Cuando Lars se encontró a Maxine en la cocina, después del pleito que tuvieron porque lo encontró husmeando entre sus cosas, hubo un incómodo y tenso momento. Ella le lanzó una mirada de odio y él no tenía idea de cómo hablarle, pero se decidió por soltar la noticia sin más. —Van a darle el alta a Rosamund —dijo. El gesto de furia en el rostro de la jovencita cambió por una sonrisa maliciosa. —¿De veras? Y..., ¿cómo está? —preguntó, no porque le interesara realmente la salud de su madre, sino más bien para saber a qué atenerse. —Según lo que me dijo Marshall, mi amigo, un poco aturdida por los medicamentos y con varias fracturas por todo el cuerpo. Maxine alzó ambas cejas y no pudo disimular el bufido y la sonrisa de diversión que se escapó de su boca. —Parece que hiciste un gran tra

