Narra Sara La luz se cuela por las rendijas de las persianas del motel, pintando rayas sobre las sábanas y sobre mi piel. Tengo calor, demasiado calor, y siento un peso en la cadera que no es mío. Mis párpados se abren de golpe y lo miro directamente a la cara. Su mano apoyada posesivamente en mi cadera como si perteneciera allí. El pánico me atenaza como un tornillo de banco. Anoche no fue solo un sueño. Fue real: la primera vez que tuvimos sexo, la segunda vez cuando me desperté y lo encontré moviéndose dentro de mí, y luego una tercera... Recuerdo cómo susurró mi nombre, cada sílaba cargada de lujuria mientras exigía más, daba más, me provocaba clímax tras clímax hasta que estuve segura de que mi cuerpo no podía soportar más placer. Mi corazón se acelera y puedo sentir el calor inu

