4 Se oyó un gruñido. Y entonces, de la nada, una bala de un marrón rojizo entró zumbando en la habitación y se detuvo a sus pies. —¡Bear! Loca bolita de pelo. Solo soy yo —dijo, riéndose del chihuahua. Después de que Bear falleciera, realizó un viaje especial para recuperarla y dársela a Naomi y a Lash. Sin embargo, después de todo, la perrita no parecía muy entusiasmada al verle. Bear arqueó la espalda. Tenía su diminuta cara agachada, casi pegando al suelo, mientras continuaba gruñendo. —¿Por qué no te gusto? Si me dieras una oportunidad, verías que soy un tipo estupendo. —Extendió el brazo para acariciarla. Ella le gruñó y le mordisqueó los dedos. —¡Oye! —Dio un tirón de la mano. Ella empezó a dar vueltas a su alrededor, haciendo que las uñas de sus patitas repiquetearan contra e

