- no, usted deme una sola razón para no quitarle el puesto señorita Scott- dice Ethan relajado como si nada.
- ¿Quién es usted para decirme a mí que hacer? - dije molesta, para mi él murió hace mucho.
- su jefe, y le digo algo controle su tono conmigo-dice para dejarme callada.
- ¿Cómo que mi jefe? -pregunto incrédula, es mentira el señor Anderson, no ellos no son nada.
- el señor Anderson, él dueño de todo esto es mi tío y yo me haré cargo de esta empresa-dice tomando asiento para que lo viera mejor.
Ahora no es un adolescente que desprende ternura, es más arrogante y sus ojos no demuestran nada solo un semblante serio, su cabello está más largo, se ve muy diferente ya hasta tiene barba y esos ojos que me derriten están delante de mí sin contar el contacto visual.
- señorita Scott es la editora en jefe, me alegro por su triunfo, pero Dígame como lo consiguió-se acerca amenazante a mí.
- que intenta insinuar- digo con muy mala cara.
- nada, nada- dice para reír un poco y enseñarme un poco sus hoyuelos.
- ¿Qué quieres? -cuestiono viendo a sus ojos.
- solo que nos llevemos bien, señorita Scott, por lo visto es muy admirada por mi tío-dice manteniendo su mirada fija en mí.
Asiento un poco tímida, su mirada me está intimidando, desde cuándo.
- pues nos veremos en la junta que realizaré más adelante-me tiende su mano y la cojo con un poco de vergüenza al sentir de nuevo su toque.
- lo mismo digo- dije viendo como retira su mano de mi para salir de la oficina.
Me recuesto en mi silla y tiro mi cabeza en el espaldar, pero que me pasa, no dijiste más de mil veces que cuando lo vieras en la calle le pedirías perdón, perdón por ser una desgraciada y no valorarlo o peor aún no querer su amor.
Algunas lágrimas salen de lo más profundo de mi ser, respiro profundo e intento calmarme, pero solo obtengo gritar de la desesperación.
Salgo de la oficina y bajo por el ascensor hasta la cocina, busco algunas cervezas y subo por el mismo hasta la azotea, me siento donde hay algo de sombra contemplando el cielo, el cual es tan puro y lejos de los límites.
Destapé una cerveza y le di algunos tragos mientras cuento algunos chistes para mí misma, mi vida es tan mala, perdí a todas mis amigas después de dejarlo además de que nadie me habla, mi único amigo y confidente es Dios además de mi hermano; peor, él nunca me hace caso.
Termine de beber para intentar irme, pero alguien me lo impide.
- hola, Alex me dirás esta vez cuan mala es mi vida- dije riendo por el efecto de las cervezas.
- ¿Qué haces bebiendo en hora de trabajo?, haré que salgas temprano, pero me prometes que iras a casa y tomaras un baño- asiento para ser guiada hasta el garaje de la empresa.
- adiós, mi querido amigo-dije intentando manejar, pero este no me dejo.
- mueve te-dice y le hago caso para que me lleve a casa, al llegar le doy las gracias y entro como puedo, me quito los zapatos y me tiro en la cama para poder dormir hasta mañana.
(....)
Un sonido alto no me deja conciliar el sueño además de que me duele la cabeza, me levanto a pura brega poniendo mi pie en el frio piso lo cual me estremece al hacer contacto con este, camino hasta la entrada de mi habitación y al abrirlo hay un olor muy asqueroso busco a Marcos, él encargado de esto y lo encuentro teniendo sexo en mi sillón favorita, lo sacare a patadas de mi departamento.
- degenerado! -le digo de espalda para no ver su demostración de porno en HD a sus amigos, aunque solo hay mucha ropa esparcida en el piso.
- hoy hermanita te presento a Carmen, Carmen ella es mi hermanita Mely -dice, la chica me ve y extiende su mano la cual no agarro.
- te quiero fuera de mi casa en cinco minutos o llamo a la policía y les digo que hay una manada de imbéciles en mi casa fornicando por doquier- dije molesta levantando la voz.
- ya hermanita, me voy, pero en diez además hermanita tus amenazas ya no tienen poder en mi- dice el muy cabrón.
- ¿Quieres ver? -busco mi celular y marco a la policía - policía de new York, quiero denunciar a unos...-no me deja terminar cuando me quita el celular de la mano para colgarlo.
- ya nos vamos- dice para recoger su ropa e irse.
Me alivio de que por fin se fueran, pero siento una opresión en el pecho después de casi tres años sin vernos lo veo, pero ahora es alguien más, no es el chico dulce que iba junto a mí en la universidad y me contaba sus chistes raros pero que siempre me sacaban mi sonrisa; ahora es alguien más, solo se deja llevar por el trabajo, si hubiera estado cuando me esperaba todo fuera diferente, estuviera junto a él.
Nunca lo voy a poder negar, todavía amo a Ethan Anderson.