Capítulo 3

3775 Palabras
Emily: Alcé una ceja al verlo. —¿Qué no se suponía que no ibas a hablarme? —poso mi mano en su pecho—. O acaso ya te arrepentiste, Thommas. —agrego con una sonrisa. —¿No quieres esto? —pregunta sacando un arete de su bolsillo. Mi arete. Al mismo tiempo retrocede un paso para que deje de tocarlo. —Thommas, si querías acercarte a mí solo tenías que hacerlo, no robarme. —le digo quitándole mi arete. —¿En tu casa o en la mía? —me pregunta mirando hacia atrás como si no quisiera que nadie lo viera hablando conmigo. Yo debería hacer eso. No él. —¿Qué cosa? —El trabajo. —responde apretando los dientes. —Que, ¿lo quieres hacer? —No voy a sacar una mala calificación por tu culpa. —dice entrecerrando los ojos por unos segundos. —Okay, en tu casa. —contesto. No quiero que venga a la mía. —Mañana vienes, entonces. —afirma mientras escribe algo en un papel—. Mi dirección. —explica y luego se va. Miro su dirección. Al notar que casa está solo a un par de cuadras de la mía, frunzo el ceño. Se me hace extraño ver que vivía tan cerca, ya que yo vivo en una zona cara y no me imaginé que él tuviera ese tipo de privilegio. * * * Estamos Alex, Caleb, Ashley, Sel y yo sentados hablando en la mesa de la cafetería, cuando de pronto Daniela se acerca y se sienta con nosotros. —¿Qué haces? —cuestiona Ashley soltando una risa. —Vine a comer, obvio. —Daniela, espero que no te hayas ilusionado. Eso solo fue ayer. —explica Sel sonriéndole—. Ya no te necesitamos. —¿Qué? —pregunta ella confundida, pero sé que lo ha entendido. Se para lentamente de su asiento, luciendo algo avergonzada. —Debiste haber escuchado a tu novio. —murmuro riéndome de ella. Ella se queda ahí razonando un poco más mientras yo tanteo la mesa con mis uñas. —Me las pagarás por esto. —dice finalmente, mirándome. —Sí, que miedo Dani. Entonces se va y se sienta con su novio. Antes de voltearme escucho que Kyle le dice "Te lo dije, linda". Vuelvo a reír una vez más y niego con la cabeza. Pobrecita. * * * Cuando es salida antes de irme con mis amigos, voy al baño para retocar mi maquillaje. Salgo y mientras camino por el pasillo vacío me encuentro con Thommas... Otra vez. —¿A qué hora voy a tu casa? —pregunto mirando mis uñas tratando de lucir desinteresada. —Lo más rápido que puedas. Tengo cosas que hacer. —¿Qué? ¡No! Yo también tengo cosas importantes que hacer. Realmente no tenía nada que hacer, pero tampoco quería dejarlo creer que podía darme órdenes. —¿Ah, sí? Escucha, ir de compras no es algo exactamente importante. —¿Tú quién te crees que eres para hablarme así? Odio. Odio que me trate de esta forma. Hace tiempo que nadie lo hace. —Por favor, tú no eres la reina de este lugar. Puedo y voy a hablarte como yo quiera. —Soy la chica más popular y... —Eso no me importa... —interrumpe. —Bien, bien. Voy a ir a tu maldita casa cuando primero llegue a la mía a dejar mi auto. —Como quieras. Lo normal sería que para ahorrar tiempo él se ofrezca a llevarme, pero no lo hace y me alegra. Él me cae muy mal, además tengo que dejar mi auto y ver a Drake. Me voy sin despedirme. Mientras camino hacia la salida del instituto pienso en el imbécil y su manera de tratarme. ¿Cómo se atreve? ¡Es un idiota! No se lo voy a decir a nadie. Si se enteran de que dejé que alguien me hablara de esa forma... Adiós, reputación. Pero de alguna manera voy a darle su merecido. Como siempre lo hago. Cuando salgo al estacionamiento me encuentro con mis amigos y hablamos un rato. Sé que le había dicho a Thommas que iría lo más rápido posible, pero no me importa. Incluso iré a su casa caminando. Cuando llego a casa busco a Drake. —¡Drake! —llamo. Él viene después de unos segundos y me abraza. —Hola, Emily... ¿Vamos