Tiempo después
Unos pocos días habían pasado después de aquel encuentro, nadie había pronunciado nada en aquella casa, la llegada de Josué fue algo que celebrar. De alguna manera aquello lo puso contento, hace mucho que no iba por esos rumbos, de hecho cuando decidió darse un tiempo fuera de la capital cuando todo iba mal nunca más tuvo contacto con nadie, pues en aquellos tiempos surgieron problemas que no quiso seguir enfrentando.
Aquello podría sonar de cobardes y era cierto, hasta él lo pensaba, pues no había sido nada valiente, ni siquiera lo intento, solo cuando sintió demasiada culpa escribió una carta nombrando sus razones, pidiendo disculpas y por supuesto pidiendo que le entendieran. Eso fue unos meses después de todo el incidente, solamente recibió una carta de su madre dónde le decía que comprendía todo y que lo apoyaba en todo momento. Sin embargo, los demás no lo comprendieron tan bien, al contrario, terminaron culpándole de todo.
Pero todo eso había quedado en el pasado o así lo sentía él en estos momentos, todo marchaba muy bien tanto que comió contento en la mesa con los demás, aunque aún había un poco de incomodidad por las miradas llenas de recelo de quién decía ser su padre, aquel hombre con el que se había topado está mañana al querer tocar el timbre de la casa, el mismo del cual pensó era un ejemplo a seguir y su héroe desde pequeño, pero todo aquello únicamente habían sido fantasías de un niño ingenuo que amaba a su padre sin importar lo que dijeran, aún lo quería, pero no lo suficiente como para morir por él como de pequeño pensaba, había crecido y la dura realidad le dio a entender que no todo era como pensaba. A veces el tiempo podía ser bondadoso y otras simplemente ser él, dolorosamente extenso.
Sin embargo, todo aquello no fue tan malo, pues conoció a una linda anciana que aunque parecía amargada en realidad tenía un gran corazón, ambos estaban lastimados y por alguna razón pudieron entenderse, ella llegó a quererlo como un hijo, ese momento fue uno de los más felices y sorpresivos para él:
— ¿Piensas volver algún día? — pregunto la mujer mientras cortaba unas pequeñas flores de manzanilla.
— No lo sé, pero por ahora no creo que sea sensato. — hablo el joven de cabello oscuro mientras contemplaba a detalle una pequeña flor.
— ¿Tan malo supones que fue?.
— No lo creo, lo sé, por eso hui.
— ¿No hablaste con ellos?, Pudiste ser sincero y decirles que simplemente no pensabas hacer lo que ellos querían para tu futuro. — pregunto con frustración.
— Lo intenté, en serio lo hice, pero no escucharon como siempre.
Ambos se quedaron en silencio y en sus lugares mirando a la nada, el aire del campo soplo en su dirección, Josué inhalo el aire fresco llenado sé de valentía, dejando fluir las palabras y su frustración en lo que salía de su boca.
— Fui el primero de mi familia en desobedecer a mis padres, ni siquiera mi hermana Lois lo hizo, aun cuando su carrera como maestra fue arruinada cuando mis padres le dijeron que tenía que casarse con un importante mercader, que aquello le vendría bien a la familia, pues estábamos pasando por un mal momento económico, ella aceptó sin importar nada, incluso cuando su libertad fue vendida por unos cuantos pesos, por salvar a su familia y yo no pude ni siquiera obedecer una tonta orden de estudiar lo que ellos querían.
— Hable sobre libertad cuando mi hermana dejo la suya por intentar mantener la nuestra. — lágrimas empezaron a salir de sus ojos y no pudo más, lloro todo lo que había retenido aquellas semanas que fueron tan oscuras para él y entonces sintió unos cálidos brazos con olor a hierbas.
— Tranquilo, estoy aquí, todo pasará, yo te protegeré.
Una pequeña lágrima se resbaló por su mejilla al recordar aquel momento, sin duda extrañaría a esa mujer pues se había vuelto alguien realmente importante.
Un olor familiar a flores se desprendió de una pequeña bolsa morada de seda. Esta contenía algunas hierbas que le había dado su abuela por si las llegase a necesitar en algún momento. Con ese recuerdo no pudo evitar sonreír mientras la contemplaba de cerca y sacaba una pequeña flor blanca, una de sus favoritas.
— ¿Puedo pasar?. — se escuchó atrás de él, por lo que volteó rápido.
— Por supuesto, estás literalmente en tu casa. — dijo mientras soltaba una corta risa que aligeró el ambiente.
— ¿Podemos hablar?. — hablo su madre mientras lo miraba inquieta.
— Claro, ven siéntate. — extendió su mano ayudándola a sentarse.
— Tu hermana llegará hoy en la tarde.
— ¿Lois viene?, Después de tanto tiempo, quiero verla…
— Lo siento Josué pero ella no quiere verte, aún sigue enojada por lo que sucedió hace un año. — interrumpió su madre antes de que dijera algo más.
Ambos quedaron en un silencio incómodo, Josué estaba avergonzado y a la vez dolido, pero debía respetar la decisión de su hermana. Después de todo ella había sacrificado tanto por la familia y el no pudo lograr nada a comparación que ella.
— Será mejor que salga entonces, así no incomodare a nadie.
Sugirió, pero antes de que su madre dijera algo una pequeña niña de ojos cafés intensos con una linda cabellera negra corrió al encuentro de la mujer que se encontraba a un lado de el.
— ¡Abuela! — gritó con entusiasmo mientras la mujer la cargaba en sus brazos.
— ¡Mamá!, ¡Ya estamos aquí!, No te imaginas lo que sucedió ayer.
Todo transcurrió en cámara lenta, mientras una mujer de figura pequeña, bien vestida se quedaba congelada en el marco de la habitación, mientras un perplejo Josué y su madre se quedaron callados, de nuevo se hizo un gran silencio, pero este fue opacado cuando la pequeña con curiosidad pregunto.
—¿Quién es él abuela?, ¿Mami quien es él?. — Pregunto directamente y al no conseguir una respuesta clara se güiro al hombre desconocido para ella. — ¿Quién eres?.