Mar deslizó su mano otra mano hacia abajo, hacia la parte más íntima de mi ser. La anticipación me dejó sin aliento; el roce de su dedo contra mi erección fue una sacudida eléctrica que recorrió todo mi cuerpo. Me dejé llevar por el momento, cerrando los ojos para perderme en la sensación y en el delicado aroma a jabón y su esencia.
—No puedo creer que estemos haciendo esto... —susurró. Era la primera vez que algo, parecido a la culpa se asomaba en sus palabras. Yo era incapaz de articular palabra, mi voluntad se encontraba en sus manos (nunca mejor dicho jaja). Sin embargo, su mano traviesa empezó a deslizarse sobre mi v***a enloquecidamente erecta, ayudada por el jabón y el agua.
La presión de su palma era un fuego que se encendía en mi interior, cada movimiento suyo enviaba ondas de