a almorzar? —Lo siento, no puedo. Voy a ir a casa de... de Sel, vengo más tarde. —Okay, hermana, te veré después. —Bye. Salgo de la casa y empiezo a caminar. Me alegra saber que ya no estoy nerviosa, pero sí furiosa con él, así que me alegra saber que, al llegar a su casa, solo haremos el trabajo y así será por algunos días hasta que terminemos. Luego no tendré que hablarle otra vez, a menos que tenga que hacerlo para darle su merecido. Pero aún no sé cómo lo haré. Cuando llego a su casa me sorprendo porque su casa no es simple como creí, aunque tampoco es tan grande y lujosa como la mía. Creí que sería común. Pero no lo es, es muy linda, en realidad. Toco el timbre y un niño abre la puerta. —Hola. —saluda con una sonrisa de lado. —Hola, ¿aquí vive Thommas? —pregunto poniendo cara de molestia al decir su nombre. —Sí, lo voy a buscar. —escucho como él grita—. ¡Thommas! ¡Una chica te busca! Thommas sale y con un gesto me indica que pase. Sin saludarnos ni nada empezamos a hacer el trabajo y apenas intercambiamos palabras. Cuando acabamos una cierta cantidad de páginas, decido que ya es hora de que me largue de aquí. —Bien, me voy. Él no responde, pero sé que me ha escuchado, así que me paro y me voy. Los días siguientes son básicamente iguales. Estoy con mis amigos y luego voy a la casa del idiota, avanzamos el trabajo sin decirnos ni una palabra si no es necesario, luego me levanto y me voy. Ahora es viernes y tengo que ir a la casa de Thommas una vez más. Ugh. Pero todavía estoy en el estacionamiento. —¿Otra vez? —pregunta Sel con una mueca—. Ya ha pasado una semana y tú sigues yendo. —¿Emily, porqué vas tan seguido? —sigue Caleb. —Cálmense, ¿okay? A mí también me fastidia tener que ir, pero estamos avanzando rápido y ya quiero acabar con ese puto trabajo. —les digo frustrada. Odio que me estén interrogando cosas, y lo odio más cuando inferiores como éstos lo hacen. —Okay. —responde Caleb levantando las manos en modo de rendición, pero sigue molesto. Pongo los ojos en blanco. No voy a pedirle perdón. Si él quiere que me busque. —Me voy. —anuncio enojada y empiezo a caminar en dirección a mi auto. Aprieto los puños cuando me doy cuenta de que nadie me detiene. Quiero voltear y decirles que no son más mis amigos. Ellos deberían estar pidiéndome que no me vaya. Idiotas. ¿Así me agradecen que haga interesante un poco de su patética vida? Finalmente me voy a casa a saludar a Drake. —Drake, me voy a la casa de Sel... —aviso suspirando. —¿Otra vez? —pregunta él sacando el labio inferior. No hemos estado juntos a la hora de almorzar y eso lo entristece. A mí también, claro, pero no puedo dejar de ir. Tengo que acabar ese trabajo para nunca más ver la cara de Thommas Darrien cerca de mí. —Sí, lo siento. —me disculpo abrazándolo y besando su cabeza—. Vuelvo más tarde. Salgo de la casa y camino con tranquilidad hasta llegar a la casa de Thommas. Cuando llego toco la puerta, en donde, otra vez, me abre el niño que, supongo, debe ser el hermano menor de Thommas. —¡Hola! —saluda alegre. Creo que le caigo bien a pesar de que no hago más que sonreírle. —Hola, ¿está...? —Sí, ahora lo traigo. —interrumpe y se va. —Mhh... Okay. —digo en voz baja. Luego llega Thommas, me indica que pase (con un gesto, como siempre) y lo hago. Empezamos a hacer el trabajo como siempre, de nuevo, avanzamos y cuando tengo una buena cantidad de páginas digo que me voy y lo hago sin esperar respuestas. Pero hoy fue diferente... —Bien, me voy. —me despido y cuando estoy a punto de cruzar la puerta él me dice. —Adiós, Emily. Es raro, pero que él se despida es de cierta manera... Importante. Y no sé porque. Solo esperaba que me ignorara como siempre. Pero no, incluso