—Mi nombre es Claudia, vengo de una familia simple donde nunca nos faltó un plato en la mesa pero tampoco nos sobró el dinero, mis padres atendían su pequeño negocio de barrio, ese lugar donde encuentras de todo y que todos en el área conocen, mi madre tenía un amor increíble por sus plantas y sus animales, siempre crecí rodeada de ellos habían días que en broma le decía que nuestro hogar parecía jungla, rescatamos más de un perro y un gato que formaron parte de nuestras vidas, éramos sólo los tres pero no necesitábamos más, nuestra casa aunque no era grande tal vez en ese momento la sentí enorme y hoy… no queda nada.
—¿Cómo pasó todo? —pregunté con miedo, incluso sabía que contar su historia no sería fácil, pero hay veces que es importante decir lo que se tiene en pecho y dejarlo salir es la única manera de continuar.
Ese pequeño café donde cada uno entraba y salía, donde veía a familias sentadas con niños tratando de convencerlos para que se quedaran tranquilos mientras la pobre mesera trataba de tomar la orden y atender a más de uno a la vez y en medio de ese casi organizado caos Claudia respiraba profundo para poder seguir su historia que sin duda será la catarsis que tanto necesitaba.
—Tenía 19 años recién cumplidos cuando mi madre murió de un cáncer al esófago todo fue tan rápido comenzó a sentirse mal y sólo 3 meses después partió, recuerdo que por esos días trabajaba como niñera por las tardes y llamaba a casa cada vez que podía para saber cómo seguía en una de esas llamadas escuché a mi papá pude sentir el miedo y la tristeza en su voz contestó muy preocupado sabiendo que ella estaba muy mal incluso la alcancé a escuchar quejándose, quería dejarlo todo para correr a casa pero no podía dejar a dos niños recién nacidos solos así que y apenas llegaron mis jefes salí corriendo, Dios sabe que luché por llegar a tiempo yo quería tomar su mano yo quería estar ahí para ella pero no alcancé a llegar porque en el camino encontré al mismo diablo.
—Imagino que ese tiene nombre y apellido.
—No lo dudes es el hijo del alcalde de la ciudad además su padre es dueño de grandes plantaciones en un pueblo cercano, controla todo y su hijo es un maldito miserable.
—¿Qué pasó exactamente? —no pude evitar preguntar, aunque casi con miedo de lo que venía en esa historia que tal vez superaba por mucho cualquiera de mis novelas.
Y después de respirar profundo y tomar un sorbo de agua Claudia continuó —Yo corría ya que no veía ningún taxi pero de pronto este idiota llegó en su moto con sus amigos y me rodearon, les pedí… es más les rogué, les supliqué que me dejaran ir pero sólo sirvió para que se burlaran de mí, el miserable de Sebastián me acorraló hacia la pared de una casa he intentó besarme, incluso me manoseó frente a todos, mi rabia era tan grande que lo empujé le escupí en la cara y le dije con ese coraje que sale del alma con una voz que hasta yo desconocía que me dejara en paz… pero no le importó y así me tuvo detenida por más de 10 minutos que en ese momento parecieron 10 horas, incluso rasgó mi blusa y expuso mis pechos frente a todos.
—Maldito miserable —dije sin poderme contenerme sentía tanta rabia de saber como ese tipo de desgraciados están por todas partes y son peores cuando están en grupo.
—Tienes razón es un maldito desgraciado justo en ese momento pasó la ambulancia que iba camino a mi casa y cuando él se distrajo le di con mi rodilla entre las piernas y lo empujé corrí como pude siguiendo la ambulancia algo me decía que debía seguir.
—¿Y qué pasó con ellos?
—Como Sebastián estaba sobándose las… ya sabes a que me refiero no me pudo retener mientras sus amigos se burlaban de él… como pude traté de arreglar mi ropa mientras corría y cuando llegué a casa el médico dijo que mi madre acababa de partir.
—Cuanto lo siento —respondí cerrando mis ojos y recordando también mi historia porque todos tenemos una perdida y ninguna duele menos que otra y escuchar su dolor trajo a mi mente los míos propios así que entendía de alguna manera lo que debió sentir.
—Si ese imbécil no me hubiese detenido yo hubiese estado ahí para ella y para mi padre, pero él queriendo demostrar lo que era y que podía hacer…
Los ojos de Claudia volvían a llenarse de lágrimas en un momento en el que llegó la comida a la mesa la verdad es que no podía imaginar la frustración y el dolor de esa chica que a los 19 años debió se enfrentar con un idiota que queriendo demostrar su hombría sólo dejaba ver lo poco hombre que era en realidad, tomé su mano como en acto de solidaridad y de apoyo tal vez para entregarle parte de mi energía o para darle fuerzas porque dentro de mi sabía muy bien que eso no había sido lo más difícil que ella había tenido que vivir, después de tomar nuevamente otro sorbo de agua y el primero de café que en ese momento para ambas sabía como al mejor de los elixir vi como ella respiraba profundo y miraba lentamente su libreta era claro que Claudia sentía que debía seguir y ya no importaba si en la mesa del lado había una conversación tranquila o una pelea con el niño que había decidido sólo comer las papas fritas nuestra mesa tenía una historia que acababa de comenzar a la cual le quedaban bastantes cafés así que después de respirar profundo Claudia sacó lentamente otro de los pañuelos desechables del paquete tomó un poco de agua me miró y dijo —Gracias.
