Posibilidad de un reencuentro

1373 Palabras
—Hola amor mío —saludo a Alessia apenas escucho que contesta la llamada. —Papi —aunque pasen los días siempre me saluda con la misma emoción. Puedo pasar el día agobiado por el trabajo, e incluso, hasta amargado por mi situación personal que, aunque la he procurado ignorar, no me da tregua; pero basta con que hable con Alessia para olvidar todo lo que me altera al punto de querer estallar. Cada vez que hablo con ella me relajo y olvido tantos problemas y obligaciones que me agobian en el día. Desde hace tres años espero cierta hora de la noche para llamarla evitando coincidir e interrumpir sus horas de estudio o su descanso. Escuchar la dulzura de su voz me tranquiliza, por momentos caigo en un estado emotivo contagiante ante sus ocurrencias, lo que hace que últimamente desee estar siempre con ella. Los días que la he tenido en casa han sido los mejores, su risa es contagiante, es como bañarse de alegría constante. Envidio la suerte que ha tenido Camelia de tenerla todos estos años a su lado. Los días que son como el de hoy, donde después de la conversación que tuve con Manuel, volvieron a removerse sentimientos que a fuerza permanecen adormecidos dentro de mí, llegar a casa y encontrarme con tanto silencio, tanta soledad, me lleva a un estado casi depresivo, y como siempre ando con un portafolios donde llevo y traigo trabajo, hago a un lado la avalancha de emociones que amenazan con arrastrarme como lo hacen las olas del mar con todo lo que consiguen a su paso, vuelvo a sumergirme en el trabajo. En esta oportunidad, hablar de inmediato con Alessia parece ser ese analgésico que necesitaba. —Papi, papi —escucho que me llama varias veces—, ¿estás ahí? —Sí amor, aquí estoy, disculpa, me distraje —le digo sacudiendo la cabeza para despejar la mente. —¿Qué tienes? —me pregunta en tono de preocupación. —Nada importante pequeña, como siempre, he tenido mucho trabajo —le digo excusándome por mi distracción. —¿Solo has hecho eso estos días? ¿trabajar y trabajar? —más que una pregunta es una queja. Como toda mujer, recordándome a Bianca, también ha venido mostrando sus intenciones de dominación, las veces que me ha llamado y no le contesto al momento por estar en alguna junta o terminando algún informe protesta abiertamente sin detenerse en consideraciones. No me molesto porque a fin de cuenta solo es una forma de demostrarme que me quiere. Celebro que la vida, al quitarme a Bianca, en el momento justo me dio la oportunidad de encontrarla, independientemente de las circunstancias que envuelven su llegada a este mundo y a mi vida, no me arrepiento de haber hecho todo lo que hice para que ella fuera una realidad. «¡Y qué realidad tan grande!» pienso y suspiro mientras la escucho protestar. —Hey, pequeña —llamo su atención para que logre calmarse—, déjame decirte algo que seguro te agradará. —Dime papi —me pide volviendo a adoptar ese dulce en su voz que tanto me encanta. —Figlia, amore mio, voy a celebrar una recepción en la casa de la playa en islas de San Pietro en honor a tus doce años de nacimiento —le digo. Guardo silencio esperando escuchar su reacción y rogando porque las palabras de Manuel no sean realidad. —Está bien papi —escucho a Alessia responderme animada. —Una pregunta amor, ¿tu mamá no tiene algo preparado para celebrar tu cumpleaños? —le pregunto curioso. —Siempre me hace algo, papi —afirma—, supongo que este año será igual. ¿Qué día será la recepción? —usando la inteligencia que le caracteriza sacó a relucir la fecha, elemento importante para decidir en cuál fecha la haré en mi casa. —No sé pequeña, como es tu celebración, escoge tú el día —le propongo. Siendo prudente, lo mejor es dejar esta decisión en sus manos y así no ocasionar conflictos. Lo que menos quiero es tener tropiezos que terminen alterando la fingida tranquilidad que he llevado estos tres años. Guardó silencio mientras pensaba o creo revisaba una fecha, luego titubeante me dio una fecha tentativa, hasta que la escuché hablar y no precisamente conmigo. —Mami —escucho que llama a Camelia—, ¿me harás algo el mismo día de mi cumple o el fin de semana? De pronto la llamada cayó en un silencio profundo, como si hubiera tapado el móvil impidiendo oír la voz de Camelia al responderle. Solo pasados varios minutos fue que volvió. —Papi no hay problema, para la fecha que te dije, mi mami no tiene problema con eso —afirma Alessia mostrando más emoción que al principio. —¿Supongo que tú mamá vendrá contigo? —le inquiero de pronto, yendo en contra de lo que me había propuesto. Lo que menos quería era dar visos de estar interesado en tener su presencia ante mí, mírame ahora preguntándole a Alessia si ella estará o no—, supongo que sí irá es lo que se espera, es tú madre, ella debe estar en la recepción —sin poder frenar la carretilla de palabras que se desarrollaron en mi mente tal cual las expresé. —¿Papi? —Alessia llama mi atención, guardo silencio—, no sé, después le preguntaré. Mañana te digo. Sabes cómo es ella. Siempre tiene algo importante que hacer. —Está bien amor, comprendo —le digo volviendo nuevamente a la compostura, al Alejandro centrado que acostumbro a ser—. Ahora, me gustaría que me dieras detalles de cómo te gustaría que sea tu festejo. ¿Invitaras a alguna amiga en especial? Espero que sí porque en Italia no tienes amigos. —Papá —Solo me llama así cuando algo no es de su agrado—, tampoco aquí tengo amigos —me dice en tono de voz serio. —A ver ¿por qué una niña de tu edad no tendría amigos? —le inquiero con curiosidad. Guardó silencio por breves segundos. —Tengo solo los del school —frena las palabras—, perdón de la escuela. —Ah entiendo, y supongo que los padres son como tu mamá, los cuidan mucho —le digo en tranquilidad. —Así es papi —afirma. Hablamos por espacio de una hora, mientras ella definía lo que quería para el día de la celebración. Totalmente animada habló sin parar, me dio detalles de colores de la decoración, habló de una mesa de dulces, tal cual me lo había sugerido Sylvana, hizo énfasis en el tipo de música que amenizara el ambiente. La verdad si antes la había visto feliz, nada se compara con la emoción que manifestó de escuchar mis intenciones de festejar su cumpleaños. Salvo el hecho de que ahora me encuentro en la incertidumbre de saber si Camelia irá o no a la recepción, me siento complacido de haberle dado un motivo de alegría a mi pequeña. Han pasado tres años desde la última vez que vi a Camelia, aunque no espero que me haya perdonado, guardo la esperanza de que con esta iniciativa de hacer aún más a Alessia parte de mi vida, acceda a compartir conmigo, que nos permita ver si podemos llevarnos bien pese a las heridas, que se permita si quiera entre conocidos, un rato de distracción familiar, por el lazo que nos une: Alessia. De solo imaginar la posibilidad de volver a verla después de tanto tiempo, me sentí incómodo, como nunca antes. ¿Quién lo iba a imaginar? verme en este plan de nerviosismo adelantado ante algo cuya certeza no tengo si sucederá. Claro, cómo no he de sentirme así, si yo mismo fue el que propició el odio que Camelia siente por mí. Jamás me detuve a considerar que pudiera pensar una mujer por mi forma de actuar. Ahora más que nada en el mundo me preocupa que ha de estar pensando Camelia de mí. Aunque ni yo mismo lo crea, lo que ella pudiera pensar ahora, precisamente ahora de mí, me es indispensable, solo que no creo obtener respuesta inmediata.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR