Capitulo 4

1869 Palabras
Escucho una voz a lo lejos que me está llamando. —Tía, tía, tía. —pero no logro ver quien es, busco y veo a mi alrededor, pero no hay nadie. De repente siento como algo me sacude y abro mis ojos. —¡Tía, tía, tía! ya despierta, dijiste que cuando llegará ya estarías levantada, y ya estoy aquí, y tu aun en la cama. —Es la dulce y tierna voz de mi sobrina que ha llegado, y me está sacudiendo con sus manos. Yo con ganas de seguir durmiendo le respondo. —¡Ahssss!, Sophieeee, Cinco minutos más, no seas mala, ¿sí?. —le suplico haciéndole pucheros, pero con los ojos cerrados aún. —¡No! ¡Tía! ¡lo prometiste! —con un tono de voz triste pero manipulador. —¡Anda!, Ven y acuéstate un ratito aquí conmigo. —Siento que se acomoda a mi lado, me volteo para tenerla de frente a mí. Abrazándola y viéndola a la cara le digo— Te quiero mucho mi pequeña. Ella inmediatamente tapa su nariz con una mano y con la otra tapa mi boca, y me dice un poco asqueada. —Tía te huele muy feo la boca, creo que vomitare. —responde haciendo un gesto de repulsión, veo como arruga esa pequeña cara y hago como si le fuera a soplar en el rostro, ella inmediatamente se suelta de mis brazos y se levanta corriendo. —¡No tía! ¡no seas cochina!, Hay que lavarse los dientes cuando uno se despierta, y tú ya estás despierta, anda y cepíllate. No me queda de otra que levantarme de inmediato ya que Sophie no me dejara seguir durmiendo. Al levantarme, aun con los ojos pesados del sueño, observo lo linda que va vestida, tiene un conjunto de blusa larga hasta los muslos, manga larga, blanca, con rayas moradas, un estampado de mariposa en el frente, lleno de escarchas, unos leggins unicolores morado, zapatos deportivos blancos, y sus dos coletas, con esos hermosos rizos que le cuelgan hasta los hombros.  Le pregunto. —Y ese conjunto, ¿es nuevo? nunca lo había visto. Ella se da vueltas para que la vea por todos lados y mientras me dice. —Me lo compro mamá porque me porte bien el día que me llevo a trabajar con ella, me dijo que, si me portaba bien, cuando termináramos, me compraría una ropa muy bonita, he iríamos a comer helados, pero —colocando una carita triste— eso sí no me lo cumplido, porque el señor Luis no podía ir, —lo dice frunciendo un poco el ceño. Me da curiosidad saber quién es ese tal Luis, «mi hermana nunca ha salido con nadie y menos cuando tiene a Sophie», y le pregunto con un tono dulce pero curioso. —¿Sophie y quién es ese señor Luis?, ¿de dónde lo conoce mamá? —pero ella se fastidia y colocando una cara muy seria, arqueando una ceja y me dice. —¡Tía! No te diré quien es, sino te levantas y te bañas, tu boca apesta. — Tapa su nariz y sale de mi habitación, dejándome con aquella intriga, pensando en quién será ese tal Luis, «seguro Rommy le dijo que no me contara nada, ¡Jumm!, ya me lo contara, o cuando venga Rommy le preguntaré, ¡esa picarona no me ha contado nada!». Me voy al baño y me aseo. Cuando bajo, hacia la cocina, noto que mi papá tiene a Sophie en sus piernas y están riendo a carcajadas, mi padre como siempre haciéndole monadas, se ven muy chistosos los dos. Mi madre no está ha salido, supongo que, a sus clases de yoga, como todos los sábados. Busco en la cocina a ver qué hay de comer. Abro la nevera y encuentro unos panes y hay mermelada de naranja, tuesto un par y les pongo mermelada, con una taza de café con leche, que mejor desayuno que ese. mi padre aun entretenido con Sophie, me dice. —Si tú mamá llega y no estoy, coméntale que fui a la empresa hacer unas cosas, no me esperen para almorzar porque llegaré tarde. —Está bien papá, le digo aún con la boca llena de comida. Terminando de comer, papá ya se ha ido y me quedo a solas con Sophie, las dos empezamos a jugar con mi maquillaje. Le Fascina que la haga sentir una chica grande, nos maquillamos, pintamos las uñas, y nos tomamos muchas fotos haciendo monadas, hablamos cosas sobre su escuela. Hay un niño que se mete mucho con ella, así que le doy algunas tácticas para que se defienda. Se nos pasa el tiempo, y llega la hora de almorzar, pido una pizza solo de jamón y queso porque es la única manera de que Sophie coma, aunque Rommy me dijo que le diera los vegetales que ella había dejado, ¡pero no!, esto quedará en secreto entre mi Sophie y yo, ella sabe que, si le dice a Rommy, no la consentiré más. Después de comer le digo a Sophie. —Si te comes otro pedacito de pizza iremos después de la siesta a comer helado como siempre. —Todo el tiempo trato de motivarla a comer ya que es muy delgadita. Ella muy emocionada grita —siiiiiii— y agarra otro trozo de pizza, —por este pedazo quiero el helado más grande de todos, ¿si Tía? Yo sonriendo, viendo lo feliz que se puso mi chiquilina le respondo. —¡Claro que sí!, lo mejor para mí consentida, pero primero vamos a dormir un poco para recargar energías. —Si algo tenemos en común ella y yo, es que, nos