como si no supiera si traerme una bolsa o darme un golpe. La sala donde me encuentro está llena de gente. Logro reconocer a algunos actores y una modelo famosa. Hoy el programa de Susan está lleno de gente famosa y luego estoy yo.
—¿Estás segura de que estás bien? —pregunta la chica por quinta vez.
—Sí, es sólo que me impresiona ver lo hermosa que es esa mujer —miento.
—Nora Williams es una mujer impresionante. —La mujer en cuestión siente nuestras miradas así que nos “honra” con la suya —. Aunque es realmente antipática. —Y lo demuestra cuando sus ojos dicen lo fuera de lugar que estamos frente a ella.
—Sí, eso veo. —Ruedo mis ojos cuando el ceño de la modelo se frunce y nos desestima.
—No te preocupes, todo saldrá bien —dice la chica y me sonríe, luego saca algo de su bolso de mensajero—. ¿Podría firmarlo por favor? El sábado estuve trabajando, así que no alcancé —Lo acerca a mí y veo que es mi libro.
Levanto mi mirada y la chica me observa con adoración.
—Usted es una de mis favoritas, sigo su cuenta en w*****d, no comento mucho, pero sí voto. He esperado mucho tiempo por tenerlo en físico. —Abraza el libro como si fuera su amor verdadero—. Me honraría mucho que lo firmara.
Quién se negaría, ¿eh?
—Claro, ¿A quién va dirigido?
—Evelyn Hernández.
—Perfecto —Entrego el libro y la dedicatoria.
—Muchas gracias, es usted genial. No se preocupe por los demás, muchas personas en el set están esperando por usted, son lectoras como yo, no les dé importancia a estos mundanos.
Sonrío divertida y más tranquila. —Gracias, Evelyn.
—Prepárese, entra en cinco.
Y así, cinco minutos después soy dirigida por un pasillo lleno de cables hacia el set de grabación. El set es una espaciosa sala, con muebles y sofás que dan la impresión de estar visitando la casa de campo de tus abuelos. Susan, la presentadora de aproximadamente cuarenta o cincuenta años se encuentra sentada cómodamente en el sofá morado. Una chica de maquillaje está retocando su rostro, mientras otras personas intentan ubicar algunos de mis libros en la mesa de centro. Dos cafés son dejados junto a mis obras.
—¡Andrea bienvenida! —saluda Susan, alegremente—. Siéntate querida, empezaremos en unos minutos.
—Hola Susan —murmuro. Tomo asiento en el sofá a su lado y me entrega un café mientras toma uno de ellos en sus manos.
—Perfecto, la cámara nos enfocará mientras hace apertura, finge que estás riéndote de algo que te he comentado, dará la impresión de que somos intimas —Guiña un ojo, lo cual en una mujer llena de botox y dios sabe qué otras cosas en su rostro, luce realmente gracioso.
—Perfecto.
—Bien Susan, vamos en tres, dos… —dice alguien que no logro ver.
—¡Ríete ahora! —ordena mientras el público también lo hace y aplaude.
¿Qué me ría? Pero no se reírme así por así… intento, de verdad que lo intento, pero creo que debo lucir estreñida o loca. Susan luce realmente escalofriante, su piel está tan tensa que siento se romperá en cualquier momento, eso me hace reír de verdad.
—¡Oh, Andy eres tan divertida! —Toma un sorbo de su café o eso parece—. Muy bien gente, estamos aquí con nada más y nada menos que Andrea Rivera, una de las escritoras más prometedoras de este tiempo. Algunos de ustedes, público aquí y televidentes debe conocerla como Andy R o AR en sus cuentas de w*****d y otras redes —Sostiene mi libro hacia la cámara—. Hace unos días, la editorial Worldpaper se arriesgó en publicar su novela Corazones de Cristal con un éxito inimaginable. Así que a petición del público hemos decido traerla aquí para que conozcamos un poco más de Andy R.
Siento como la cámara me enfoca en ese momento, así que pienso en mi hijo y una cálida sonrisa atraviesa a mi rostro.
—Bien Andy, cuéntanos ¿Cómo te iniciaste en el mundo de las letras?
Alguien en controles me dice que sea breve. Salto un poco al olvidar el maldito audífono en mi oreja.
