—¿Qué carajos te pasa Andy? —grita Erika mientras se acerca—. Acabas de espantar como una cucaracha al hombre más sexy del mundo
¿Sabes cuántas chicas morirían por él?
—Lo sé —contesto, cabizbaja y sintiéndome como una niña regañada— No lo reconocí al principio, además fue muy petulante Erika —Recuerdo su arrogancia y ya no me siento mal—. Él quería que yo levitara a su alrededor. Está bien que sea el dios del sexo personificado, pero tengo dignidad y no voy a parecerme a esas. —Señalo a todas las mujeres idiotizadas alrededor de la estrella sexy—. Quiero sexo, pero no voy a rogar por él.
—Hmm... —Lo piensa por un segundo—, tienes razón, que trabaje por ello. Y parece que funciona, te estás haciendo desear y él no puede apartar sus ojos de ti. —Los míos se dirigen hacia el sexy Adonis y efectivamente, está observándome con intensidad. Mi corazón se acelera y mi cuerpo se estremece por su efecto en mí.
—No estoy haciéndome desear —No conscientemente—, pero si ese hombre quiere un pedazo de mí... bueno debe esforzarse un poco. Ya es hora de que alguien lo ponga a trabajar por un hueso.
—Un hueso carnudo —bromea Erika y reímos—. Sigue bailando cariño.
—Y tú sigue comiéndote la cara de ese chico —murmuro con un guiño.
—No va a ser lo único que comeré esta noche —contesta moviendo sus cejas sugestivamente haciéndome reír.
—¡Golosa! —se encoje de hombros y llega nuevamente hasta el hombre anterior, probablemente tendremos otros pases VIP para mañana.
Unos minutos más tarde y sigo bailando sola, lamentando haber perdido la oportunidad de follar con el hombre más sexy del mundo. No soy de esas mujeres que dejan atrás su vida s****l simplemente por ser madres solteras, soy una buena persona, pero la carne es débil y de vez en cuando necesito sentir placer.
¿Qué el hombre más caliente del mundo esté ahí para dártelo? Eso es un valor agregado. Lástima que mi maldito orgullo haya echado a perder el encuentro, aunque me siento orgullosa de mí misma por no sucumbir como esas mujeres... ¡Por Dios! Solo les falta besarle los pies.
Está concentrado en la chica que se frota sobre él, permitiéndome contemplar seriamente al espécimen llamado Luke Marshall. Es bastante alto, de un metro noventa. Sus ojos son realmente oscuros al igual que su cabello, piel oliva, mandíbula cuadrada, hombros anchos y fuertes, es grande del modo "Tengo músculos, pero no uso esteroides" y hay un aura realmente enigmática a su alrededor, es hipnótico, cautivante, es imposible no sucumbir ante él. Si fuera un vampiro, justificaría el hecho de que ninguna fémina puede pasar por alto a ese hombre. Hablando de vampiros, debo terminar mi maldita novela pronto.
—Creo que hemos empezado con el pie izquierdo. —Un estremecimiento viaja por mi cuerpo cuando escucho esa voz. Maldito karma, he puesto en ridículo a mis protagonistas y ahora están cobrándome factura ¿Qué tiene este hombre? Oh si, según la revista People tiene el cuerpo más increíble de todos los tiempos, un aura de misterios y según algunos chismes jugosos, es una bestia salvaje en la cama, en el buen sentido.
—¿Tú crees? —Volteo para encontrarme con una sonrisa encantadora, mi perra interior retrocede y la auténtica romántica enamoradiza toma el control—. Sí, tienes razón. —respondo nuevamente con más dulzura.
—Lamento confundir tu diversión con una táctica para seducirme —Dudo mucho que crea que no lo estoy tentando. Esa sonrisa lo delata. —. Creía que sabías que estaba aquí y tratabas de llamar mi atención.
—Sí, bueno, yo creí que eras una engreída estrella que pretende todas nos postremos ante su presencia. —Interpreto el papel de inocente—. Me he equivocado. Luke Marshall no es un ególatra, sólo un simple mortal que no tiene culpa de ser tan... malditamente caliente.
Ríe entre dientes por mi respuesta, el brillo en sus ojos le hace cosas a mi cuerpo.
—Me tienes totalmente definido —dice, me entrega un vaso de licor, arrugo mi frente en desconfianza—. No hay nada sospechoso en él, me gusta que mis... amigas estén sobrias y conscientes mientras hablamos.
—Te tomaré la palabra. —Bebo el líquido. Es picante, pero delicioso.