me llamó por mi nombre. No respondo y me voy. Cuando llego a casa saludo a Drake y me voy a mi cuarto sintiéndome  cansada. Empiezo a sentir calor así que salgo al balcón de mi habitación a tomar aire. Me encanta estar aquí. Es muy tranquilo. Suena mi celular. Miro mi pantalla y resoplo con molestia al leer el nombre "Sel" en ella. —Hola, amiga. —habla con emoción. Pongo los ojos en blanco. —¿Qué pasa? —¿Puedo ir a tu casa? —pregunta. —¿Por qué? —Sé que puede ser ridículo amiga, pero me enteré de que habrá una obra en el instituto, las audiciones serán en unas semanas y yo quiero protagonizar la obra. ¡En serio! ¿Puedo ir a tu casa a ensayar? Vuelvo a blanquear los ojos. ¿No puede ensayar sola? Okay. Seré buena mejor amiga. —Sí, ven. —¡Sí! , gracias. Un rato después llega Sel, lo que no me emociona para nada, —¡Hola! —Sel, me alegra que estés aquí, pero hagámoslo rápido, ¿sí? Estoy cansada. —¿Por qué? —Trabajar con Thommas es horrible y aburrido. —Pues ojalá pudiera cambiar de cuerpo contigo por un día. Thommas es demasiado sexy y yo necesito diversión. Claro que desearía cambiar de cuerpo conmigo. Todos lo desean. Subimos a mi cuarto y ella empieza a ensayar. La observo, solamente pensando en que yo podría hacerlo mejor. Todos los días me siento como una actriz en una obra de teatro fingiendo que quiero a mis amigos, que amo a mi novio y que amo mi vida. Claro, reconozco que mi vida es perfecta, pero vengo cargando muchas emociones sobre los hombros, emociones que nunca expreso, por lo que cada día se siente más falso que el anterior. Sin embargo, es lo único a lo que puedo aferrarme. Es lo único que puedo controlar. Obviamente, no le digo nada, ya que no estoy interesada en esa obra. Aunque el simple hecho de quitarle algo con tal de demostrarle que yo soy mejor me tienta mucho, sin embargo, no tengo tiempo para pensar en eso. Cuando Sel termina una de sus frases, Drake entra a la habitación sin tocar. —Drake, ya te he dicho que... —Sí, sí, lo siento. —interrumpe—. Hola, Sel. —saluda sonriéndole. —Hola, Drake ¿cómo estás? —le pregunta ella. —Bien. —¿Qué pasó? —le pregunto a mi hermano. —Nada, quiero preguntarle algo a Sel. —Pues hazlo. —digo mientras señalo a Sel. —Sel, ¿por qué mi hermana siempre va a tu casa? Estos días ya no viene a almorzar conmigo. Oh, no. Lo había olvidado. Cada vez que voy a la casa de Thommas le digo a Drake que voy a casa de Sel. j***r. —Ella no va a mi casa. —responde frunciendo el ceño. —Sí, ella siempre dice... —A ver, hermano, es hora de que duermas. —interrumpo. —No, pero... —Ve al cuarto de juegos si quieres. —le vuelvo a interrumpir. —¡Sí! —dice y se va. Qué fácil es distraer a un niño. —¿Qué fue eso? —pregunta Sel cuando Drake cierra la puerta de mi cuarto. —No sé. Cosas de niños. —Oye, ya debo irme. —me dice tomando su bolso. ¡Aleluya! —De acuerdo, amiga, te veo mañana. —me despido. —Bye. Cuando se va me tiro en mi cama y cierro los ojos. Qué día que tuve. En realidad, todos mis días son iguales. Igual de fastidiosos. * * * Hoy es domingo y voy a salir con las chicas a comprar ropa. Se suponía que después iría al cine con Caleb pero no me pidió perdón, así que no iré. Salgo de la casa y me encuentro con las chicas en el centro comercial. No hay mucho que decir. Compramos ropa y ahora tengo mucho más que agregar a mi armario. Cuando volví a la casa, subí a mi habitación y dejé las bolsas en mi cama. Estaba a punto de guardar mi ropa en el armario, pero me vi interrumpida cuando el timbre de la puerta sonó. Bajo las escaleras con mis tacones nuevos y abro la puerta. Alzo una ceja al ver a Caleb. —¿Qué quieres...? —Se suponía que iríamos al cine. Llegué y no estabas. —dijo frunciendo el