—Bueno, desde pequeña me ha gustado la lectura, recuerdo a mis padres leyéndome cuentos e historias fantásticas antes de dormir, incluso antes de aprender a montar la bicicleta ya había leído una buena cantidad de libros infantiles y me adentraba en historias más complejas. Cuando un suceso en mi vida cambió el rumbo de muchas cosas —Me aclaro la garganta—, bueno digamos que la lectura fue mi refugio. Una de mis maestras al verme tan inmiscuida en los libros me sugirió escribir, hice algunos trabajos escolares y poco a poco encontré muy divertido escribir. Auto publiqué mis relatos a los quince años y desde entonces he escrito cuatro novelas y doce historias cortas.
Tomo un sorbo de café y continúo. —Hace meses mi mejor amiga, quien es también editora y trabaja para la editorial Worldpaper, presentó mis obras, el señor Adams gustó de ellas y decidió arriesgarse, he aquí el resultado. Estoy muy agradecida con mis seguidores, sin ellos esto no sería posible. —El público aplaude.
—Eso es muy bonito de su parte. Debo decir que he leído tu libro y estoy realmente enganchada. Ese chico Colton es realmente un hombre de dios, siento ganas de arrancarlo del libro y dejarlo listo en mi cama. —Ríe mientras el público estalla en gritos.
—Sí —Sonrío con picardía—. Mis personajes se caracterizan por ser unos chicos estúpidos y sensuales.
—Concuerdo con eso y debo decir que ¡me encanta! —Besa la portada del libro y continúa—. Tengo entendido que Corazones de Cristal es una trilogía,
¿Es cierto?
—Sí, el siguiente libro es Cuerpos de Metal y luego está Almas de Oro.
—¿Ya están terminados?
—Los borradores sí, aún faltan algunos detalles, sin embargo, la publicación del segundo libro no se realizará hasta mitad de este año. Por el momento el libro que sigue es un tomo único llamado: “¿Difícil dejarte?” Es una historia muy bonita, sé que les va a gustar.
—He leído algunas de tus historias auto-publicadas y debo decir que son geniales, así que confío en lo que dices. —Correspondo la sonrisa que me da y agradezco por sus palabras—. Bien, ahora los detalles jugosos, ¿Eres soltera, casada?
Sonrío nuevamente. —Soy una mujer soltera.
—¿Tienes un pequeño de cuántos? ¿Cinco años?
—Cuatro, Santiago. Es mi ángel de luz —Mi sonrisa es enorme ahora al recordar a mi bebé.
—Qué bonito, los hijos son una bendición. ¿Y el padre de tu criatura?
¡Auch! Golpe bajo
Susan debe notar algo en mi rostro, anuncia que vamos a comerciales inmediatamente.
—Lo siento tanto, me dijeron que se me permitía preguntar por tu familia
—se disculpa y pide me entreguen un vaso de agua, una mano envuelta en un pañuelo seca una lagrima de mi mejilla.
—No, no te preocupes. Es sólo que no quiero hablar de ese lado de mi familia.
—¿Y tus padres? ¿Puedo preguntar por ellos?
—Mis padres fallecieron cuando tenía diez años.
—Oh, señor santo. Lo siento —Luce incluso más horrorizada
—No, eso ya pasó —Ya no duele tanto.
—Bien, eso no lo diremos. ¿Qué temas seguros podemos hablar?
—No lo sé, por lo general puedo discutir de todo.
—Lo lamento mucho, de verdad Andrea.
—Dime Andy, ya somos íntimas. —Sonrío logrando que también lo haga.
—Está bien, Andy, regresamos en cuatro.
El resto de la entrevista transcurre sin incidentes, Susan y yo hablamos sobre cosas realmente divertidas, luego uno por uno los invitados son llamados a escena y son entrevistados por Susan, después de que los dos actores y la modelo antipática son entrevistados, Susan nos hace una serie de juegos y adivinanzas.
—¿Puedes quedarte para algunos autógrafos? —pregunta Susan.
—Claro —responde Nora.
—Oh, lo siento Nora, no te preguntaba a ti. Andy, tenemos algunos fans en el set y la hija de nuestro querido director también espera por ti.
—Por supuesto —murmuro reprimiendo mi sonrisa al ver el rostro de la antipática modelo.
Firmo unos cuantos libros y me tomo algunas fotografías, agradezco el tener buen gusto en ropa. Por lo que mi enterizo n***o de cuello halter con cremallera delantera y ajustado en las caderas me queda súper sexy y combinado con mis tacones altos negros… de infarto.
Regreso a casa con una sonrisa en mi rostro, esto de las entrevistas no es tan malo, pensé que sería una inquisición. Los dos eventos de estos últimos días han salido formidables.