Una hora después hemos hablado de casi todo, reído, bebido y disfrutado. Luke es realmente una persona interesante, tenemos casi los mismos gustos en música, increíblemente hemos hablado de cosas personales sobre ambos, lo cual me hace sentir halagada. Luke empezó su carrera cuando tenía trece años, su tío lo descubrió y el resto es lo que cada tabloide y revista dice. Sus padres viven una casa campestre, su hermana Katia junto a su sobrina Emily viven en la ciudad. El alcohol no deja de llegar y ambos no dejamos de beber, Erika y su amigo —Dominic— han desaparecido. Las chicas de antes me fulminan con la mirada cuando son escoltadas fuera del reservado por Dan —el hombre moreno— al parecer, Luke se cansó de ellas.
El alcohol hace mella en mi sistema y pronto halo del brazo a Luke para que baile conmigo, nuestros cuerpos se alinean para seducirnos con cada movimiento, caderas, pecho, abdomen, manos, aliento y sudor. Todos se combinan mientras dejamos que la música lleve nuestros cuerpos.
—Para ser una escritora, de esas que no abandonan su hogar, te mueves realmente sexy —susurra en mi oído, enviando olas de calor a cada célula de mi cuerpo.
—Y tú, para ser un egocéntrico dios del rock, eres bueno halagando a los demás. —El aire escapa de mis pulmones cuando siento el aliento de su risa en mi cuello.
—De vez en cuando debo ser amable con los simples mortales, darles algo de esperanza.
—Que idiota —río, aunque está lejos de ser mentira.
—Algún defecto debo tener, no puedo ser tan perfecto. —Se encoje de hombros y sonríe con malicia—. Aunque mis virtudes son realmente asombrosas.
Besa mi cuello y siento como el aire a nuestro alrededor cruje, la música y las personas se tornan lejanas mientras me derrito frente a esos hermosos e intensos ojos oscuros.
—¿Qué tan bueno eres con las manos? —pregunto agitada y excitada.
—¿Has escuchado mis solos? —pregunta y asiento con la cabeza—. Hazte a la idea entonces, así de bueno soy. —Su voz ronca termina por excitarme totalmente, lamo mis labios, sus ojos siguen el movimiento y se inclina para morder el inferior. Sus manos masajean mi cintura, sus dedos se mueven por cada curva de mi cuerpo, enviado notas de placer y creando demasiada anticipación.
—Creo... que me hago a la idea. —Su lengua se introduce en mi boca y nos enfrascamos en un exquisito beso. Me aprisiona contra su duro cuerpo, sin dejar de explorar el mío con sus manos, lame y muerde, respondo con igual empuje, pasión y deseo. Gruñe bajo en su pecho cuando muerdo con delicadeza su cuello y mis manos agarran su trasero. Cada parte de él es dura, sus manos ásperas pero su boca es gentil y provocadora.
—Necesito salir de aquí contigo —murmura mientras entierra su cabeza en la curva de mi cuello—. No quiero que alguien filtre para mañana, fotos de mí besando a la mujer más sexy de este club.
—¿Sólo del club? —pregunto descarada, mientras mi aliento se agita con la estimulación de sus dedos y sus labios.
—Creo que la modestia tampoco es una de tus virtudes —murmura divertido y excitado a la vez.
—Tengo otras virtudes que también puedo mostrarte —jadeo, mi lengua se adentra en su oreja y muerdo el lóbulo. El gruñido que escapa de él me dice que estoy en buen camino. Toma mi mano y con una leve inclinación de cabeza hace que Dan, el gigante, nos escolte a una puerta trasera.
—Erika... debo decirle que...
—No te preocupes —Me corta mientras abre una puerta y salimos a un callejón—, ella ya sabe que estás conmigo.
—El auto está listo, Luke ¿A dónde? —pregunta el gigante mientras Luke me observa atentamente, espero que la habitación de hotel este bastante cerca.
—Sólo llévanos ahí.
No entiendo donde es ahí, pero al parecer el gigante, Dan, lo entiende. Una Hummer negra se estaciona y soy empujada dentro, entre Luke y Dan
—incomodo. Cuando las manos de Luke me atraen hacia él y sus labios vuelven a chocar con los míos, me olvido de que probablemente el gigante está viendo mi ropa interior.
Mientras devoramos los labios de cada uno, la Hummer nos conduce a un alto edificio en uno de los sectores más privilegiados de la ciudad, en el estacionamiento logro ver al conductor —un hombre de unos cuarenta años— y lo saludo ruborizada. Seguimos hacia el ascensor en compañía de Dan, Luke se acomoda a mi espalda y envuelve sus brazos a mi alrededor mientras deposita besos en mi cuello. El gigante ni se inmuta ante nuestras DPA1, debe estar acostumbrado a esto.
Sexo, sexo es lo que prometen esos besos y esas manos sobre mi cuerpo, y aunque las sensaciones y la respuesta de mi cuerpo al suyo es bastante intensa y semejante a lo que manifiesto en mis libros, soy conscientes de que esto es sexo y nada más. El ascensor se detiene en el último piso, las puertas se abren y nos dirigimos a una de las dos puertas en el pasillo. Dan permanece en el ascensor y se despide de ambos.