ceño. —¡No! No estaba. —¿Por qué estás enojada? —¿Todavía lo preguntas? —No entiendo nada, Emily. —El viernes te enojaste conmigo por ir a la casa de Thommas, ¡a hacer un trabajo! No me pediste perdón y para colmo cuando me fui ni siquiera me detuviste. —Estaba molesto. Perdóname, amor... —No. —Por favor. Me estaba rogando. Amaba eso. —No lo sé. —le digo poniendo cara de bebé. Quiero que me siga rogando. Al ver que no hago nada, Caleb me agarra por la cintura y me besa. Él termina mordiendo mi labio inferior y luego me suelta por fin. —Amor, perdóname. —repite. —Está bien... —acepto y me vuelve a besar. Caleb, sin dejar de besarme, me carga y sube las escaleras de mi habitación conmigo en sus brazos. Camina hasta que llegamos a mi habitación, al entrar, él me baja y pone sus manos en mi trasero. Trato de apartarme, no porque me incomode (nunca está de más un poco de diversión), sino porque Caleb ha hecho eso tantas veces que ya me aburre. Él, por suerte, sube sus manos hasta colocarlas en mis caderas. Entonces permito que me siga besando. De la nada, y tomándome desprevenida, me quita la blusa que traía de un tirón y antes de que pudiera decir nada, vuelve a subir sus manos hasta llegar a mi busto. Pongo mis manos en su pecho para apartarlo, pero él se toma eso como si quisiera que él se quitara la camiseta, y lo hace. El muy idiota se quita la camiseta. Me empuja hasta que caemos sobre mi cama y sigue besándome. Abro los ojos. Él hace lo mismo siempre que estamos a solas, a pesar de que sabe no es necesario fingir amor fuera del instituto. Sé que solo quiere sexo. Así es Caleb Prescott. Iba a dejar que continuáramos así un poco más para que fuera feliz, pero él lo arruinó llevando sus manos al broche de mi sujetador. Antes de que pudiera quitármelo, pongo mis manos en su pecho de nuevo y lo separo de mí. —Para. —espeto. Él frunce el ceño. —¿Por qué? —pregunta. —Mi hermano está aquí, podría venir en cualquier momento. —me excuso. No quiero estar con él ahora. —No lo hará. —responde volviendo a mis labios pero me aparto una vez más. Le miro seria y al final en alza sus manos en modo de rendición. Se levanta de la cama y se coloca la camiseta mientras yo me pongo mi blusa. —¿Vamos al cine, bebé? —le pregunto tratando de cambiar de tema. —Supongo. No pudimos ir antes. —Okay. Espera un momento, voy a avisarle a Drake. Me voy del cuarto y entro al cuarto de mi hermano. —Drake voy a... —me interrumpo a mí misma al verlo—. ¡Drake! ¿Qué le pasa, Aída! Me acerco a mi hermano. Está temblando, le corre sudor frío por la frente y está un poco pálido. —No se preocupe, señorita, ya le di una medicina. Estará bien. —responde la niñera tratando de calmarme. —¡No se está recuperando! ¡MÍRALO! —grito. —Eso es porque le acabo de dar la medicina. Confíe en mí, señorita. Calmo mi expresión y trato de tranquilizarme. A fin de cuentas, no sirve de nada que me desespere. Sabía que no era tan malo... Pero aún así no soportaba verlo así. Yo vi cómo se iba Christina, vi como ese idiota la atropelló y como su cara dejó de moverse dejando sus ojos abiertos para siempre, y aunque sé que eso no es posible ahora, me aterra el solo pensar que eso podría pasarle en este momento a Drake. Pero está bien, tengo que hacerle caso a Aída, me voy a calmar. —Okay. —respondo y me voy del cuarto, voy a avisarle a Caleb, tengo que decirle que se vaya. Me sentí aliviada. —Caleb, mi hermano se acaba de enfermar. Tengo que estar con él, así que mejor salimos otro día. —Puedo quedarme si quieres. —No, no te preocupes. —digo rápidamente. No quiero que esté aquí, además, sé que a él no le importa mi hermano... Si vino aquí por sexo—. Estaré bien. Adiós, ya conoces la puerta, amor. Él asiente