encanta dormir en las tardes. Nos acostamos en mi cama. Cuando despierto veo que Sophie aún duerme, le escribo a Liam para encontrarnos en la heladería del centro, el acepta, lo que me pone muy contenta. Liam es mi primer novio, me gusta pasar tiempo con él; pero no sé si estoy enamorada, nunca me he enamorado, ¡eso creo!, nunca he sentido esas mariposas en el estómago, supongo que es solo un “cuento de hadas”. Pero mientras tanto, disfruto mucho de su compañía. Aunque muchas veces está ocupado con su carrera (arquitecto) y su trabajo, su padre lo está entrenando para que se encargue de las empresas que ellos tienen. Me levanto, y bajo a la sala, mi mamá está allí, le comento lo que me dijo mi papá. Escucho que Sophie se ha levantado, viene corriendo hacia nosotras y se lanza sobre mí. —Abuelita, Tía me llevará a comer el helado más grande del mundo. Las dos nos reímos de su exagerada expresión mientras decía eso. —Si mi princesa, pero primero nos cambiaremos de ropa y nos pondremos hermosas para salir. —le guiño un ojo y ella me responde. —Si tía, —Se levanta corriendo, y se va al cuarto que era de Rommy, mi padre lo redecoro cuando nació Sophie, para que tuviera su lugar en la casa. Nos seguimos riendo de sus cosas. Yo voy arreglarme, y le escribo a Liam para avisarle que en un rato estaremos listas para salir. Pasan una hora, pero Sophie está lista desde hace quince minutos, casi no me deja terminar de arreglarme, está muy ansiosa de ir a comer helado. Mientras me maquillo, veo de reojo como ella se me queda viendo, y para los labios, como si fuera a silbar, la veo y me pregunta. —¿Me puedes pintar los Labios? —lo pienso un instante, «a Rommy no le gustan esas cosas, porque ella dice que “Sophie debe quemar sus etapas como niña”, típica frase de mi madre», pero como yo soy su tía “la consentidora” le digo. —Por supuesto que ¡sí! mi Princesa, ven —y muy contenta le paso un brillo sabor a frambuesa por sus pequeños labios, mientras pienso «las tías estamos para consentir y malcriar a los sobrinos». Cuando he terminado Sophie se mira al espejo y empieza a lanzar besitos. Eso me causa mucha gracia. Le hago unas trenzas a los lados del cabello de Sophie, las cuales le sujeto en la parte de atrás, y le dejo un segmento del cabello suelto el cual le llega por la cintura. Me roció perfume y obviamente a Sophie también. Ella agarra uno de mis bolsos pequeños, y le coloca cosas como: un cepillo de peinarse, toallitas húmedas y antibacterial. Le encanta sentirse grande cuando sale conmigo. Una vez listas estamos a punto de salir de la casa cuando mamá me llama. —¡Allison, espérate!, hazme un favor, llévale estos papeles a tu padre, los ha olvidado, se le debieron caer cuando se iba. Lo estoy llamando, pero no me contesta, los ha estado revisando toda la semana, deben ser importantes. Los tomo y le digo —Esta bien mami, yo se lo dejaré antes de ir a comer helado, ¿estás de acuerdo Sophie?  —ella parada a mi lado, no muy contenta me dice. —Está bien, pero ¡ya vámonos rápido! porque si mi mama llega, no me dejara ir. —me hala del brazo llevándome hacia el carro. Las dos nos montamos, Sophie va detrás, le coloco el cinturón de seguridad, luego coloco el mío y nos vamos, previamente le había escrito a Liam que pasaríamos primero por la empresa de mi papá y luego iríamos a la heladería. Me responde que ya está llegando pero que nos esperara. Le pongo las canciones de los coreanos esos que están de moda, la verdad no soy de escuchar ese tipo de música, pero es la que a ella le gusta. Durante el camino cantamos y cantamos, yo intento colocar una de mi Arjona, pero a Sophie no le gusta, y empieza a cantar sus canciones para que yo no escuché las mía; entonces quedamos en que de ida poníamos las suyas y de regreso pondríamos las mías. Y ella muy feliz acepta. Estamos llegando al centro, donde están las oficinas de la empresa. Llegamos y veo que esta el Señor Mauro, lo saludo, tiene años trabajando con nosotros, en el área de vigilancia. —Buenas tardes señor mauro ¿Cómo está? ¿Cómo están sus dos hijos? —Muy bien señorita, buenas tardes, me responde abriendo las rejas. —¿Mi padre está en la oficina? le pregunto antes de terminar de pasar por la vigilancia. —¡Si! Señorita Allison, su padre esta desde esta mañana, dio órdenes de que no se le molestara, que, si alguien preguntaba por él, dijéramos que no se encontraba. Pero como es usted, no creo que haya problema alguno. Si quiere, puedo anunciar arriba que usted ha llegado. —¡No señor mauro!, no se moleste, le daremos la sorpresa, Sophie y yo. ¡Gracias! —Estaciono el carro cerca de la entrada de las oficinas, aprovechando de que es sábado y no hay muchos carros, para no tener que caminar tanto, y le digo a Sophie. —Agarra los papeles del abuelo, ¡no los vayas a dejar caer!, no se pueden ensuciar. 
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