Capítulo 1: Vacaciones de Verano
Narra Evangeline
—Bien chicos, que tengan un excelente verano; nos vemos después de las vacaciones.
Todos esperábamos esas palabras, por fin, ya era el momento de un merecido descanso.
—¡Sí! Ay, ya no quería verlos —dice un compañero tomando su morral—. Los amo, pero ya estaba a punto de colapsar, este semestre me noqueó más de una vez, necesitaba vacaciones urgente.
Me reí por su comentario y claro que comparto lo que dice, también estuve a punto de rendirme, pero resistí hasta donde pude.
Salí de clases con mi laptop en la mano, iba directo a la salida, no puedo irme con los demás a celebrar el cierre del periodo porque tengo otros compromisos.
—¡Evangeline! ¡Espera! —grita Ferka detrás de mí.
La chica se hace a un lado y toma mi brazo.
—Oye, ¿te vas? ¿no vendrás con nosotros?
—No, no puedo, tengo algo pendiente en casa.
—Evangeline, nunca estás en nuestras celebraciones, ¿Qué sucede? ¿no te caemos bien?
—No es eso, es que… Tengo que trabajar, en una hora empieza mi turno en la cafetería donde estoy.
—Oh, lo siento, no sabía que tenías otro trabajo.
Ferka siguió caminando conmigo, empiezo a preguntarme si no soltará mi brazo ¿irá conmigo al trabajo o qué?
—Oye, ¿Qué harás en las vacaciones de verano? No me digas que trabajar.
—No, me tomaré un descanso; mis jefes saldrán del país con sus hijos y estarán inactivos hasta que regresen.
—Si no tienes nada que hacer, puedes llamarme; normalmente a casa llegan algunas amigas y se quedan todo el verano, será muy divertido.
—Gracias, Ferka; te estaré llamando —dije soltando su agarre y cruzando la calle directo a la estación de buses.
Me senté en el lugar que da al lado de la ventana, puse mi morral y mi laptop en mi regazo mientras miraba a través de la ventanilla.
De la nada, un mensaje me regresa a mi realidad, pero no estaba de ánimos para responder; luego, llegaron más y más mensajes, así que me vi en la obligación de leerlos.
—Ya inició el verano, voy saliendo de la universidad ¡por fin! Mañana a primera hora iré al aeropuerto.
—Evangeline, dime que si pensaste lo que te dije.
—¿Hola?
—Evangeline, dime que sí vendrás a Miami, por los viejos tiempos.
Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en el cristal, ¿por qué insiste? ya le había dicho que no estaba segura, Miami está un poco lejos y no sé si el dinero que tenga ahorrado sea suficiente. Mi móvil empieza a sonar y no tuve de otra que constestarle.
—Hola, Kate.
—Oye, ¿Por qué no me respondes?
—Lo siento, estaba aún en clases.
—Dime que sí vendrás a Miami, puedo retrasar mi vuelo y encontrarnos en el aeropuerto para ir juntas a casa ¿Qué dices?
—Oh, Kate, no estoy aun segura de sí pueda ir contigo.
—¡¿Qué?! Pero si habíamos dicho que este sería el verano de nuestros sueños, ya tenemos cinco años de no vernos, por el amor de Dios; que clase de mejor amiga eres. ¡Vamos, dime que sí!
—Tan pronto llegue a mi casa te doy una respuesta ¿vale?
—No, no me dejes hablando sola, Evangeline, esp…
Llegué a casa y encontré a mi papá preparando algo de comer.
—Cariño, ya volviste ¿Qué tal tu último día de clases?
—Pues, todo bien.
—Creí que irías directo a la cafetería, ¿no trabajarás hoy?
—Sí, pero mi turno es en la noche; tengo tiempo para tomar una siesta e irme.
Me apoyé de la barra de la cocina mientras veía a papá freír papas.
—Oye, pensé en darte esto más tarde, pero ya que estás aquí…
Mi padre saca de su delantal un sobre, lo deja en la barra y lo desliza por la superficie hasta mí.
—¿Eso qué es?
—Ábrelo.
Fruncí mi ceño y abrí el sobre por un lado, me sorprendí un poco al encontrar con algo de dinero.
—¿Y esto?
—No te había dicho, pero hace unos días conseguí un trabajo. Estoy ayudándole al señor Nelson en su taller por las mañanas.
—Oh, papá, eso me alegra mucho… pero, ¿Por qué me das esto?
—Es que, pedí que me hicieran un adelanto, quería dártelo a ti. Ayer escuché tu llamada con Kate y pensé que deberías ir con ella este verano; hacer lo que las chicas de tu edad hacen, mereces ese descanso y divertirte.
—Papá no, no puedo recibir esto, lo necesitas.