y se va. Regreso con Drake. Y veo que no ha mejorado mucho, pero ya no está temblando. Me arrodillo a su lado y acomodo mi cabeza en su cama. —Vamos, Drake. Recupérate. No me iré a ningún lado. * * * —¡Emily! —me grita una voz—. ¡Hermana, despierta! Cuando me doy cuenta de que esa voz le pertenece a mi hermano me paro de golpe. Me había quedado dormida con la cabeza apoyada en su cama. Cuando lo veo bien lo abrazo. —Drake, me diste un buen susto. ¿Cómo te sientes? —Bien, hermana, no te preocupes. —me sonríe con la misma dulzura de siempre—. Estoy bien. —repite despreocupado. —¿Quieres algo de comer? —Mmm... ¿Helado? —pregunta sonriendo con diversión. —¡Aída! Tráele un helado a este mocoso. —¡Hey! —regaña riéndose. —Okay, lo siento... —río—. ¡Aída! Tráele un helado al hombre de la casa. —Mejor. —me dice Drake levantando el pulgar. Cuando le traen su helado, nos vamos a la sala de juegos a ver solo una película en la pantalla que Aída puso ahí. Él elige una película aburrida así que saco mi celular y reviso mis mensajes... Tengo un mensaje de mi novio. Caleb: ¿Cómo está tu hermano? Estoy segura de que le importa una mierda como está mi hermano, él solo quiere ser "buen novio". Yo: Bien, amor, gracias por preguntar :) De la nada pensamientos diferentes vienen a mi cabeza. A veces pienso que no soy una chica popular normal. Soy diferente de alguna manera. Me preocupo por la gente que quiero y aunque no me da pena tratar mal a la gente, a veces creo que eso está mal... Pero es el precio que pago por tener una vida perfecta, supongo. Además, sí que me preocupo por la gente que quiero, repito. El problema es que no hay muchos para querer. Ese es el precio que pago por ser la persona que todos desearían ser. Y ya me acostumbré a “ser como debo ser”. * * * Es lunes. Estoy en el instituto y tengo que hablar con Thommas. Nos faltan tres reuniones más para acabar el trabajo y dejar de verle la cara al idiota, y no hay nada que en este momento me haga más feliz, pero hoy no puedo ir a su casa. Ayer enfermó Drake y no quiero alejarme de él por lo menos en tres días. Podría volver a enfermarse y no me voy a arriesgar. Cuando sea salida me iré de frente a casa. El problema es que no lo encuentro, no sé cómo hace para esconderse en los descansos. ¿A dónde mierda se va? —¿A quién buscas? —me pregunta Ashley. —A nadie. —respondo tratando de lucir relajada. —Pero... —¡A nadie, Ash! —espeto enojada. —Okay. Lo siento. —contesta rápidamente porque sabe que no le conviene que me enoje con ella. —¿Dónde está Caleb? —pregunto para cambiar de tema. —Está ahí... —me dice señalándolo. Está a unos metros de nosotros, coqueteando con una chica. Pero a ambas nos da igual porque sabemos que terminara dejándola de lado cuando me vea—. ...Escapándose de otra ilusa que piensa que puede separarlo de ti. Escapándose. Sí, claro. —Ridícula. —río. —Mira, ahí viene. —avisa. No volteo la cabeza. Solo espero a que venga. —Pobrecita... Dale una oportunidad. —bromeo cuando Caleb llega frente a mí. —Jamás. —responde él antes de besarme. Idiota. Acabo de verte con los ojos en los pechos de esa chica. —Aw, son tan tiernos. —interrumpe Ashley que había estado de violinista. —¿Por qué no lo intentas con Alex? El pobre está desesperado. —dice Caleb. —Tal vez lo haga... —contesta la rubia. Toca la campana y todos nos levantamos para irnos a nuestras clases. Me levanto de la mesa y camino con los chicos detrás de mí. Cuando volteo la cabeza me doy cuenta de que una maestra me está mirando, lo que se me hace demasiado raro, ya que lo normal es que me miren maestros o chicas envidiosas. No maestras, aunque tampoco me sorprendería. Hago contacto visual con ella y ni bien lo hago, la