Estaban desnudos. Ella dormía de espaldas, envuelta en los brazos de Patrick, con su cuerpo perfectamente encajado contra el de él. La mano de él descansaba en su cintura, la otra cubría uno de sus pechos, y su respiración acompasada apenas acariciaba la piel de su cuello. Un sonido insistente lo sacó del sueño. Era el teléfono. Se incorporó a regañadientes, con el cuerpo aún pegado al de ella. Mientras se movía, no pudo evitar notar cómo otra parte de su anatomía despertaba también, apretada contra las suaves curvas de sus caderas. Ella lo sujetó suavemente del brazo, aún dormida. Murmuró algo incomprensible, pero lo soltó con una sonrisa somnolienta. —¿Qué pasa? —preguntó, medio dormida. Patrick se inclinó y la besó en la frente antes de responder: —Creo que es tu teléfono. Voy por é