—¿Por qué me das las gracias? —le pregunté con asombro.
—Tienes razón la verdad necesito hacer esto o el dolor seguirá en mi pecho y no me va a dejar continuar… quisiera vengarme de ese infeliz, pero no lo puedo hacer sino saco todo esto del alma.
—Te entiendo, pero la mejor venganza en la vida es demostrarle a quien te hizo daño que no pudo contigo y eso es lo primero del resto hablaremos después lo importante ahora es recobrar fuerzas y renacer de las cenizas porque estas recién comenzando no olvides que a tu historia le faltan muchas páginas.
Dar un respiro profundo por unos segundos fue lo que Claudia pudo hacer de pronto veía la comida frente a ella yo le sonreí y dije —Vamos a tratar de comer un poco primero y respirar profundo porque se que tienes mucho más que decir estoy segura.
Claudia abrió su libro buscó una carta que estaba dentro era como una nota escrita en una hoja de cuaderno que estaba perfectamente doblado pero que se notaba había sido abierta varias veces como si la hubiese leído una y otra vez, sin lugar a duda era importante para ella y sin saber porque me la entregaba a mí, a una desconocida que hasta hace un rato jamás había visto pero era claro que necesitaba buscar a alguien en quien confiar así que con cuidado tomé la carta y la abrí.
“Mi vida, sé que falta cada vez menos para que nos volvamos a encontrar yo sé que podremos hacer realidad todos nuestros sueños, apenas vuelva iré a hablar con tu padre y fijaremos la fecha de nuestra boda, será una fiesta pequeña como siempre hemos querido pero con todo lo que soñamos, con un lugar en la mesa para tu madre porque sé lo que significa para ti, te veré llegar con un hermoso vestido blanco y una corona de flores en el cabello que serán el complemento perfecto de tu ramo, no sabes cuantas veces he soñado con ese momento, celebraremos nuestra unión junto al árbol en el parque donde te besé por primera vez, sé que no tendremos muchos invitados pero serán los que de verdad son importantes para nosotros, te esperaré junto a mi madre que sabes te quiere como a una hija y tú caminarás del brazo de tu padre, yo estaré ahí con lágrimas en mis ojos que no podré contener porque por fin podremos cumplir nuestro sueño, nos daremos unos dos o tres años para tener una familia como siempre dijimos, ya casi termino mi vida, tú sabes que esta carrera de medicina no ha sido fácil pero he mantenido tu foto junto a mi cama cada día para impulsarme porque quiero nuestra vida juntos y no te preocupes yo te apoyaré para que termines tu carrera de finanzas, siempre fuiste la mejor con los números, sé que lograrás todo lo que te propongas y tendremos una vida hermosa, espérame mi vida ya pronto estaremos juntos.
Te amo, Luis”
Había tanto amor en esas líneas y también tantos planes que sentí miedo de decir algo y sin poder contener las lágrimas tuve que preguntar —¿Es tu novio? ¿Dónde está?
Casi pude sentir su respuesta no quería escucharla porque sentía miedo, pero al mismo tiempo sabía que era necesario.
—Si es mi novio o mejor dicho era, en realidad su mamá me avisó hace unos días que había muerto mientras él iba camino a Nueva Esperanza… habíamos planeado nuestra boda creo que desde el primer beso que nos dimos aunque estoy segura que yo la planeaba desde el primer día que lo vi cuando sólo éramos unos adolescentes, nosotros hicimos el amor la primera vez antes de que él se fuera a estudiar recién habíamos terminado la secundaria y acabábamos de cumplir los 18 años y ya no lo pudimos evitar más, fue nuestra primera vez para ambos, fue maravilloso yo lo amaba… no es verdad, yo aun lo amo él sigue aquí lo siento y sé que él también me amaba, cada vez que tenía vacaciones buscábamos la manera de revivir esa primera vez, y cada una de ellas me sentía aún más segura y plena entre sus brazos así estuvimos por los pasados casi siete años, no fue fácil pero nos amábamos tanto que lo superamos todo, sus deseos por ayudar a los demás eran tan grandes que todo su trabajo fue pensando algún día convertirse en el médico de los pobres, ayudar siempre a quien más lo necesitaba, siempre fue un chico brillante, entró a la escuela de medicina a sólo un mes de cumplir 18 años había terminado la secundaria con las mejores calificaciones de su escuela había incluso estudiado en base a una beca desde pequeño iba un año antes que sus compañeros lo mismo que yo, me enamoré de él cuando sólo era una niña, viví cada uno de sus logros como si fueran míos, he soñado con una vida juntos y ahora ya no está y tengo miedo de aceptarlo.
