CAPÍTULO 14

1100 Palabras
Abro los ojos mientras estiro los brazos para desperezarme; los rayos de sol se cuelan por la ventana iluminando la habitación, haciéndola lucir mágica. Marco se encuentra de espaldas a la cama con el short deportivo y la sudadera empapada. Visto desde este ángulo encuentro muchas similitudes con Jhan: la espalda ancha, la cintura angosta. Aunque Marco es muy aplicado con el ejercicio y eso denotan los músculos en sus brazos, los marcados abdominales.. — Despertaste— se quita la sudadera haciéndome girar el rostro— ¡¡Vamos!! como si no me hubieses visto antes. — Me incomoda y lo sabes— Me levanto en dirección al baño ante de que él ingrese a ducharse. Su sonrisita se torna burlona y desafiante— Hoy irás a ver a tu padre. Quedo suspendida en la puerta — Todavía no es el día de visita ¿A qué se deben los cambios? — Creo que te hará bien— se limita a decir. Aunque tengo por seguro que debe haber un motivo oculto en su repentina decisión. Si hay algo que caracteriza al gran Señor es su rasgo obsesivo y metódico en las cosas. Todo debe seguir un orden: el suyo. El contacto con el agua fría del grifo me trae de nuevo a la vida; mi piel recibe la sensación como una agradable caricia. Las dudas en mi interior comienzan a salir a flote ¿Me sentiré mejor viendo a mi familia o volveré con una enorme tristeza como la última vez? Sea lo que sea no tengo elección, soy como una marioneta a la que manejan a su antojo. Restriego mis ojos para disipar la angustia que me genera toda esta situación, es muy temprano para mis pensamientos negativos. —Apúrate ¿Quieres?— tres golpes en la puerta. Su falta de paciencia hace que me ponga de buen humor; tal vez si lo fastidio lo suficiente me devuelva mi habitación. La puerta se abre y tomo conciencia de que no puse el cerrojo — ¿Qué crees que haces?— abro los ojos de par en par. — No todos tenemos tu tiempo. Te advertí que te dieras prisa. Detengo mis reclamos cuando enciende la ducha y se quita el short. — Estás loco, ¡¡Loco!! — La loca eres tú — oigo que grita a mis espaldas mientras salgo apresurada— las mujeres matan por tenerme. Estás loca o eres estúpida, todavía no lo decido. > Desde el día en que se cobraron la deuda de mi padre con mi cuerpo, no puedo pensar en el sexo con normalidad. Solo Jhan pudo permitirme ser una mujer completa en ese aspecto. Y no, no es que lo hubiese elegido, solo pasó. Las primeras veces que sentí sus manos en mi cuerpo, creí que no lo podría resistir, que los recuerdos me atormentarían tanto que tendría que decirle toda la verdad. Como me había pasado con Marco al inicio de nuestra relación. Sin embargo el amor y el deseo hacia él superaron de a poco mis traumas.... todos, menos el de sentirme indigna. Usada, sucia. Cojo un palazzo de vestir gris oscuro y una blusa blanca; con mis padres la informalidad está prohibida. Ya no soy una niña, sin embargo todavía hay cosas que debo aceptar si quiero verlos, compartir tiempo con ellos. Mi madre se encargó de continuar con las estrictas tradiciones familiares y mi padre en su estado, tampoco se lo ha impedido. Escojo sin mirar una de las carteras pequeñas y costosas que Mizzi había comprado para mí; mientras más ostente, más feliz estará mi madre. Joyas, unos zapatos altos e incómodos... poco a poco voy armando el disfraz. Practico en mi mente las palabras adecuadas que decir, la sonrisita de plástico que tanto anhelan ver. Estoy rota... y en esta sociedad hipócrita todo lo que no es perfecto no sirve. ¿Pero qué es la perfección? pregunto... y nunca obtengo una respuesta que me satisfaga. Yo también soy una rana que no encaja en este mundo... si pudiese vivir en el lago, cerca de la glorieta... Una clase de cielo inalcanzable, que la realidad terminaría por consumir como al resto de mis sueños. Llaman a la puerta y me dirijo a recibir mi jugo de naranja. Ese que siempre me trae Karla cuando voy a visitar a mis padres; un mimo para tomar fuerzas y salir a enfrentar la vida. No obstante no es Karla la que se encuentra en el umbral de la puerta, sino Jhan. Su cabello echado hacia atrás, la sudadera blanca y el pantalón de algodón, lo hacen una irresistible tentación. Trago para aguantar la necesidad de abrazarlo. — Ayer olvidaste esto— saca detrás de su espalda mi abrigo de peluche. — Gracias —¿Se encuentra mi hermano? — Se está bañando— no termino de pronunciar la última palabra cuando lleva el dedo índice a su boca en señal de silencio. Desabotona la manga de mi blusa y la remanga escudriñando con detenimiento mi brazo. No comprendo lo que hace hasta que desliza la yema de sus dedos sobre el reciente moretón. > Vuelve la blusa a su lugar y noto como el veneno se le instala en el alma. Yo podía pasar por alto los exabruptos de Marcos, pero Jhan no se los perdonaría. — A las diez en punto. Yo te llevaré. No sé cómo había hecho para enterarse de mi salida, Marco es muy discreto con lo que a mí respecta, especialmente por mi seguridad. — No puedo. — Diez en punto— repite. Es una orden que quisiera cumplir, ¿Pero a qué costo? Su rostro serio, las facciones tristes y cansadas. > En un abrir y cerrar de ojos Marco sale del baño con el toallón atado a la cintura, las gotas todavía resbalando en su cuerpo. — ¿Nissa?— reclama mirando a la puerta con el ceño fruncido, las manos acomodándose el cabello. — Es Jhan— respondo haciéndome a un lado, abriendo más el campo visual— vino a traer mi abrigo. — Y a buscarte— agrega en un tono seco y distante. — Deja que me cambie— sostiene la mano en el toallón haciendo que éste se deslice un poco por el peso , dejando al descubierto los abdominales piramidales en la zona baja del vientre. Jhan asiente y antes de retirarse me quema con la mirada. No, no... Jhan no es el mismo. Tiene novia. él me odia. ¿Entonces porque con un simple gesto pone mi mundo a sus pies?
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