El sábado la firma de libros fue increíble, había tanta gente y tantos fans que casi llore de emoción. Terminamos cerca de las seis de la tarde y aún quedaban muchas personas en la fila, acepté una hora más para no dejar tristes a mis seguidores.
Unas horas después estoy terminando la cena, macarrones con queso y espinaca, pasteles de pollo y queso, sopa de cebolla gratinada y tomates rellenos. ¿Qué cómo sé cocinar? Todo es gracias a YouTube.
—Dios. Huele a cielo, inferno y paraíso. —Golpeo la mano de Tony cuando intenta tomar uno de los tomates.
—Aún no sirvo la cena, espérate.
—Tengo demasiada hambre, Andy. Vamos, dame de comer.
—Eres un lagarto, ayuda con la mesa al menos
—Cállate, Erika.
—Bueno, sin malas palabras por favor.
—¡Mami! Hay una camioneta de espías en la acera. Lleva más de una hora ahí. Oh, mira alguien está observándonos.
Ruedo mis ojos y acuso con mi cucharon a Tony. —¿Lo has vuelto a dejar ver esas películas de Misión imposible? Sabes que no puede verlas, se creerá Ethan Hunt y pensará que pertenece a una agencia de espionaje.
—Yo no le he dejado ver nada —dice y trata de tomar un macarrón.
Golpeo nuevamente su brazo—. Auch, déjame comer uno al menos.
—¿Si él no ha visto esas películas, entonces por qué cree que hay una camioneta de espías?
—Hay un hombre grande y moreno, mami, está mirando hacia acá.
—¿Qué? —pregunto un poco preocupada. Erika se detiene en colocar la mesa y Tony observa por la ventana de la cocina.
—Ven aquí amor —llamo a mi hijo—. ¿Qué estás diciendo?
—En realidad, sí hay una camioneta negra y blindada afuera.
—¿Ves algo más Tony? —pregunto un poco asustada y preocupada.
—¿Lo ves mami?, es una camioneta de espías y hay un hombre grande como el del comercial de bloqueo, bloqueo.
—Yo he visto a ese hombre… — murmura mi primo. Siento a mi hijo en uno de los taburetes de la cocina y observo por otra de las ventanas.
—¡Oh mi Dios, es Dan! —exclamo—. ¿Pero qué carajos hace aquí?
—Dan ¿Cómo Dan “el gigante guardaespaldas”? ¿El caliente simio de dos metros? —pregunta Tony mientras intenta traspasar la ventana.
—¿Quién demonios es Dan?
—¡No digas palabrotas, tía Erika!
—Lo siento, cariño, hoy no tengo cambio ¿Me perdonas? —Desordena el cabello rubio de mi hijo.
—¡Por supuesto!
—¿Quién…—articula “demonios”—, es Dan?
—El guardaespaldas de Luke Marshall, el increíble dios del s*x… ¡carajo!
—No digas palabrotas en presencia de mi hijo. —Recojo otro cucharon y lo apunto a mi objetivo: Tony.
—¡Está bien! —Se rinde, devuelve su mirada hacia afuera—. ¿Qué querrá?
—No lo sé. —En ese momento mi teléfono suena, lo tomo y es un número desconocido—. ¿Hola?
—Hola, Andrea ¿Cómo estás? —¡Mierda sagrada! Yo reconozco esa voz, jamás la olvidaría.
—¿Luke?
—Sí, eh… yo estoy cerca de tu vecindario, ¿me preguntaba si estabas libre para cenar?
—¿Cómo sabes dónde vivo? —Yo no se lo dije ¿O sí?
—Lo busqueé en Google.
—¡¿Qué?! —chillo. ¿Mi jodida dirección está en Google? pero ¿cómo? yo no puedo exponerme así.
—Tranquila es broma, digamos que soborné a alguien. —Escucho la sonrisa en su voz.
—Eso no me tranquiliza. —Regreso a mi ventana y observo a Dan y la camioneta—. ¿Así que estás en mi vecindario?
—Sí, un amigo vive cerca.
—¿Un amigo, ujum?
—Sí. —Aclara su garganta—. Bueno ¿te gusta la idea?
—¿Cuál? ¿La de tú acosándome? o ¿Qué mi dirección esté en Google?
—Ja, ja. Muy graciosa, lo de cenar esta noche.
—No estoy en casa. —Lo pongo a prueba.
