—Cariño ¿fuiste un niño juicioso con Deborah?
—Sí, mami, ayudé con los platos y la basura.
—Ese es mi bebé —Sonrío, apenas salimos de la calle donde está el edificio de Luke, llamé a Deborah para saber cómo estaba mi pequeño, no quería que Luke supiera más sobre mí, así que esperé a estar lejos de su presencia y su mirada juzgadora.
Deborah contestó de inmediato y me informó que Santi era todo un príncipe, ayudó con la cena, la basura, se durmió temprano y fue un buen niño. No entiendo por qué Erika insiste en llamarlo demonio, cuando ciertamente no lo es.
—Bien, cariño, mamá tiene una reunión ahora, voy a recogerte para la hora de nuestro almuerzo ¿Quieres ir por nuestra comida al parque?
—¡Siii! Eso me gustaría, mamá. Te amo mucho, hasta mucho más allá del infinito.
—También te amo mi angelito. Nos vemos más tarde cariño, el tío Tony te recogerá.
—Vale.
***
—¿Qué demonios, Andrea? Llegas una hora tarde.
—Lo siento, Erika —respondo. Muero de vergüenza al ver a todos esperando por mí.
—Sigue, te estamos esperando. —Las caras no sonrientes de las personas en la sala me dicen que realmente la he embarrado.
—Lamento mucho la tardanza, tuve algunos problemas.
—Espero no se repita. —El señor Adams luce molesto.
—No, por supuesto que no.
—Bien. Andrea estamos reunidos con el señor Randall y el señor Witoscky. Ambos están interesados en publicar la novela en Europa, debido a que en ciertos países nuestra editorial no hace presencia, ellos muy amablemente nos ayudarán en la distribución del libro. Por supuesto, hay que esperar unos cuantos meses. Se rediseñará la portada y se traducirá los idiomas correspondientes. —Hace una pausa para entregarme unos documentos—. Estas serían en promedio las regalías por la venta de tus tomos con ellos; claro que los derechos de publicación aún seguirían siendo nuestros, sin embargo, se debe reconocer el pago a nuestros colaboradores de las editoriales que se encargaran de la publicación y luego tendremos a nuestros distribuidores, el señor Randall cuenta con grandes librerías que están dispuestas a vender.
—Debido a los altos costos, los libros serán un poco más costosos en dichos países —continúa el señor Randall—. El señor Witoscky, quien es tu nuevo publicista ha acordado una gira para promocionar tu libro, además realizaremos algunas firmas de autógrafos y ciertas entrevistas.
—Iniciaremos en la capital, luego distribuiremos el resto del mes entre las tres ciudades principales. El dieciséis de febrero será publicado en México, las ventas digitales en ese país nos obligan a publicarlo en físico, así como en Argentina y Chile. También hay una gran comunidad de habla hispana en los Estados Unidos que a tan sólo unos días de publicada la novela, están exigiendo el libro en físico.
—Así es Witoscky, el éxito que hemos tenido es sorprendente Andrea, las personas aman lo que escribes y quieren tener parte de tu imaginación en sus estanterías —Un café es colocado en mi regazo, lo tomo mientras sigo asimilando lo que dicen—, sé que aún no estás viendo los frutos de tus sacrificios, pero el impacto y la aceptación prometen que pronto tus cuentas bancarías reflejarán que vale la pena.
—No me interesa tanto el dinero —respondo. Erika se aclara la garganta. Me ha dicho mil veces que no diga eso frente a el señor Adams—. Bueno en realidad sí, pero el hecho de saber que muchas personas pueden viajar a mi mundo y logran disfrutar de lo que con mucho amor he creado, me complace.
—Vuelvo y te digo Andrea, jamás imaginé que tu libro tuviera tal aceptación, estamos recibiendo pedido tras pedido y no es suficiente. Los medios de comunicación quieren hablar contigo, conocer la mujer que ha cautivado a grandes y chicos. Witoscky es el mejor en lo que hace, es un excelente publicista y sabrá llevar tu carrera. —Observo al señor Adams aún incrédula.
Esto es realmente grande. Soy una persona muy bendecida y afortunada.
—El programa de En Casa con Susan Monroy quiere entrevistarte el próximo lunes, al parecer la hija mayor del director es una fan tuya, eso jugó a nuestro favor y ahora él te quiere en su programa. —Witoscky se ve muy complacido—. También la librería nacional quiere programar una firma de libros para este sábado, es apresurado, Andrea, pero tus libros se agotan.
Oh mi Dios… gracias, muchas gracias.
—Perfecto. ¿Qué debo hacer señor?
—Bueno —ríe—, primero que todo dime Larry.
—Vale, Larry.
—Segundo, debemos organizarte una agenda. Cas a estar muy ocupada de ahora en adelante, tenemos muchas solicitudes y debemos programar tu gira nacional; eso sin contar la internacional que esperamos para el próximo mes.
