Acomodo mi vestido sin dar crédito a lo que mis ojos están viendo.
— Vamos, date prisa— dice en tono distante. Actuando como si no hubiese pasado absolutamente nada entre nosotros.
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¿Cuándo dejaré de ser tan boba? ¿Cómo pude caer ante su provocación?
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Una explosión de sentimientos encontrados se adueñan de mi mente, mientras hago mi mejor esfuerzo por mantener neutral mis expresiones. Odiaría darle el gusto de ver mi descontento.
Y lo peor.... lo peor es que me fascinó tenerlo cerca, sentirlo. Tanto, que hasta se me olvidó el motivo por el que terminamos en esta situación.
Resopla por lo bajo y toma impaciente de mi mano para obligarme a entrar, haciendo que el ligero contacto despierte el deseo nuevamente en mí.
Entrecierro los ojos y frunzo los labios, su jugada de esta noche es algo que me iba a cobrar y con creces, oh sí.
Una vez cerca de la pista visualizamos a Marco y a Nirvana en la barra hablando con el barman, quien articula y señala justo en nuestra dirección.
Acelero el paso de manera brusca y torpe, imaginando el creciente fastidio de Marco y la escenita que montaría. Si hay una regla que siempre debo cumplir es no alejarme de su presencia. Aunque siendo juntos, él había sido el primero en quebrantar la regla dejándome sin ninguna explicación.
— ¿Dónde estaban?— toma mi brazo y lo aprieta de manera excesiva haciéndome doler.
Marco podía ser un terrible patán, sin embargo jamás había ejercido violencia física hacia mí.
— La estás lastimando— interviene Jhan obligándolo a soltarme.
Su hermano lo empuja con la mirada llena de cólera — No te metas. Mejor aléjate antes de que pierda la paciencia.
— ¿Crees que soy uno más de tus empleados, a quien puedes decirle lo que tiene que hacer?
Nirvana se interpone entre los dos apaciguando las aguas — Vamos a calmarnos todos. Seguro tienen una buena explicación.
Escuchar su voz me hace sentir avergonzada; por mucho que me doliera su presencia en la vida de Jhan, eso no la convertía en la culpable de nuestros problemas, de nuestra historia. Y no debía bajo ningún concepto, correr con la consecuencia de nuestros errores.
Bajo la mirada.
—¡¡Habla!!— grita Marco haciendo de nosotros el centro de atención de quienes están en la barra.
Fuera de todo pronóstico, es Jhan quien le pide el paso a su novia para pararse frente a su hermano cara a cara.
— Si no hubieras estado tan ocupado, sabrías que a tu esposa la acosó un demente.
—¿Nissa?— pregunta Marco saltando por alto a Jhan.
Sus ojos se posan en mis manos cerradas en forma de puño, lo que lo hace entender a la perfección de qué va todo esto.
— Lo siento— anuncia en dirección a Niva — Me temo que tendremos que retirarnos. Ustedes deberían quedarse, la noche es joven.
Sin dar tiempo a ninguna respuesta comienza a caminar hacia la salida, teniendo por seguro que voy deprisa tras de él.
Jhan se queda en el mismo punto echando fuego en cada respiración, ni siquiera el abrazo de su novia hace que quite su vista de mí.
Recién cuando los guardaespaldas abren las puertas del auto caigo en cuenta de que olvidé mi abrigo, no obstante ese es el menor de todos mis problemas.
Una vez en marcha, Marco rompe el silencio ya con un tono más calmado — ¿Qué fue lo que sucedió?
— Todo... todo es tu maldita culpa— titilo intentando frenar el frío que se cuela por mis huesos.
—Enciende la calefacción— le ordena secamente a Román, entre tanto me rodea con sus brazos dándome calor— Sigues viva gracias a mí— me recuerda susurrando en mi oído.
Lucho por zafarme pero mantiene con firmeza su agarre — Quédate hasta que dejes de temblar— intenta persuadirme.
— Dijo que su jefe no recibe órdenes de un idiota como tú. Y que ahora deberías pagar el doble si no querías que..
— ¿Te hizo daño?— mi silencio lo impacienta— Juro que lo haré pagar Nissa, lo juro— sus ojos verdes se vuelven oscuros.
Tengo la curiosidad atravesada en la garganta, pero sería en vano preguntarle qué había hecho para provocar su enojo. Solamente conseguiría que regresara su reciente mal humor.
Por suerte resto del viaje ocurre en un grato silencio; hay demasiadas cosas dando vuelta por mi cabeza y no quiero preocuparme por nada más que respirar.
Una vez en la mansión recuerdo con pesar que debo dormir en su habitación e instantáneamente se me revuelven las tripas.
Después de un día como el de hoy, lo mínimo que merezco es tener algo de privacidad, sin embargo eso es algo que Marco jamás me concedería.
La presencia de su hermano remueve viejos rencores, haciéndolo estar más irritable que de costumbre. Cosa que afecta directamente nuestra convivencia.
— Vamos— indica inclinando la cabeza en dirección al primer piso.
> me asalta el recuerdo de Jhan tomando mi mano para entrar a la discoteca; su tacto suave, la rudeza con la que me acarició.
Cuando regreso del breve trance observo a Marco unos escalones arriba escudriñándome.
—¿Todo está bien?.
Debe suponer que mi estado se debe al encuentro de esta noche; si no fuese por Jhan, la historia sería muy diferente..
Sin responderle me pongo en marcha y sigo subiendo hasta alcanzarlo.
La fragancia que colocaron en la habitación de Marco es dulce y huele deliciosa. Puedo imaginar la enorme sonrisa de Karla preparando todo para los dos. Fantaseando con que al fin limemos nuestras asperezas y disfrutemos de nuestro matrimonio en paz.
Si supiese la verdad... levantaría con demasiado asombro esas cejas pobladas suyas.
Río para mis adentros recordando la graciosa expresión que tanto amo de ella.
Marco toma un pantalón azul del closet y se encierra en el baño; yo por mi parte me pongo el suave y cómodo pijama de ositos, convenciéndome de que hoy, puedo hacer una excepción y no retirarme el maquillaje del rostro.
No quiero, no tengo fuerzas. Solo deseo dormir y que mañana por harte de magia todos los conflictos de mi vida se hayan resuelto.
La puerta se abre y me yergo cual soldado junto a la cama, evitando observar en detalle su torso desnudo.
—Acuéstate— ordena mientras acomoda una almohada en el lujoso sillón de 4 cuerpos, para dormir..
Se cruza por mi mente la idea de que sea yo quien duerma en el sillón, pero el solo hecho de generar otra discusión termina por disuadirme.
— ¿Te duele?— señala el brazo donde hizo presión en su momento de enojo.
—No— le respondo por orgullo, o porque había cosas que me dolían más que un insignificante moretón.