—¿Por qué lo dices así?
—Luis venía de regreso, habíamos tenido una discusión por teléfono porque se había enterado por uno de los amigos de Sebastián lo que pasó la noche en que mi madre murió yo jamás se lo quise confesar más por miedo que por vergüenza, sabía que si él se enteraba se enfrentaría a Sebastián.
—¿Ellos se conocen?
—La verdad es que en ese lugar muchos nos conocemos en especial porque tanto Luis como yo estudiábamos en esa misma escuela privada que Sebastián y sus amigos, aunque ambos habíamos estado ahí gracias a becas.
Mientras veía como los ojos de Claudia se volvían a llenar de lágrimas de dolor y de angustia, pero también de ese amor grande y bonito que seguro recordaba.
—¿Entonces jamás le contaste lo que el maldito Sebastián intentó hacerte esa noche?
—Nunca tuve el valor sabía que provocaría un enfrentamiento entre ellos y todo el mundo sabe de lo que Sebastián es capaz.
—¿Qué pasó de verdad? Si se puede saber.
—Luis me llamó y me reclamó que nunca le hubiese contado lo que pasó esa noche, pero ahora sería aún peor ahora de verdad no podría ni siquiera volver a mirarlo a los ojos.
—¿Acaso ese infeliz no te hizo suficiente daño ya? —pegunté realmente enojada
—Para él nunca será demasiado y siempre he sabido que ese rodillazo yo lo pagaría tarde o temprano en especial ahora cuando quedé completamente sola después de que asesinaran a mi padre.
—¡¿Cómo es que lo asesinaron?! —respondí casi sin poder entender tanto sufrimiento que esa chica tenía en su corazón.
—Mi padre estaba atendiendo su negocio y llegaron unos tipos armados a asaltarlo le dispararon y lo dejaron desangrándose cuando llegué ya era demasiado tarde una vecina me dijo que ella vio como unos tipos en moto llegaron con las caras tapadas, pero pudo ver el tatuaje de uno de ellos en el brazo que era una calavera junto a la pirámide con el ojo que todo lo ve.
—No quiero preguntar… pero…
—Yo sé que Sebastián tenía un tatuaje en el brazo de una calavera así que fui a hablar con un chico que hace tatuajes en la ciudad y el me confirmó en secreto que Sebastián hace un mes se había tatuado la pirámide.
—Maldito infeliz… perdón no soy el tipo de persona que le desea mal a nadie, pero este de verdad merece todo lo malo.
—Yo le fui a reclamar estaba destrozada acababa de enterrar a mi padre y solo dos días después tuve que acompañar a la madre de Luis para que recibiera las cenizas del amor de mi vida dijeron que era él porque sus pertenencias estaban ahí junto al carro que se volcó y estalló, de verdad ya no tenía nada que perder.
—¿Qué te dijo ese desgraciado?
—Dijo que él hacía lo que quería y que yo le podía reclamar a quien quisiera y cuando me le eché encima me golpeó y me quiso violar.
—¿Lo consiguió?
—No.
—Como lograste escapar.
—Simplemente no hice nada, no lloré, no grité, no supliqué, sólo quedé esperando fría sin hacer nada.
—Maldito infeliz de seguro sólo funciona con el dolor de otros.
—Me quitó las bragas puso sus dedos en mi v****a y yo no hice nada, me reclamó que no era virgen y sonreí… me grito, ¡¿No vas a gritar, no me vas a pedir que no te haga nada?! y le dije yo ya estoy muerta, nada de lo que hagas ya me puede hacer más daño.
—¿Y qué hizo el miserable ese?
—Me pegó y me pateo mientras estaba en el suelo… pero yo no hice nada ni siquiera pude llorar, la verdad quería que me matara que terminara con mi vida y con este sufrimiento que era mas grande de lo que creí podría soportar, pero el maldito sólo puede abusar de una mujer si ve el dolor y como yo no hice nada se enojó y me dejó tirada en la calle y se fue.
—¿Qué pasó después?
—Llegué a mi casa, a lo que quedaba de mi hogar de ese lugar donde estaban mis recuerdos y mi vida, guardé todo lo que tenía y dejé Nueva Esperanza llegué a la estación de buses y tomé el primer bus que pasó, yo tenía mis papeles y mi pasaporte con mi visa vigente ya que con Luis pensábamos viajar para nuestra luna de miel y simplemente tomé el primer vuelo que encontré y ni siquiera me preguntes como llegué aquí, no lo sé.
Sólo pude tomar su mano sentí tanto su dolor y su falta de querer continuar y era claro que entendía por qué ella sentía que su vida ya había terminado y no era justo sólo pude decir —Por Luis, por tus padres, vas a tomar fuerzas y te vas a levantar, creo conocer a las personas que te pueden ayudar tranquila Claudia es hora de renacer.