Capítulo 4

4043 Palabras
Thommas: Me da un papel con su dirección y se va con su típica caminada ridícula. Blanqueo los ojos y abro el papel. Cuando leo su dirección frunzo él ceño. No tenía idea de que ella vivía cerca de donde yo vivo. Era por eso que siempre decía que tenía que dejar su auto, creí que era una excusa. En realidad, venía caminando porque estaba cerca. Suspiro y salgo del instituto para dirigirme a mi auto y llegar a casa. Pero antes de poder salir, me doy cuenta de que una maestra me está mirando. Vuelvo a fruncir el ceño y le devuelvo la mirada con enojo. Él se aparta al instante y se va. Simplemente decido ignorarlo y me voy. Cuando llego a casa me encuentro con Adam, como siempre, con una sonrisa, —¡Hola, Thommas! —exclama y se acerca a mí para abrazarme. —Hola, hermanito. Se separa de mí y se va a la cocina, seguramente, a servir los platos para almorzar. Sonrío. Él siempre quiere hacer todo. Miró en dirección a la escalera y termino suspirando. No va a bajar a comer. Nunca lo hace. Al menos, ya no más. ¿Algún día cambiará Will?, me pregunto, a pesar de que sí sé la respuesta. Will es el hermano del medio. Yo soy mayor que él por un año y sé que no le agrado. Al menos, así actúa él, como si no le agradara nadie. Él no me habla desde que entendió por completo la realidad, no lo hace con nadie ni en la casa ni en otros lados, supongo. Ni siquiera sé si tiene amigos y eso me enoja. Me gustaría que nos lleváramos mejor, pero él no permite que nadie se le acerque. Por eso ya no lo intento. Paré de intentarlo hace un año. Me duele aceptarlo, pero Will no va a cambiar. —¡Thommas, ven! Vamos a comer. Sonrío y voy con él. Adam es el hermano menor. Tiene diez años y me quiere así como yo lo quiero a él. La verdad es que Adam y yo éramos hermanos comunes, pero él se acercó más a mí cuando... Él se unió más a mí cuando... Odio decirlo. Cuando nuestros padres nos dejaron. Lo hicieron cuándo Adam era un bebé y, sinceramente, he pensado muchas veces en la razón por la que decidieron abandonarnos, pero no lo sé. Vivíamos como cualquier familia común, un día yo desperté y no los encontré. Entré a su cuarto y lo único que encontré fue un sobre, cuando vi que ese sobre contenía dinero supe que nunca los volvería a ver. Y fue desde ese momento que Will se alejó de mí, de mí y del mundo. No sé cómo lo hice, pero logré mantenernos a salvo. Cada mes recibo un sobre con dinero. Ese sobre no dice quién lo manda, pero sé que son mis padres, ya que solo ellos nos mandarían dinero. Sé que andan por ahí. Y también sé que no tienen la valentía de dar la cara. Logré hacer buen uso del dinero. Ahorré con lentitud, pero cuando tuve el dinero suficiente compré ésta casa. Tenemos una vida relativamente buena y común. A excepción de que no tenemos padres, claro. Si alguien entrara a esta casa nunca se imaginaría que estamos solos. Mis hermanos están antes que todo. He logrado mantenerlos a salvo... Y eso es algo de lo que estoy muy orgulloso. —¿Hoy viene la chica? —pregunta Adam mientras toma su sopa. —No, esta vez yo iré a su casa. —Ah, ¿cuándo te vas? —Me temo que ahora mismo, Adam. Nos vemos más tarde. —me despido. —Adiós, hermano. Salgo de la casa y llego increíblemente rápido. Vive en la misma zona que yo, pero su casa es mucho más grande que la mía. Toco el timbre y una mujer me abre la puerta. —¿Sí? —pregunta. —Eh… Busco a Emily. —Claro, pase a la sala, por favor. Asiento y entro. La mujer me conduce y llegamos a la sala de estar, que, por cierto, es gigante. Ella se va y decido