—Sí, si lo estás —responde rápidamente, luego escucho su maldición ahogada.
Una sonrisa se dibuja en mis labios.
—¿Cómo lo sabes? No estás en mi casa ¿o sí? —pregunto. Sigo observando por la ventana y veo una mano que se asoma por una de las ventanas. Dan inmediatamente sube al auto.
—No —gruñe y sé que es porque acaba de magullar su dedo intentado cerrar el vidrio.
—¿Entonces, la Hummer negra de placas XLU825C donde hace unos momentos vi a Dan recostado no es tuya?
Silencio
—¿Hola?
—Demonios. —Lo oigo exclamar y rompo a reír.
—Creo que mi hijo sería mucho mejor que tú como acosador, fue el primero en detectarte.
—Te dije que no salieras, Dan —reprende.
—Debía revisar el vecindario —Escucho la respuesta ahogada del grandote al fondo.
—Bien, soy un completo idiota en esto de ser un acosador, ahora me ahorrarías más vergüenza si aceptaras salir a cenar conmigo hoy.
—No puedo, lo siento.
—¿Cómo? ¿Pero…? ¿Por qué?
—Ya tengo la cena lista y estoy con mi familia. Gracias por la invitación, Luke.
—Invítalo a cenar —murmura Tony mientras cuelgo.
—¿Qué? ¡No!
—¿Por qué no? —Ahora es Erika quien me cuestiona—. Una jodida estrella de rock está afuera acosándote e invitándote a salir y tú sólo le dices que no —jadea dramáticamente—. ¿Estás loca?
—¿Una jodida estrella de rock? —pregunta mi inocente hijo.
—Les he dicho que dejen las malas palabras frente a él. Santiago no vuelvas a decir eso.
—¿Jodida o estrella de Rock, mami? —Tony ahoga una risa mientras le gruño, Erika sólo levanta sus manos en retirada.
—La primera, cariño.
—Ta bueno, mami. ¿Vas a dejar entrar a la estrella de rock? —Me mira, luego su frente se arruga—. ¿Qué es una estrella de Rock?
—¡Oh Dios! —gimo.
—Mami, déjame conocer a la estrella de rock. —Junta sus manitas y ruega—. ¡Por favor!
—Usa los ojitos de cachorro, Santi —aconseja mi primo.
—Tony —advierto.
—Mami —Mi hijo usa los ojitos—, por favor Maldita sea, no podemos resistirnos a esos ojitos.
—Está bien —suspiro. Abro la puerta de mi casa y me dirijo hacia la Hummer—. Hola. —Golpeo la ventana.
El vidrio baja y revela la sonriente cara de Luke, luce realmente hermoso.
Qué sonrisa más sexy.
—Puedes entrar, la cena está lista.
—¿A tu casa? —chilla. Luce confundido—. ¿Quieres que entre a tu casa para cenar?
—Sí, he preparado la cena favorita de Santi y no voy a perdérmela, si quieren pueden entrar sino puedes seguir tu camino.
—Cena en casa será —Vuelve a sonreír y no puedo evitar hacer lo mismo—. Vamos Dan.
El gigante le entrega unos lentes oscuros y una gorra de béisbol, río por lo idiotas que son, como si ya no se hubieran dado cuenta de la Hummer y del grandulón.
—¿Qué es tan divertido?
—Ustedes —respondo y me encojo de hombros—. No entiendo para qué te disfrazas, la Hummer y Dan de por sí ya dan una idea de quién sería el visitante en el vecindario.
Observa el vehículo y luego a los vecinos que inspeccionan el lugar.
—Creo que tienes razón.
—Te dije que usáramos el auto pequeño. —Sonríe Dan
—No cabes en él idiota —gruñe Luke
—Es cierto.
—¿Y él? —pregunto por el conductor.
—¿Qué pasa con él? —dice Luke.
—También viene con nosotros, no lo dejaremos aquí afuera mientras los demás comemos.
—Buena idea. —Se acerca al conductor y le llama—. Charlie ven, vamos a cenar.
El hombre luce sorprendido, pero luego asiente. Los dirijo hacia mi casa, entro primero verificando que no haya nada fuera de lugar y luego dejo pasar a los tres hombres. Santi corre hacia nosotros, mira hacia afuera y luego a los invitados, su frente vuelve a arrugarse y pregunta desconcertado.
—¿Y la estrella de Rock?
No puedo evitarlo, rompo a reír mientras los tres hombres me miran confundidos.