Capítulo 1
Era una mañana bastante fría y una mujer, elegantemente vestida, caminaba con pasos inseguros sobre el terreno húmedo donde sus tacones aguja se hundían, pero tenía que hacerlo, su propósito de ese día sería cumplido, aunque tuviera que sortear muchos inconvenientes.
En sus brazos llevaba un bulto envuelto en una manta rosada, llegó hasta la puerta de la pintoresca casa de campo, rodeada de macetas rellenas de flores, miró todo a su alrededor con desdén y tocó repetidamente la madera, hasta que alguien le contestó desde adentro que esperara un momento.
La puerta se abrió y apareció una señora de aspecto muy dulce y risueña saludó antes de preguntar:
–¿En qué puedo servirle señora?
–¿Usted es Marlene Alvarado?
–Sí, soy yo.
–Es la madre de Georgina Alejandra Ronquillo Alvarado.
–Así es, por favor, ¿dígame qué sucede?
–Esta es su nieta –dijo extendiendo los brazos donde cargaba a una pequeña muy delgada de más o menos un año de edad–, su hija la abandonó en nuestra casa.
–¿Cómo que la abandonó en su casa?, mi hija está casada con el señor Rubén Calvachi.
–Ya no, yo soy su nueva esposa y no podemos hacernos cargo de esta niña.
–¿Dónde está mi hija?
–No sabemos, un día salió de la casa sin decir nada, dejando atrás a su hija y a su esposo. Fue abandono de hogar y los abogados resolvieron rápidamente el divorcio.
–Ella no pudo haberse ido así, ¿qué pasó con las propiedades de mi hija?
–¿Cuáles propiedades?, ella malversó todo el dinero y por poco quedan en la ruina, yo le hice un importante préstamo a Rubén que todavía me debe, por cierto.
–Todo esto es tan difícil de creer, mi hija siempre fue muy centrada, no entiendo que pudo haberle pasado.
–Bueno señora, yo no tengo mucho tiempo, aquí está la niña, agradezca que la traje y no se la entregué por allí a cualquiera, adiós. Ah, la niña se llama Ahinoa, un nombre rarísimo y feo si me preguntan –agregó cuando ya se dirigía hacia el automóvil que la esperaba.
La señora observó a esa criatura con aspecto desvalido, tenía unas largas y espesas pestañas doradas alrededor de unos grandes ojos color gris que la miraban con curiosidad, se veía tan tranquila e inocente que la enterneció mucho, la acercó a su pecho mientras le decía:
–Bienvenida mi pequeña Ahinoa, seguramente estarás mejor aquí conmigo que con esa señora y tu padre, ya nos acomodaremos.
***
Veinte años después…
Era el primer evento como anfitriona de Ahinoa, todas sus compañeras le habían dicho que era la verdadera prueba de fuego y han logrado ponerla muy nerviosa.
–Hay Ahinoa, qué nervios –expresó una de sus compañeras de trabajo en el lujoso hotel donde se desempeñaba como organizadora de eventos–, ¿segura de que tienes todo listo?
–Sí, estoy segura, ya revisé el salón, el restaurante y el bar –respondió respirando profundo; efectivamente ya se había asegurado de que todos los espacios reservados para el acto de presentación del nuevo perfume de la casa Boulton se encuentren impecables.
Ya estaba en el lugar el CEO de dicha casa, ella todavía no lo había visto, pero cuando preguntó cómo era, sin darles mayores detalles, solamente le dijeron:
–Tranquila, te darás cuenta enseguida.
Sus compañeras solían jugarle ese tipo de bromas y, algunas veces, eran bastante pesadas.
Su jefe se acercó y le ordenó:
–Ahinoa, debes presentarte ante el señor Theodore Boulton para informarle que todo está listo y que cuando él lo ordene se abrirán las puertas del salón de eventos del hotel.
Ella solo asintió y buscó al señor Boulton tratando de dominar sus nervios, se dirigió a un grupo de hombres donde sin lugar a dudas destacaba uno por su porte elegante, su gran atractivo físico y por el aura de poder que desprendía con solo estar de pie frente a los demás, a pesar de su juventud porque pensó que aún no llegaba a los treinta:
–Buenas noches, con su permiso señor Boulton –le habló al hombre sin dudar en ningún momento de su identidad– ya está todo listo, cuando usted lo ordene abriré las puertas para darle acceso a los invitados.
–Buenas noches, en cinco minutos por favor.
–De acuerdo –respondió y se alejó de allí lo más rápido que pudo, porque su mirada profunda la hizo flotar.
Ese sería un gran día para Theodore, cada vez que hacía un nuevo lanzamiento le gustaba hacerlo ostentoso, elegante; su empresa era la más famosa e importante del mundo y así quería mantenerla, los invitados de ese día eran todos especiales y muy exclusivos.
Se encontraba charlando con algunos de sus socios y sus dos mejores amigos Jackson y Vicente, cuando se acercó una mujer que supuso era empleada del hotel, se dirigió a él y le dijo que algo estaba listo, él se perdió en sus ojos y su boca, le pareció preciosa y su mente comenzó a trabajar arduamente al tenerla tan cerca que con solo extender su mano podría tocarla.
Le pidió cinco minutos y la observó mientras se alejaba, sus amigos le palmearon la espalda y uno de ellos le dijo:
–Yo tampoco pude apartar la vista de ella, me gustó, definitivamente esa mujer me impresionó.
–Vicente, tú te impresionas siempre, eso no es novedad –le respondió el CEO a su amigo.
–No te hagas el duro –le dijo Jackson, su otro amigo–, reconoce al menos que es preciosa.
–Está bien, lo reconozco –admitió de mala gana–, ¿ya puedo enfocarme en mi evento? –preguntó desechando de su mente por completo el rostro de la anfitriona.
Exactamente, cinco minutos después, observó a los primeros invitados ingresar al salón exquisitamente decorado, debía admitir que era digno de su acto de lanzamiento de la fragancia estrella del momento.
Tenía programado que una vez estuvieran todas las mesas ocupadas, comenzaría su discurso de bienvenida y presentación de su nuevo perfume Passion; para seguidamente entregar las muestras y servir la cena, al final los invitaría al bar con música de ambiente para conversar y, tal vez, tener la oportunidad de iniciar nuevos negocios.
Todo estaba resultando como esperaba y, junto a sus dos mejores amigos comentaba que, seguramente los titulares de prensa del siguiente día, harían muy buenas reseñas sobre ese evento tan elegante y exclusivo.