—Un año menor que mi padre —dijo Kelly—. Ah, y miren, mamá y papá, aquí están las mil películas porno que ha hecho. Y espero que les gusten todos sus tatuajes y piercings ahí a la vista. Sí, eso sí que sería una conversación interesante.
—¿Cuál es tu especialidad? —preguntó Scott.
—Matemáticas —dijo Kelly.
—Fascinante —dijo Martin—. ¿Se te da bien?
Kelly le hizo una mueca con la nariz: —¡Que te jodan, Martin! Mi promedio de calificaciones es de 3.0.
—Eso está bien —dijo Scott desde su regazo.
—Kelly —dijo Martin—, lamento mucho haber dudado de ti. Vas a necesitar tus habilidades matemáticas, porque ahora estamos hablando de mucho dinero. Ya hemos llegado a 1.500 dólares adicionales por el desnudo, la felación y el orgasmo.
—Orgasmos —dijo Scott.
—Me retracto —dijo Martin—. Puedes ganar 1.000 dólares adicionales por tener sexo con Scott, por dejar que él te haga el amor. Hablamos de su pene dentro de tu v****a. Eso suma un total de 2.500 dólares. Además, debes practicarle sexo oral y tener un orgasmo con él antes del acto s****l. Nuestras suscriptoras, en especial, aprecian la justicia.
—Esto será fácil —le dijo Scott.
—¿Antes del sexo? —preguntó Kelly—. No tengo orgasmos durante el sexo. Ya lo hemos aclarado. —Luego, dirigiéndose aparte a Scott, añadió—: ¿Pero sí… después?
—Absolutamente —dijo Scott.
—Mmm —dijo Kelly con expresión de pánico—. Sí, vale. —Le habló a Scott—. Pero usarás protección, ¿verdad?
—Puedo mostrarle mi certificado médico —dijo Scott—. Estoy limpio.
—No uso anticonceptivos —dijo Kelly.
—Creí que habías dicho que tomabas la píldora —dijo Martin.
—Antes tomaba la píldora. Pero la píldora cuesta dinero. Dinero que no tengo —dijo Kelly—. Y no había ninguna razón para hacerlo.
—Oh. Bueno. Eso sí que es un problema —dijo Martin—. Nuestros suscriptores quieren ver una tarta de crema.
—¿Qué es eso? —preguntó Kelly.
—Ese es el semen de Scott que sale de ti —dijo Martin.
—¿Cómo vamos a lograrlo? —preguntó Kelly.
—Déjame que me encargue de eso —dijo Scott.
—Pero no, chicos, me quedaré embarazada —dijo Kelly.
—Si no haces el creampie, Kelly —dijo Martin—, solo puedo ofrecerte 500 dólares más, no 1000. La píldora del día después cuesta cincuenta dólares en la clínica gratuita. ¿Por qué no ganar otros 450?
—Eso no es justo —dijo Kelly—. Y mis padres son católicos. Si se enteraran…
—Pero estabas tomando la píldora —dijo Martin.
—¿Naciste en un establo? —preguntó Kelly—. En la Iglesia católica, el uso de la píldora está mal visto, pero la gente hace la vista gorda. Todo el mundo necesita anticonceptivos. Pero la píldora del día después puede matar a un feto vivo, lo cual es un aborto, prácticamente un asesinato. Es absolutamente imperdonable.
—Bueno, uno aprende algo nuevo cada día —dijo Martin—. ¿Qué te parece si le damos 500 dólares a Scott y los retira, algo que sabe hacer muy bien? Puede colocarlos donde quieras.
—En mi cara y mis pechos, por favor —dijo Kelly con una sonrisa—. Nunca lo he sentido ahí. Suena excitante.
—Un tratamiento facial para la dama —dijo Scott—. Sus deseos son órdenes.
—Vale, son 2.000 dólares, ustedes dos, a lo suyo, lo que quieran. Yo me desnudo por completo, Scott tiene un orgasmo con una mamada y Kelly al menos uno antes del sexo. Luego Scott tiene otro orgasmo, se corre y te rocía la cara y los pechos.
—No seas grosero —dijo Kelly—. Sí. Y uno después del sexo.
—¿Qué? —dijo Martin.
—Un orgasmo —dijo Kelly.
—Yo me encargo —dijo Scott—. Con mucho gusto.
Me alegra haber podido capturar ese momento tan especial. Como les dije, pueden actuar con naturalidad. Ahora, tengo que llevar a Scott a mi oficina. No esperábamos que hiciera tanto. Necesitamos negociar sus servicios. Desde luego, no lo haré delante de ustedes, teniendo en cuenta el dinero que ya me han costado. Todos rieron. ¡Scott me habría pagado!
—Casi lo logro —dijo Scott.
—Bueno —dijo Martin—. Apaguen la cámara. No tardaremos. Tómense un té por allá. No toquen las cámaras ni las luces. Jueguen con los juguetes si quieren. Volvemos enseguida. Kelly les sonrió a Martin y Scott mientras salían juntos de la habitación.
Martin acompañó a Scott a su oficina, cerró la puerta con llave y la echó al suelo. Scott comenzó: —Siento que es cruel eyacular dentro de ella después de todas las preocupaciones y miedos tan reales que hemos comentado.
—Mira —dijo Martin—, tú y yo sabemos que es solo una broma inofensiva, fácil de arreglar. Y el efecto sorpresa solo funciona una vez. Lo hacemos y hacemos lo que sea necesario para solucionarlo. Y vivimos felices para siempre.
—Es una fiera —dijo Scott—. Podría aplastarnos las pelotas con un mazo antes de que tengamos la oportunidad de explicarnos. Puede que ni siquiera tengamos la oportunidad de explicarnos. Mira, no lo voy a hacer a menos que le pagues los 500 dólares extra.
—De todos modos iba a hacerlo —dijo Martin.
—Eso espero —dijo Scott—. Y cincuenta dólares por la píldora del día después. Y que compre cualquier otra cosa que quiera, hasta un total de quinientos dólares adicionales.
—Me estás tomando el pelo, Scott —dijo Martin—. Tengo un negocio que atender.
—¿Qué tan popular crees que se volverá? —preguntó Scott—. ¿Cuánto dinero ganarás si logras arreglar las cosas con ella? ¿Si logras calmarla? ¿Si nos das tiempo para explicarle? ¿Si logras que entre en razón? ¿Si logras que vuelva aquí?
—De acuerdo, estás siendo persuasivo —dijo Martin.
—¡Guau, debo estar mejorando! —dijo Scott.
—No, ella es mágica —dijo Martin—. Los dos lo sabemos. Si podemos conservarla y hacerla crecer, creo que nos haremos ricos.
—Me voy a casar con ella —dijo Scott—. Ya verán.
—Amigo mío, eres DEMASIADO raro para esa. Si es que logras meterla en tu cama, cosa que te apuesto cien dólares —dijo Martin.
—Acepto la apuesta —dijo Scott—. Dame un mes.
—Envíame una foto, bien recatada, con ropa… o sin ella. ¡Saludos desde la cama de Scott! Y el dinero es tuyo.
—Dos a uno —dijo Scott.
—Que te jodan, tú tienes todo el incentivo. Probabilidades de uno a dos —dijo Martin.
—Incluso está bien.
—Eso está mejor.