo. —Aquí déjelo no me molesta—le digo para que no bajé a mi amigo peludo. —¿En serio no le molesta?—niego— Eso si es raro. —¿Por qué es raro?—tú y tu curiosidad. —Las mujeres que vienen con el joven no les agradan los animales y Zeus tiene que estar afuera—yo niego y paso ambas manos por la cabeza del lindo muchacho que está sobre mí —A mí me encantan los perros—la mujer sonríe con ternura—. ¿Dónde está Seth? —Se fue a trabajar señorita y me pidió que no la despertara pero Zeus lo hizo. —Ya estaba despierta cuando esté campeón llegó—un ladrido se escucha abajo y Zeus se pone de pie para bajar correindo. —¿Qué hora es?—mi madre tengo que pasar por ella al aeropuerto. —Medio día. —En la madre—me levanto de la cama-. Disculpa, ¿Sabes dónde está mi ropa? —Claro señorita—sale de la habitación para después traerme mi ropa seca y lavada. —Gracias. Me cambio rápido cuando ella se va, acomodo el pantalón de mezclilla que hay sobre mis piernas y luego acomodo la blusa, mis tenis están secos como mis calcetines... Espera un momento. ¿Quien me cambio anoche? Si fue Seth... Vio mis calcetines de Harry Potter, bueno no son en sí de Harry Potter pero son rayitos con escobas y una que otra lechuza. ¿Me preocupo por eso cuando me vio casi desnuda? ¡Madura Sara! Corro escaleras abajo. —Espere...—me giro y veo a la señora de hace un momento—el joven me pidió que le prestará uno de sus coches. La sigo y entramos en el garaje que está casi lleno de autos deportivos y otros de lujo, el vehículo que me llama la atención es el Lamborghini rojo cereza y por más que quiera conducirlo no puedo, todavía. Elijo un coche gris que no parece muy llamativo servirá para ir por mi madre y regresar. Manejo hasta el aeropuerto donde mi madre espera pues deja mil llamadas en mi celular. Estacionó y entro en el aeropuerto donde busco a mi madre con la vista pero no la veo. —È meglio che tu abbia la tua scusa, buona Sara—tras de mí. —Hola mami—me giro con una sonrisa enorme pero su expresión es la de siempre que hago algo mal—. Hola papi. —Hacernos esperar dos horas no es bueno Sara. —Scuse moi—bajo la vista y escucho el suspirar de ambos. —Ya vámonos que está por demás regañarte—sonrío y es entonces cuando les doy el abrazo. Caminamos a dónde está el auto y sus ojos se abren como platos al ver el auto que abre la cajuela con solo presionar un botón. —¿De dónde lo sacaste?—pregunta mi padre. —Un amigo me lo prestó—sube sus cosas a la cajuela. Recapacitó a mitad del camino que mi madre dijo que se vendría sola no con mi padre. No pregunto nada porque me matarían y me dirían lo de siempre "eso no es de tu interés" ya los escucho diciéndome eso. Llegó a su casa cuando mi madre abraza a sus hijos peludos y les da varios besitos que me parecen de más. Me regreso a casa de Seth para devolver el coche y agradecer el préstamo, estacionó en la entrada porque el vigilante pide ver mi identificación y solo la muestro y me deja pasar; dejó el coche en su lugar, entro en la casa y mi amigo peludo es el primero en recibirme. —Hola Zeus—me arrodilló y mi sorpresa aumenta cuando otro perro se pone al lado de Zeus. —Ella es Hera—dice la voz del dueño de la casa. —Te gusta la mitología—afirmo no pregunto. —Mmm... Sólo las más importantes—escucho sus pasos hasta llegar a mi lado. —Ya ví. —¿A dónde fuiste con tanta urgencia?—me levanto del suelo. —Mis padres regresaron de Italia y querían que fuera por ellos. Sus ojos caen en mis labios pero no duran más de tres segundos cuando regresan a estar en los míos. —Gracias por lo del coche pero ya me tengo que ir... Se acerca mucho a mí y mis hormonas se empiezan a calentar... En sus ojos hay un poco de lo que debe haber en los míos. —Sara... —su respiración está cortada como la mía. —Si me quedo terminaremos en la cama— digo sin pensar y dejando que mis hormonas hablen. —¿Que tendría de malo?—frota su nariz contra mi cuello y mi cuerpo se eriza. —Seth... Mmm—ahora sus labios. Este me va a matar. —Seth yo no soy de esas—desliza sus labios por mi cuello y lo peor es que le doy acceso. —Lo sé—su respiración causa estragos en mi cuerpo—. Pero te quiero en mi cama gimiendo para mí. Miró al techo... Desliza sus manos por mi costado para levantar mi blusa... —¿Seth?—maldice en mi cuello—. ¿Hijo, estás en casa?—me baja la blusa ya que casi la tenía en mis pechos. —¡Seth, sabemos que estás en la casa!—se separa de mí. —¡Ya voy papá!—en la madre. Sus padres. Abre la puerta y los deja entrar, su madre se sorprende al verme pues no esperaban verme aquí. —Seth, será mejor que me vaya a casa... Te veo luego. —Nos vemos mañana—se acerca y me da un beso en la mejilla—. No creas que se me va a olvidar tan fácil lo que íbamos a hacer hace un momento. —Mmm... Luego nos vemos. Me despido cordialmente de la familia de Seth y salgo de su casa, pido un taxi y le doy la dirección de mi departamento, voy con la sensación de Seth sobre mi cuello y con sus manos rozando la piel de mi cintura mientras sube mi blusa... Llegó a mi departamento y me tiro en la cama. —¿A dónde fuiste mi querida Perséfone? —¿Cómo entraste?—me levanto de la cama para verlo parado junto al umbral de la puerta. —¿Recuerdas quién compro el departamento?—trago saliva mientras él se acerca a la cama. Toma mis pies y los jala para acostarme. —¡Suéltame!—gritó pero es rápido y tapa mi boca con su mano. —No se te olvide cariño, que el que manda soy yo—gruñe junto a mi oído. —Mi padre le pago al tuyo el departamento—gimoteo bajo su mano. —Mi amor, ¿crees que no se eso?—solo me dice así cuando ya está molesto. Una lágrima cae por mi rostro. —Sin llorar mi amor—pone una de sus manos en mi pierna para deslizarla lentamente. —Por favor. —No, hoy no—besa mi frente—hoy no te voy a ser lo que eres... Recuérdalo. Se va por donde llegó y no me queda de otra tengo que cambiar la chapa de la puerta... Pero con él no se sabe.
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