5 Abriendo las gruesas puertas de madera de caoba, entró en la habitación de luz tenue. Las velas se alineaban en las paredes. En el extremo de la gran sala, ubicado sobre una plataforma elevada por tres escalones, se encontraba un suntuoso sillón de respaldo alto de madera. El lujoso terciopelo rojo brillaba bajo las docenas de velas que rodeaban al sillón del juicio. Había estado en aquella sala miles de veces con Lash y otras veces con otros ángeles que habían caído. Él siempre se quedaba a un lado, observando como Michael les juzgaba, preguntándose qué se sentiría al estar arrodillado frente al poderoso arcángel, vulnerable, suplicando perdón para volver al Cielo. Pese a que él incumplía las normas de vez en cuando, nunca se le había pasado por la cabeza actuar contra las normas celes