Me adentro al lugar y no me tomo la molestia de observar, me lanzo sobre éste maravilloso, caliente y sexy hombre. Lo beso con necesidad y con locura, gemimos mientras ambos nos consumimos en fuertes caricias y deseos. Poco a poco la ropa desaparece, el aire se torna denso y se nos hace más difícil respirar, su colonia y la mía se mezcla en el espacio. Sus manos viajan por mi cuerpo al igual que las mías por el suyo, explorando y reconociendo, somos salvajes, bestiales. Mi vestido cae en algún lugar de la enorme sala, su ropa en el pasillo, mis zapatos en la entrada a una habitación y mi ropa interior cerca de una enorme cama. Su boca viaja por todo mi cuerpo, despertando todos los lugares correctos y los incorrectos también.
—Definitivamente eres caliente —susurro con una sonrisa cuando mis manos recorren su hermoso torso esculpido, estoy lo suficientemente ebria como para no lograr reconocer sus tatuajes—. Debería fotografiarte y luego colocar tu cuerpo sobre mi cama.
—Eres una chica traviesa —Sonríe, besa mi ombligo y me estremezco —, y yo debería dibujar el tuyo. Eres una mujer realmente hermosa, estoy seriamente afectado contigo.
No sé si es por todo el licor en nuestros sistemas y por eso estamos tan locos, frenéticos y necesitados. Mis manos alejan la tela que separa su parte más dura de mi cuerpo y las suyas arruinan por completo mi hermoso conjunto de Victoria Secrets. Besa mi cuello, mi boca, mis pechos. Muerde mis pezones y lame un camino hasta mi pelvis provocando fuego en mí. Lentamente separa mis piernas y su legua se aventura hacia el sur. Jadeo cuando sus labios recorren la cara interna de mi muslo y salto en la cómoda cama cuando su lengua traza mi entrada. Gimo, grito y me retuerzo con las sensaciones que este hermoso hombre me provoca, es realmente bueno con su boca. Como para hacer un punto, sus dedos se unen al festín que se da de mí y es todo lo que necesito para explotar fuertemente sobre su sexy rostro.
Unos segundos pasan mientras lo siento recorrer mi cuerpo en ascenso hasta mi boca, logro probarme a mí misma en él y eso me excita nuevamente, percibo el sonido de algo rasgándose y luego la invasión caliente en mi entrada me dice que está listo para demostrarme porqué las mujeres acuden a él como abejas a la miel, y por qué desean repetir. Besa suavemente mis labios y me regresa a la consciencia mientras se empuja suavemente en mi cuerpo, siento como me estiro para cobijarlo, él es enorme, es realmente grande, lo he visto y ahora lo siento en mí. Su pelvis toca la mía y está totalmente enterrado en mí, aprecio que voy a morir de placer. Pero cuando se mueve con ese ritmo suave y fuerte a la vez, dimensiono la tortura a la que me he apuntado.
Se empuja en mí con más fuerza y velocidad, rota sus caderas llegando a cada punto exacto, haciéndome gritar, rogar y gemir como una puta en iglesia. Araño su espalda, arqueo la mía, muerdo sus labios y empujo mis caderas para encontrarme con él en cada embestida. Unos pocos empujes más y estoy levitando, flipando, volando hacia el más increíble orgasmo producido por un hombre en una mujer. Soy consciente de su nombre en mis labios y también de cómo sus empujes se tornan frenéticos mientras su propio clímax se acerca. Gruñe mi nombre y lo siento derramarse en mí. Cuando sus temblores y los míos terminan, sale de mí y se deshace del condón, ruedo sobre mi espalda agotada y embobaba por los rastros de mis dos orgasmos y el alcohol.
—Sí, Luke Marshall, eres una bestia en la cama. —Siento su cuerpo vibrar detrás de mí, eso lo dije en voz alta—. Toma el dedo medio Michael.
—¿Quién es Michael? —pregunta gruñendo como un toro.
—Un mal polvo de una noche, pensé que estaba condenada por ese bloquea orgasmos, pero apareciste tú ¡Oh dios del sexo! Creo que estaré bien.
—Me alegra saber que he servido a una buena causa.
—Todavía te queda un poco más de trabajo aquí. —Señalo mi cuerpo. Un brillo mortal aparece en sus ojos y mi piel se enciende con sólo verlo.
—Es todo un placer para mí complacerla, bella mortal.
Dos rondas más de increíble sexo y caigo sobre las sabanas, agotada. No tardo en dormirme, no sin antes sentir una mano en mi cintura y un cuerpo caliente en mi espalda.