—¿Tan pronto?
—La gente no da espera, Andrea.
—Dime Andy por favor.
—Andy —Sonríe nuevamente. A pesar de ser un hombre mayor ahora que no se encuentra tan serio, su sonrisa es cálida—. Como decía, hemos recibido muchas solicitudes, distribuidores de diferentes lugares han llamado, escrito y preguntado por ti. Sus clientes consultan tu libro. La gente quiere conocerte en persona, te han seguido por mucho tiempo en w*****d y r************* . No dan espera.
—Jesucristo —susurro. Mi cabeza empieza a doler con tanta información.
—Felicidades, Andy. Este es tu sueño, llegar a todos y todas en el mundo.
—Erika toma mi mano y le da un suave apretón.
—Lo sé, es sólo que es muy rápido.
Realmente lo es. Siento que estoy en un sueño loco y pronto despertaré para encontrarme de nuevo en mi casa frente a mi ordenador revisando los comentarios de cada capítulo en mi cuenta de w*****d.
—La gente te sigue desde hace mucho, Andy. Ellos estaban esperándote.
Ahora te tienen, no puedes culparlos por estar ansiosos.
—Es cierto, gracias amiga.
—Bien, ésta es la agenda que tenemos preparada para ti…
Larry me enseña los próximos compromisos, debo recordarle que tengo un hijo al que cuidar, luego pienso en los viajes y debo establecer la condición de que Santi viaje siempre conmigo.
—No hay ningún problema siempre y cuando puedas contar con una niñera que se encargue de cuidar a tu hijo mientras estás fuera, todo saldrá bien.
—No hay problema.
***
—¿Es decir que ya eres famosa?
—No, Tony, no de la manera que lo imaginas.
—Pero saldrás en la TV —exclama. Muerde su sándwich de atún y me señala.
—¿Vas a salir en la televisión, mami? ¿Cómo Peppa? —Santi brinca de emoción y sus dos ojitos azules se iluminan ante la idea.
—Sí, cariño. Saldré en la televisión.
—¡Guau! ¿Vas a presentarme a Peppa?
Bueno…
—Peppa está en otra televisión Santi, tu mami saldrá en la de adultos y Peppa está en la de niños. —Limpio las mejillas de mi angelito mientras Erika intenta razonar con él.
—Oh, ya veo, hay dos televisiones. Y siempre veo la de niños. ¿Mami puedo ver la de grandes? ¿Puedo verte en la TV?
—Claro que sí, cariño.
—¡Bien! —grita feliz y alza su puño con emoción.
—Así que, ahora que tendrás muchos días ocupados ¿Quién cuidará del demonio?
—¡No le digas así, Erika! —gritamos Tony y yo a la vez.
—¿Quién es un demonio? —pregunta mi inocente bebé
—Tú —dice Erika.
—Nadie —respondo.
Fulmino con la mirada a Erika cuando mi pequeño hace un puchero y está a punto de llorar.
—Pero eres mi demonio favorito, el demonio más lindo e inteligente —dice intentando arreglar la situación.
—¿En serio, tía Erika? —Esos esperanzados ojitos azules miran a mi amiga.
—Sí, por supuesto.
—¡Genial! —grita—. Mami necesito cuernos.
—No por supuesto que no. —Le entregó otra papa con salsa roja—.
Hablaré con Candice, si ella no puede tenemos a Tony.
—Yo cuido del pequeño, sabes que amo a mi sobrino a diferencia de otras.
—Yo amo a mi demonio ¿No es cierto, cariño?
—Sí, tía Erika.
—¿Ves?
—Santi, ¿Quieres saber quién fue la persona que te dañó el DVD de Peppa? —Tony sonríe mientras Erika se tensa.
—Oh, no. No lo dirás.
—¿Quién, tío Tony?
—Bueno fue tu ti…
—Fue el lobo feroz, ese que se come las ardillas —responde precipitada, Erika. Río junto a Tony—, pero no te preocupes, tu tío Tony nos mantiene a salvo —murmura a regañadientes.
—¡Tío Tony es el mejor!
—Tú lo has dicho, sobrino. Soy el mejor.
—Idiota.
—Oh, tía Erika ha dicho una palabra fea, mamá. —Se vuelve y mira acusadoramente a su tía—. Debes darle cinco al tío, por ser grosera con él.
—¿Pero qué demo… —Se detiene cuando mi mirada se estrecha—. Esto es el colmo. Toma, holgazán.
—Qué fácil es ganar dinero aquí —dice Tony, se recuesta en nuestro asiento y sonríe feliz agitando el billete.
—Tú… —Erika observa a mi hijo, resopla—, ya me las pagarás.
Unos minutos después terminamos nuestro almuerzo. Continuamos hablando sobre el trabajo, hasta que Santi se dirige a los juegos. Mientras lo observamos cómo halcones, caigo en la inquisición.
