Emir separó su boca de ella por unos segundos y con un movimiento brusco, y la empujó contra la pared del vestíbulo. Su cuerpo alto y atlético se presionó contra el de ella con una urgencia casi violenta.
―Mmmm, amor estás muy caliente hoy―dijo ella mirando a Emir fijamente, cuando las manos fuertes de él se aferraron a las caderas de Marissa, levantándola ligeramente del suelo mientras sus labios de nuevo se fueron hacia los de ella, devorándola en un beso hambriento, desprovisto de ternura.
Marissa respondió con un gemido de placer, interpretando la intensidad de Emir como un deseo ardiente por ella. Sus uñas, pintadas de un rojo impecable, se clavaron en los hombros de él a través de la tela de su camisa oscura, arrancándole un gruñido bajo.
«¡Sí, así te quiero, mi amor! Me encanta
