Narra Liam La oficina es un campo de batalla y estoy librando una guerra silenciosa contra mis propios malditos deseos.Desde que regresamos de nuestro viaje a Atlanta, apenas puedo caminar por la oficina sin pensar en ella, en la forma en que jadeaba y gritaba por mí, en su coño apretado, en sus senos perfectos. El escritorio de Sara es una isla justo afuera de mi fortaleza de cristal, su presencia es a la vez un faro y una advertencia. No la he mirado directamente desde la noche que no debería haber sucedido, pero la siento allí, como el calor de una llama que trato de no tocar. —Sara, tráeme el archivo de Henderson—grito por el altavoz sin moverme de mi silla y manteniendo los ojos pegados a la pantalla de la computadora. Cada vez que le hablo, lo hago de manera cortante y áspera; no

