Capítulo 5.

1200 Palabras
 Luego de encontrar una farmacia y comprar lo que necesitaba, decidí tomar el camino más largo para llegar a mi casa: por el parque. Hacía un día precioso, y parecía como si todo el mundo hubiese decidido salir a disfrutar de un hermoso aire fresco.    Mientras caminaba, decidí que grabaría un blog, pero para eso necesitaba llegar a mi casa y buscar la cámara. Ni el celular había llevado conmigo como para improvisar algo.   Me reprendí mentalmente por eso y continué perdiéndome en mis pensamientos.  Cuando llegué a mi casa, decidí tomarme un buen trago de agua (junto a la pastilla que había comprado), y luego de servirle comida a mi gato, me dispuse a buscar la cámara y mi celular, el cual tenía varios mensajes y un par de llamadas perdidas de mi padre.  Decidí llamarlo como primera cosa. *Papá* -¡Laila! Al fin te encuentro, ¿dónde estabas? Estaba preocupado.  Solté una risa. -Holiss, solo había salido a tomar un poco de aire y me olvidé el teléfono cargando.-respondí y fui hacia el sillón a sentarme. -Está el día hermoso para eso.-escuche que decía- ¿y cómo has estado cariño? -Perfectamente bien, ¿y tú? -Maravilloso…   Y algo en su voz hizo que me diera cuenta hacia donde iba la conversación. -¿Qué necesitas?  Mi pregunta pareció sorprenderlo ya que escuché como se ahogaba del otro lado del teléfono. -¿Cómo sabes que necesito algo?  Reí y negué con mi cabeza. -¿Cómo no saberlo?-dije rodando mis ojos. -Bien, bien, me descubriste… ¿puedes cuidar a tu hermana? -Claro que si… ¿a Emma? -Exactamente. -Uff-dije bromeando-, ¿cuánto me pagaras? Es un trabajo duro.  Escuché su risa que hizo que la sonrisa se mantuviera en mi cara. -Gracias cariño, en una hora estaremos allí.  Luego de cortar, me di cuenta que mis planes habían cambiado por completo. Claramente no tenía tiempo de salir y grabar un blog, así que decidí hacer un video rápido de mí jugando a algo, mientras esperaba a que mi hermana llegara.   Emma no era tan diferente a mí, lo único desigual eran su pelo y sus ojos, ah, y su altura, era bastante alta, cosa que yo claramente no era. Pero a pesar de lo físico, teníamos ideas y hobbies bastante similares, como ver series coreanas, ver anime o jugar hasta altas horas de la madrugada.  Mi padre debe haber sido la persona más puntual del mundo, porque llegó con Emma a mi puerta justo a la hora. -Buenaass.-dije al abrir la puerta. -¡Hermana!-Emma se lanzó a mis brazos haciendo que casi cayera.  Las dos reímos. -Hola cariño, no sé a qué hora… -No te preocupes, puede quedarse cuanto quiera.  Mi padre sonrió. -Bueno, entonces las dejo. -Te queremos.-dijimos al unísono con Emma y cerramos la puerta.  Mientras yo me aseguraba de que la puerta hubiera cerrado bien, Emma caminó hacia el sofá, donde por cierto estaba un Vicent muy tranquilo. -Hola bonito hermoso.-dijo mi hermana comenzando a torturar al pobre animal.  Mi gato solo la miró y continuó lamiendo su pata; pero no contaba con la intensidad que manejaba la chica a su lado.  Caricias, besos, todas muestras de amor fueron dadas en menos de un minuto de parte de Emma hacia Vicent. -¿Qué quieres hacer?-pregunte tratando de que la atención dejara a mi mascota un rato. -Em… ¿tienes el uno?-preguntó mirando a su alrededor. -¿El uno? -Sí, el juego de cartas… uno.-respondió con obviedad.  Rodé los ojos. -Claro que tengo el uno. -¿Quieres perder?  Su pregunta me hizo reír sarcásticamente. Una de las características de la familia, era ser totalmente competitivos.  -¿Perder? Disculpa, pero me parece que la única que puede llegar a perder aquí soy yo.  Emma me lanzó una mirada que claramente me estaba retando. Con rapidez busque las cartas y nos pusimos a jugar. Cuando nos dimos cuenta ya habían pasado un par de horas desde la primera partida. -Gane.-escuche que decía. -¿Ganaste?-repetí en pregunta y reí con ironía- Disculpa cariño, pero la única ganadora aquí soy yo. -Mentira. -Bueno, no me creas pero el papel claramente dice quién ganó, y esa no eres tu.   Antes de que Emma pudiera refutar, sonó mi celular haciéndome entender que alguien llamaba. *Victoria* -¿Hola? -¡Amiga!-el grito de Vicky me aturdió, haciendo que alejara un poco el celular de mi oreja.  Mirando a Emma que había decidido volver a molestar a Vicent, me pare y camine alejándome de ella. -¿Qué pasa? -¿Quieres venir a casa? Estamos con las chicas y bueno, los chicos de los otros días, ya sabes, Rubius, Mangel…-alguien le dijo algo y ella se interrumpió para contestarle- Lo siento Lai, ¿sigues ahí?  Parecía que tenía un ambiente muy alterado detrás de ella. -Sí, sigo aquí… estoy con Emma, ¿puede ir también? -Sí, claro, vengan, las esperamos, hay alcohol… o no, ¡Sam, bájate de la mesa!  Con tanto griterío decidí cortarle sin decir más nada. -Nuevos planes.-anuncié mirando a mi hermana.  Emma me miró muy atenta. -¿Tenemos que salir? -Lamentablemente sí… pero te voy a sorprender. -Si tu lo dices.-murmuró no muy convencida.  -Yo sé que sí.  El viaje en el auto fue muy musical, pero muy rápido. Que loco lo rápido que se pasa el tiempo cuando se la pasa bien, o hace algo que le gusta.   Estacione el auto y bajamos, ya era casi de noche, aunque todavía quedaba un poco de luz en la calle; se me había pasado el día con velocidad.  Desde la puerta se escuchaban gritos, que seguramente eran de Sam; Emma me miró con asombro, pero no le di mucha importancia, ella ya conocía a mis amigas. Toqué el timbre y esperé. -¿Quién es?-se escuchó a la que parecía ser Silvia. -Yo.-le grité.  Escuché como se movían unas llaves y luego la puerta se abrió revelando a mi amiga. -¡Chicas! ¡Llegaron!-con los brazos abiertos, mi amiga abrazo a mi hermana y luego a mi- Por Dios, que grande y hermosa estas Em.-Silvia le sonrió.  Emma se sonrojó y le devolvió la sonrisa. -Bueno, pasen, no se asusten por Sam, creo que tomo unos tragos de más.-dijo haciendo que una risa brotara de mi.  Dejando que mi amiga cerrara la puerta detrás nuestra, me gire hacia Emma. -Te voy a advertir una cosa… por nada en el mundo grites y entres en una crisis nerviosa.-anuncie ganándome una mirada extraña por parte de mi hermana. -¿Por qué gritaría o tendría una crisis nerv..? -Exactamente por eso.-murmuré.  Frente a nosotras teníamos a los cuatro chicos que había conocido los otros días gracias a una de mis amigas. Justamente eran los famosos youtubers que mi hermana veía por horas enteras haciendo que ella se trasnochara. -No.lo.puedo.creer.-su voz salió en un susurro, mientras que sus manos subían para tapar su boca, la cual estaba abierta de par en par- Dime que esto no es un sueño.  Su comentario hizo que rodara los ojos. -Claro que no lo es.
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