Incredulidad

1099 Palabras
Marco Una vez concertada la cita, ya había decidido seguir con la farsa de ser Daniel Castillo, no podía ir por allí siendo Marco Augusto Añorve Lueguer, el dueño detrás de Grupo Añorve, saliendo con sabe Dios, ¿quién?, un punto a mi favor es que mi rostro no era conocido. Las r************* solo las del grupo, nada de mi persona o mi familia circulaba en los medios, me encargo de ello de forma meticulosa, ya vi el desastre que viene con la exposición. Y eso que en ese entonces aún no estaba el apogeo de las r************* , ni quiero imaginar, tal vez las consecuencias hubieran escalado a dimensiones que nos llevaran a la ruina total y definitiva. Lo que halle en esa cita fue una Sara muy natural, su atuendo bastante básico, sin una gota de maquillaje, todo indicaba que la tome desprevenida, sin quejas de mi parte, las grandes producciones y plastas de maquillaje suelen disgustarme. Y pensándolo bien, últimamente las mujeres con las que salgo son bastante plásticas y superficiales, no me importaba, después de todo no busco más que satisfacer una necesidad fisiológica. De desear compañía de calidad puedo recurrir a mi familia, amigos u otra opción. Eran muy transparentes las gesticulaciones de Sara, ya que delataban sus pensamientos, por lo menos me dejo ver que le era atractivo, cada que le sonreía, un ligero rubor rosado subía a sus mejillas. Era evidente su incredulidad, le entregué la tarjeta que le había pedido a Daniel, yo había planeado convencerla con alguna historia, resulto que era muy precavida, los engranes de su cabeza giraban y no la vi convencida del todo. — ¿Te parece si ordenamos y seguimos con nuestra conversación? — asintió. Llame al mesero, “Ceviche de pulpo, Pesca beurre blanc” fue su elección, “Grill de lechugas y un Short Rib” todo indicaba que nuestros gustos en comida eran opuestos, por lo menos hoy no me apetecía nada que viniera del mar. — Ilumíname — dijo, — ¿Cuáles son los inconvenientes de ser bien parecido? — ¡Hmm! Tiene más desventajas de lo que te pueda enumerar ahora, hace tiempo que no puedo tener una relación normal, ¿cómo decirlo? He conocido solo personas superficiales y enfocadas en la apariencia — de alguna forma era cierto. — Pero…, no es algo que sucede porque, es lo que tú mismo buscas — si supiera, yo no estaba interesado en relacionarme con nadie, bastaba con su compañía y pasar un rato agradable, eso era todo lo que necesitaba de mis “amigas”. Algo que no pensé a la hora de empezar mi intercambio con ella. — Estoy cansado de eso, ¡y mira!, al parecer funciono, te conocí a ti — rodó los ojos. — ¿Quién es el de la foto en el perfil, parece ser que tienes muchas de sus fotos? — me reí, lo que estaba a punto de hacer era loco. — Él es un buen amigo y colega en el trabajo. — ¿Y no se molesta de que uses su imagen? — ¡No! Me debe un montón de favores, no es una figura pública de todos modos — al trabajar para mí, Daniel tenía escaso tiempo para la socialización fuera del trabajo, ni hablar de tener r************* , era un requisito para estar a mi lado. No esperaría que la comida fuera tan buena, algo grato de este lugar, ambos nos observábamos para tratar de leer y descifrar al otro. — ¿Lo has logrado? — le cuestione, levanto la ceja. — ¿Qué…? — dijo. — Descubrir ¿qué clase de persona soy? — ¡Hmm! Eres contradictorio. — Adelante — quería saber qué conclusiones había sacado. — Tu aura y atuendo gritan, confianza, poder y dinero, ¿a qué se dedica Grupo Añorve? Me reí, me sorprendió la ligereza y fluidez de la conversación, mis modales y forma de expresarme me han dicho, es muy clásica y bastante observante del decoro por no decirme un snob educado, muchos de mis amigos encuentran difícil mantener una conversación conmigo, me tachan de acartonado, Sara me hacía relajarme y olvidar los protocolos. — Tú pausa me hace pensar que no quieres hablar del trabajo — expreso, con gran acierto, había tantos temas que no podía tocar, porque podía resultar en un completo desastre. — ¡Depende!, estás dispuesta a que nos enfrasquemos en las particularidades de lo que hacemos para ganarnos la vida. — Tienes razón, no tiene sentido, esta podría ser la única ocasión que nos veamos — la sonrisa dejo mi rostro, no me había gustado eso, yo esperaba seguir con una subsecuente cita. — ¡¿Aura?!, ¿qué exactamente te hizo llegar a esa conclusión? — le cuestione, por alguna razón quería saber con real franqueza, cómo esta persona me veía, ¿egolatra?, quizá un poco. — El traje, tu forma de hablar, ahora encaja con el contenido de los mensajes — de forma que analizo todo el conjunto, y no solo mi apariencia. — Para mí es de lo más lógico, trabajo directamente para el CEO; la vestimenta es solo uno de los beneficios de los que gozo; dinero, no me puedo quejar, la paga es muy buena — asintió dándome la razón. — ¿Algo más que ayude a despejar tus dudas? — lo pensó un instante. — ¿Por qué, yo? — ya que habían despejado la mesa solo esperábamos nuestro postre, me acerqué a la mesa, puse mi barbilla en mi mano. — ¿Por qué ¡No!? — Ya sé a dónde vas, y debo decirte que estás menospreciando tu potencial — le guiñe el ojo y solo se rio. — Tengo curiosidad de algo, ¿por qué escogiste este lugar? — le pregunte. — Nada en particular, ¿por? — dijo. — ¡No estarás planeando aprovecharte de mí! — abrió los ojos y se sonrojó, supuse que no le prestó atención al hecho de que este restaurante estaba dentro de un hotel. Negó vehementemente, me reí de forma sonora. La conversación siguió, yo encontraba muy fácil tomarle el pelo, lo hice porque eran fascinantes sus reacciones, no era pretenciosa o falsa, no le apenaba admitir su falta de conocimiento. Su autenticidad me gusto. La cuenta fue cubierta por cortesía de Daniel, ya vería después como retribuirle, Sara se ofreció a pagar, ya que ella había escogido el sitio, era un gran gesto, solo le dije que la próxima “cita” ella pagaría. — ¿Próxima? — pregunto, solo asentí.
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