—Bien, ya que estamos fuera del alcance de oídos inocentes… —Erika y Tony frotan sus manos—, es hora de que nos cuentes con lujo de detalles cómo te fue con la súper estrella anoche.
Suspiro. —Ya se lo conté a Tony, que él te lo resuma.
—Si quisiera un resumen ya le habría preguntado. Ahora dime, ¿Qué tan grande la tiene?
—¡Por Dios Erika! —Ambos rompen a reír.
—No te hagas la santa prima. Por lo que alcancé a ver Erika, la tiene bien jugo…
—Basta estúpidos. No voy a hablar de la polla de nadie aquí. —Observo a mí alrededor para ver si algún padre de familia nos ha escuchado.
—Es un lugar aceptable. Vamos Andy, dinos.
—La tiene… bien, vale. Es lo que una mujer quiere y necesita. —Me sonrojo recordando todo lo que me hizo esa...
—¡Oh, mi Dios! Pero mira a nuestra quinceañera. —Aplaude Tony
—Debe follar sabroso ese chico, con la estúpida sonrisa que tienes.
—No estoy sonriendo —gruño a mis amigos.
—Sí, lo estás. ¡Han vuelto los orgasmos!
—¡Erika! Maldita sea —gruño cuando dos padres de familia se voltean sorprendidos hacia nosotros.
—¿Qué? Ni que ellos no supieran qué es un maldito orgasmo. —Se voltea hacia el más joven—. ¿Apuesto a que tú aún haces gozar a tu esposa?
—Mientras lo dice sacude sus tetas. Ambos hombres tragan fuerte, haciéndonos reír a carcajadas.
De pronto el hombre más joven se recompone y estalla en una mega sonrisa. —¿Quieres comprobarlo, cariño? —lame sus labios y el hombre más viejo lo observa estupefacto.
—Prefiero preguntarle a tu esposa cariño —responde Erika sin perder su sonrisa—. Oh, apuesto a que es ella. —Señala a una señora que viene furiosa hacia nosotros. El color desaparece de la cara del hombre.
—¿Qué estás haciendo, Mitch? —gruñe y fulmina a su esposo y a mi amiga con la mirada.
—Na… Nada, cariño. Las señoritas sólo preguntaban a qué guardería van los niños.
—Sí, claro y estos son de leche, ¡Estabas coqueteando con ella!
—¡Mami! ¡Mami! mira, encontré una mariposa muerta —Mi pequeño viene corriendo hacia nosotros con el insecto en su mano.
—¿Ya estaba muerto cuando lo encontraste? —pregunto dudosa.
—Sí, mami, lo juro.
—De acuerdo bebé, te creo.
—¿Lo ves?, ese es su hijo, vamos cariño no te enojes. —Sigo escuchando a la pareja discutir. Al debe ser normal en ellos, por la forma en la que el otro hombre rueda sus ojos y se aleja.
—Hiciste discutir a ese matrimonio, Erika.
—No, Tony. Ese hombre estaba mirando mis tetas desde que llegamos, simplemente espere el momento perfecto para joderle la vida.
—Eres terrible —ríe Tony.
—Cariño, vamos a casa.
***
Logro ponerme de acuerdo con Candice, mi niñera. Está comprometida en cuidar a Santi cuando estemos en la ciudad, pero en los viajes debo llevar a Tony. Las siguientes noches cuando mi cabeza cae en mi almohada suspiro al recordar lo bien que se sintió estar en brazos de Luke, desecho esas ideas a la misma velocidad que llegan. El sábado debo ir a la librería nacional para la firma de libros, me encuentro algo nerviosa. No sé qué esperar, pero mis amigos y mi hijo me animan y calman.
—Te ves muy linda, mamá —dice Santi. Levanto mis ojos para agradecerle, pero…
¡Mierda! Pero que le pasó a mi hijo.
—¿Quién fue el genio que le dio helado unos minutos antes de salir?
—pregunto en voz alta, Erika se encoje de hombros—. Cariño mira cómo te volviste. —Intento limpiar el helado de su pequeña camisa, pero es imposible—. Ven, vamos a cambiarnos.
Recorremos el pasillo hacia a las escaleras y diviso a Tony comiendo helado en la cocina.
—Sigue, cariño, mamá ya te alcanza. —Cuando lo veo desaparecer arriba golpeo en la cabeza a Tony—. Tú idiota ¿Cómo se te ocurre darle helado cuando ya está vestido para salir?
—¡Me hizo ojitos de cachorro! —Se defiende sobando su cabeza—. Sabes que nadie se resiste a esos ojitos.
—Tienes razón —Sonrío—, pero igual te merecías el golpe.
Cambio la camisa y limpio el rostro, y manos de mi angelito, pronto estamos en mi auto rumbo a la librería nacional para mi primera firma de libros.
No puedo describir mi emoción por ello.