—No, estaré bien, de verdad; enserio, quiero que tengas unas vacaciones reales, como antes.
—Antes era muy joven para entender los problemas económicos que hay en casa.
—Eres joven, anda. Deja de preocuparte por estas cosas, llevas cinco años trabajando sin descanso; mereces un tiempo para ti, no te preocupes por mí.
Mi padre toma el sobre y lo pone sobre mis manos, la presiona un poco y me mira a los ojos.
—Estaré bien, así que empaca tus cosas, quiero que vayas a Miami.
—Papá…
Él me sonríe y deja un beso en mis manos.
Mordí mis labios sintiéndome culpable por tomar ese dinero para mis vacaciones, pero al tiempo, siento que podré tener un respiro.
Tomé mi móvil y le escribí a Kate.
—¿Adivina qué? Sí iré a Miami.
—¡Por Dios! Verás que este será el mejor verano de nuestras vidas ¡lo prometo!
Compré en línea los boletos de avión, iré en un vuelo directo desde Bellingham Washington, hasta Miami, Beach. Será casi diez horas y media de vuelo, pasaré de este clima húmedo a ambiente soleado que necesito.
La mañana siguiente mi padre me acompañó al aeropuerto, estuvo conmigo hasta el momento de abordar. Hacer esto me trae lindo recuerdos de mi infancia y parte de mi adolescencia. Pues, venía a Miami cada verano para quedarme con Kate en su casa, ese lugar era como el paraíso para mí.
Kate y yo somos amigas desde que éramos niñas, ella sabe todo de mí y yo lo sé todo ella; hace unos años no nos vemos en persona, pero cada que tenemos oportunidad de hablar por llamada, nos ponemos al tanto de todo.
Dormí durante todo el vuelo para que se acortaran las horas, cuando desperté faltaban dos horas para el aterrizaje. El acuerdo que hice con mi amiga, es que nos encontraríamos en el aeropuerto, ella está a unas tres o cuatros horas de Miami por lo que llegará antes que yo, pero decidió esperarme para ir juntas a su casa.
En el momento que salía son mi equipaje en mano, trataba de escanear el lugar para ver si la encontraba, pero había tanta gente que era difícil para mí.
—¡Evangeline! —grita alguien rodeándome por la espalda, algo que casi me mata del susto.
—Por Dios, Kate, casi me matas de un infarto.
Me di la vuelta y nos dimos un abrazo fuerte, algo brusco y poco ordinario al punto de captar las miradas de todos; pero no nos importan, por fin veo a mi amiga después de largos cinco años.
—Mira como estás, casi que no pude reconocerte —dice ella mirando mi cuerpo—. Tus pechos crecieron como tres tallas, no lo puedo creer.
—También estoy feliz de verte, Kate.
—Vamos, el chofer espera por nosotras.
Cargamos nuestros equipajes y salimos del aeropuerto, tal como había dicho, alguien esperaba por nosotras. En mis recuerdos, los autos de su casa son lujosos, pero esta vez, era demasiado. Había una limusina de color blanco estacionada frente al lugar esperándonos.
—Kate, por Dios.
Ella me mira con una sonrisa y me hala del brazo, me contagié de su emoción y supe en ese momento que sería el verano de mi vida.
Kate McKellen es hija de un importante empresario, su padre es dueño de casi todos los hoteles de Miami y su madre tiene un bufete de abogados; ella tiene la vida que cualquier persona quiere, empezó a estudiar diseño solo por tener algún tipo de certificado de estudio, pero sabe que su vida está más que asegurada.
En el camino, la emoción se fue desapareciendo cada que nos acercábamos más a su casa, fue notorio en la expresión de mi amiga.
—Oye, ¿está todo bien? De la nada pareces aburrida.
—No, es que… hace mucho no vengo a casa y se siente extraño para mí.
—Pero ¿Qué dices? Solo fueron un par de meses mientras terminaban las clases.
—No, hace un año que no vengo a Miami.
Junté mis cejas sin entender lo que decía.
—¿Por qué?
—Evangeline, mis padres se divorciaron.
— Oh, Kate, ¿por qué no me lo dijiste? ¿hace cuánto pasó?
—Hace un año.
Ella baja su cabeza y juega con sus dedos.
— Hace un año mi mamá se mudó de la casa de mi padre, por eso no había vuelto, no me podía hacerme a la idea que estaría en mi hogar, pero que mis padres ya no están juntos ¿Qué sentido tiene para mí? —cuestiona con una sonrisa ladeada.
—¿Por qué no me dijiste?
—No lo sé, creo que pensé que no era importante —responde con una extraña actitud—. Es por eso que necesitaba que vinieras conmigo, será más fácil para mí si tengo a alguien a mi lado.
—Oh, Kate.
Rodeé sus hombros con mis brazos y traté de darle ánimos.