Menosprecios
Bajé las gradas de mi casa a toda prisa, bien sabía que se me había hecho tarde y debía ir a la universidad lo más temprano posible.
Mi madre se encontraba en el comedor, rodeada de toda aquella comida que las empleadas preparaban para tres simples personas y que siempre había considerado una exageración.
—Pero niña —ella llevó su mano hacia su rostro en un gesto de desaprobación —. No puedo creer que cada día te encuentras más desastrosa, juraría que he dado a luz a un hombre y no a una mujer. Si tan solo fueras más femenina, así como tu prima, nada de esto estaría pasando.
—Buenos días, mamá —respondí con indiferencia ante sus malos tratos —. Es un gusto ver que te encuentras bien.
—¡No me vengas con esas respuestas! Soy tu madre y merezco el debido respeto. Entiende que cada día me das más vergüenza, eres una total machorra.
Respiré profundo, sabía bien que no debía acostumbrarme a los malos tratos de mamá, que esto en definitiva no era lo más normal. Pero al final de cuentas, esta era mi realidad.
—Tu prima se casó con un buen partido, luego te tenemos a ti, que ni siquiera logras atraer una mosca. Deberías sentirte fatal por no tener un prospecto matrimonial, a pesar de que eres de una de las mejores familias del país.
—Mamá, por favor —respiré profundo, sintiendo que la paciencia se me acababa —. En serio que hoy no es un buen día, quiero simplemente tomar mi jugo en completa paz y no estar escuchando tus reproches acerca de mi apariencia.
—Nunca es un buen día para mí, porque a diario tengo que ver cómo mi única hija se vuelve en un marimacho. Entiende que no vas a lograr nada en la vida. El propósito de una mujer debe ser casarse y tener hijos, por muchos títulos y reconocimientos que tengas, pues de nada va a servir si tienes una vida solitaria.
Tomé mi jugo estando de pie, definitivamente mi mamá el día de hoy estaba más insoportable que nunca.
—¿Y solo eso vas a comer? —ella movió su cabeza de un lado al otro —en serio, ¿A qué hombre le vas a interesar si solamente sabes desayunar un vaso de jugo? Cuando te toque, lo que va a sentir son puros huesos.
—Adiós mamá —le di un beso en la mejilla —yo también te quiero.
Salí corriendo de mi jaula de oro, no quería seguir escuchando las cosas que ella me decía. Debía de mantener la cabeza bien puesta y pensar en que me faltaba muy poco para graduarme de la universidad con menciones honoríficas.
—Cariño —mi papá me llamó a la distancia y me detuve, entonces él fue corriendo en mi dirección —vamos, te voy a llevar a la universidad.
Mi papá era todo lo contrario a mamá, él era sumamente comprensivo conmigo y en cada logro que tenía me felicitaba demasiado. Justo por eso es que los dos nos llevábamos tan bien.
—Hola, papá —lo abracé y respiré su aroma —está bien, vamos.
Me fui en su carro, apoyé mi cabeza en su hombro y tomé su mano con fuerza. No podía entender cómo es que mamá no era como él.
—¿Qué sucede, mi pequeña? —él acarició mi cabeza —te siento algo pensativa.
—No es nada, papá —sonreí y tomé su mano entonces la besé —te quiero demasiado, espero que te quedes a mi lado por muchos años.
—Claro que así va a ser, yo también te quiero demasiado. Mi pequeña gran valiente, te amo y quiero que siempre recuerdes eso.
Mi padre había sido un bálsamo para mi vida, era un hombre sumamente cariñoso que me daba todo el amor posible.
Mi apariencia no era la mejor, vestía un poco diferente a las jovencitas de la sociedad. No usaba maquillaje y siempre mi peinado era una cola de caballo o un chongo.
Pantalones negros y camisa roja a cuadros, además de una mochila en donde cargaba todas mis cosas y unos lentes de fondo de botella.
—Papá —hablé en un susurro —¿Crees que no me voy a casar algún día y no voy a formar mi propia familia solo porque no me visto como las señoritas de sociedad?
—Cariño, de nuevo vienes con esas ideas. No sé quién te dice tantas tonterías, pero te digo que vayas olvidando esa clase de cosas que al final solo te traen amargura.
Mi padre desconocía por completo que la persona que me decía todo eso era mi mamá, siempre vivía demasiado ocupado con el trabajo y yo no quería mortificarlo por cosas sin importancia.
—Al final no has respondido mi pregunta y solo supiste dar vueltas al asunto.
—Estoy seguro de que vas a formar tu propia familia, independientemente de la ropa que usas y todo eso. Créeme que el hombre que te va a querer lo hará sin importarle lo que uses e incluso tu condición social.
—Dudo mucho eso, al final de cuentas en nuestro mundo el matrimonio por conveniencia es el pan nuestro de cada día.
—Yo no voy a dar tu mano a un hombre que se quiera aprovechar de ti y de que provienes de una familia como la mía. Tengo que ver que te ame y quiera trabajar duro para darte la vida que mereces.
Solamente pude sonreír ante lo que mi papá decía, pensaba en llegar a la universidad y en una persona en específico.
Sabía bien que Peter podía ser diferente, me había estado buscando en las últimas semanas y esto me había motivado a creer que quizás iba a ser visible ante los ojos de los demás.
—Bueno, hemos llegado —el carro de mi papá se detuvo frente a la universidad —te amo, pequeña. Vendré por ti a la salida.
—Ve con cuidado, papá —le di un beso en la mejilla —yo también te amo, en serio que sí.
Le di un beso y salí del carro, fui en busca de Peter. Bien sabía que él en estos momentos se encontraba en la cancha de basquetbol. Cuando llegué pude verlo con sus amigos, él estaba riendo a carcajadas.
—Ella piensa que realmente me interesa, pero lo cierto es que lo único que me importa es que su padre le dé a mi papá un proyecto muy importante. Pobre infeliz, cree que alguien como yo me voy a estar fijando en una marimacha de cuarta categoría…