maestra (que no conozco) aparta la mirada y se va. Decido ignorarlo. Sigo caminando tranquilamente hacia mi clase cuando algo me hace tropezar. Volteo y empiezo a apretar los puños cuando veo que Daniela me puso el pie. Me acerco a ella y le sonrío, lo que hace que ella se asuste, lo veo en sus ojos. —¿Qué acabas de hacer? —cuestiono mientras agarro algo en mi bolso disimuladamente. Qué suerte haberlo metido en mi bolso por si acaso. Aunque, bueno, no fue suerte, yo me aseguré de andar preparada. —Te puse el pie, amiga, ni los lentes de contacto te dejan ver bien. —se burla. Cuando me doy cuenta bastantes alumnos se habían parado alrededor de nosotras y todos se estaban riendo por lo que dijo. Yo no uso lentes de contacto, pero todos se lo creyeron. —Yo no uso lentes de contacto... Pero tú deberías empezar a utilizarlos. —¿Y por qué yo? —Porque ni siquiera me viste sacar la goma de mi bolso. Y sin darle tiempo de decir ni hacer nada empiezo a derramar toda la goma líquida en su cabello. —¡Uh! —exclaman todos alrededor. La veo, tirada en él piso, llorando y deseando que se la trague la tierra, y me río. —No debiste meterte conmigo. Y te aconsejo que no lo vuelvas a hacer. —advierto tirándole él envase de goma. Me voy a mi siguiente clase. Nadie se mete conmigo. Nadie. Y estoy segura de que no me meteré en problemas. Mi padre apoya mucho a este pobre instituto y los directores me tratan como si yo fuera la directora. Sé que si Daniela se quejara (que sé que no lo hará) con decir cualquier tontería me creerían a mí y no a ella. Desde pequeña logré hacer perfectas venganzas, recuerdo cuando una niña pensó que rayar una hoja de mi cuaderno sería divertido... Entonces yo le rayé todo el cuaderno. Soy rápida y astuta para esas cosas, si otra persona hubiera estado en mi lugar en el momento en el que Daniela me hizo tropezar, solo se hubiera escapado. No me quiero imaginar que hará Daniela con su cabello. Eso le servirá de lección. —Oye, ya me enteré de lo que le hiciste a Daniela. —dice Sel sentándose a mi lado. —¿Qué te pareció? —pregunto a pesar de que no me importa, solo hago tema de conversación. —¿No crees que te pasaste de la raya? —No. —respondo encogiéndome de hombros. —Pero es su cabello... —Y es mi reputación. —interrumpo—. Sel, ¿qué querías que hiciera? ¿Qué me fuera y ya? ¿Qué dirían de mí? Ella se lo buscó... Además ella dijo que también las buscaría a ti y a Ash, tenía que defender a mis mejores amigas. Eso no es cierto pero no quiero que me siga fastidiando. Necesito que se calle. —¿En serio? Wow. Entonces, bien hecho, Emily. —me abraza. Ella se cree todo. Pasan las horas y llega el momento de regresar a nuestras cosas. Mi problema es que no he encontrado a Thommas. Salgo al estacionamiento y me despido de todos, pero cuando estoy a punto de irme recuerdo que me he encontrado con Thommas dos veces en los pasillos cuando ya todos se han ido... Así que... Como último recurso para encontrarlo voy a los pasillos vacíos a buscar a Thommas. Milagrosamente lo encuentro. —Esto se hace costumbre. —dice Thommas cuando me ve. —Para que sepas, es la primera vez que te estoy buscando. Y solo para decirte que no voy a ir a tu casa para hacer el trabajo. —Nos falta poco para acabar. —reclama. —Lo sé. Yo tampoco puedo esperar a terminar de una maldita vez, pero no puedo ir. —Entonces yo voy a tu casa. —se encoge de hombros. Wow... La verdad no se me ocurrió que diría eso. Arranco la hoja de un cuaderno y le escribo mi dirección. —Bien. Ésta es mi dirección. No necesito decirle la hora, no lo conozco tanto, pero sé que él vendrá cuando quiera, así que solo me doy la vuelta y me alejo.  
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR