Princesa de Fuego

Pov Roger Llevo años esperando a que mi pequeña de cabellos tostados crezca, de volver a tenerla cerca, de ver su sonrisa de frente y no a través de una simple fotografía. Son tantos los años que hemos estado separados que casi se comparan a mis años de existencia. Si tan solo me hubiera concedido verla unos pocos días al año me sentiría mejor, pero gracias a esta distancia no soy el que era. He tenido que dejar el hospital y no puedo entrar en otro por una negligencia médica, así que trabajo en una pequeña clínica para sobrenaturales en la manada de Kayla. Al menos con ella tengo buena relación. Quiero que todo este listo para cuando ella llegue. No quiero abrumarla el primer día, solo quiero que se sienta cómoda. - Señor, - interviene Jefry, mi fiel sirviente y mayordomo principal. El único con el que tengo total confianza y sabe por lo que he pasado todos estos años. Tiene incluso más años que mi padre. - Nos informan que la Señorita Dagger tomará el avión en algo menos de una hora. - Perfecto, confío en que usted la recoja del aeropuerto. - Por supuesto Señor, no sería de otra manera. También le informo que los jardines están recibiendo los últimos retoques y que las invitaciones para el baile de presentación ya están preparadas. - De acuerdo, las echare un vistazo más tarde. Sabe si mis padres... - Su padre ha decidido no salir del cuarto y su madre está centrada en la cocina para el banquete de esta noche. Por otro lado... he de decirle que su madre ya a contratado a una institutriz. - ¿Va en serio con esa tontería? - pregunté dejando mi pluma a un lado y recostándome en mi silla. - Ya sabe que no aprueban su tua cantante, de echo la Señorita Relish ya está deshaciendo su equipaje en el ala oeste del castillo. - Esto es increíble. Todo lo hacen a mis espaldas. - Me levanté de mi asiento y salí de mi despacho con Jefry pisándome los talones recorriendo los kilométricos pasillos de todo el lugar, todo el personal de servicio se hacia a un lado porque era fácil ver el enfado que tenía. Llegamos al ala oeste y Jefry guio el camino hasta la habitación que la habían asignado. - Señorita Relish, el príncipe Roger desea hablar con usted. - pronunció Jefry después de tocar tres veces a la puerta. - Dígale que no estoy visible en este momento, puede esperarme en la pequeña sala del ala oeste. Esta mujer era como un dolor de muelas al que no puedes poner remedio pero sin el como. Atreverse a darme órdenes en mi propio castillo. - Me temo que no es posible - pronuncié con fuerza haciendo que el personal del pasillo se fuera - Señorita Relish, le aconsejo que se ponga algo porque voy a entrar en este momento. - Mi señor, no es correcto que entre al cuarto de una dama. La pedí a mi fiel consejero que se apartará con la mano y de una patada tiré la puerta. Se levantó del tocador con una falsa sorpresa en su rostro dejando su maquillaje a medio poner. - Usted, - pronuncié poniendo un pie dentro del cuarto. - No es una dama para mi, Señorita Relish. - entre al cuarto por completo y vi que ya tenía todas sus cosas acomodadas, me fijé en que si estaba vestida con esos vestidos medio pomposos que tanto le gustaban a mi madre de época victoriana y con un corsé que hacía que su pecho sobresaltara más y que siempre hacía que me preguntara como era posible que respiraran. - La quiero fuera de este lugar antes del anochecer. - Me temo que no es posible mi Señor. - Termino diciendo con un tono de voz bajo. - Soy invitada de la reina. - No me importa de quien sea invitada, ambos sabemos porque está aquí y la respuesta sigue siendo no. - Mi linaje es casi tan fuerte como el suyo, - alzó la vista chocando sus ojos color café con los míos, comenzó a caminar en mi dirección hasta estar frente a mi. - No luche contra su propia naturaleza. - Sé muy bien quien soy - respondí alzando la barbilla. - Y no le he dado permiso para mirarme o hablarme como un igual, no se olvide de cuál es su lugar en la corte Señorita Relish. - dio un paso atrás y bajo la cabeza en signo de respeto. - Recuerde mis palabras, antes del anochecer. Me giré sobre mis talones y caminé hacia la salida, Jefry se hizo a un lado e inclinó su cabeza, Strauss estaba igual de incómodo que yo y no podía culparlo, todos sabían que Ingrid vendría hoy y parece que se han empeñado en hacer las cosas difíciles. - Una cosa más mi Señor. - dijo aquella mujer de cabellos dorados y brillantes. - No se olvide que sigue teniendo un compromiso conmigo. - Un compromiso que se rompe con la llegada de mi tua cantante, conozco las normas - respondí sin girarme. - Eso ya se verá príncipe Roger.