esperar parado a que ella venga para comenzar. Después de un rato, baja la chica con un atuendo diferente al que vi en la mañana. Me guardo para mí mismo el blanqueo de ojos. —Siéntate en el sofá. —ordena. No me gusta tener que seguir sus "órdenes", porque es demasiado fastidioso. Ella cree que tiene a todo el mundo bajo sus pies y no es para nada cierto. Ella no es más que una chica arrogante y engreída. Sin embargo, me obligo a hacerle caso solo porque quiero acabar el trabajo que nos dejaron lo más rápido posible. Me siento, saco mi laptop de mi mochila y empiezo a hacer lo que queda del trabajo. Ella se sienta en otro sofá y hace lo mismo que yo. La verdad es que ni siquiera sé porque hacemos esto, podríamos repartirnos los temas, pero nadie ha sacado la idea. Supongo que yo lo haré la próxima vez. Y así estamos por media hora. De vez en cuando levanto la cabeza para mirarla disimuladamente. Sé que no debería, pero es extraño… A pesar de que su actitud conmigo no ha cambiado, se ve diferente aquí (aunque no la conozca en realidad). En el instituto ella tiene otra expresión, aquí solo... Está tranquila. Con la laptop en su regazo, la mirada centrada en la pantalla y su extraña forma de hacer pequeñas muecas cuando algo le sale mal. Es diferente, no se ve como la arrogante chica del instituto. Observarla ahora… No me desespera, lo que se me hace demasiado raro. Estaba terminando de escribir él último párrafo del día cuando ella se levanta del sofá con cara alarmada. —¿Por qué no hay ruido? —se pregunta a sí misma. La miro y quiero preguntarle qué le pasa, pero solo me callo y vuelvo a la laptop. Escucho sus pasos y sé que ella se ha ido corriendo. Frunzo él ceño pero termino negando con la cabeza. Cierro la laptop y decido que es hora de que me vaya. Le diré que no será necesario volver a reunirnos, que el resto lo podemos acabar por separado. Camino hasta la puerta y cuando estoy a punto de salir a escondidas para no tener que despedirme de nadie, escucho un grito. —¡Thommas! Es la voz de Emily. Me detengo completamente sorprendido. ¿Por qué ella me llamaría? —¡Thommas! —vuelve a gritar. Sintiéndome incómodo, subo las escaleras y me guío con él sonido de su voz. Veo una puerta abierta y me acerco a ella. Ahí está Emily, parado al costado de un niño que luce muy mal. —¿Qué le pasa? —pregunto, porque no sé qué más debería hacer. —¡No lo sé! Ayúdame. Wow. La gran Emily pidiéndome ayuda. Pienso un poco, y, como no sé qué más decir porque no sé qué le pasa al niño, trato de ayudar diciendo... —Hay que llevarlo al hospital. Ella obviamente no sabe qué hacer, así que solo asiente. Sintiéndome un estúpido cargo al niño (porque sé que ella no lo hará) y bajo las escaleras dirigiéndome a no sé dónde mientras Emily me sigue. Finalmente me dirijo al estacionamiento de su casa para dejar al niño en su auto, así ella podría llevarlo y yo me iría. Llego y no hay nada. —¿Tu auto? —le pregunto. —¡Demonios! Lo llevaron a reparación. —responde haciendo una mueca. Suspiro. No puedo creer lo voy a hacer. —Sígueme. —digo y salgo a la calle con el niño en brazos. —¿A dónde vamos? —pregunta, pero creo que ya recordó que su casa está a unas cuadras de la mía porque se calla. Vamos a mi casa. Voy a tener que llevarlo en mi auto al hospital. Llego súper rápido, tomo mis llaves, recuesto al niño en la parte de atrás del auto y me subo en el asiento del piloto. —¡Qué esperas! —exclamo al verla parada en frente de mí auto sin entrar. Duda unos segundos, pero finalmente sube y se sienta con su hermano atrás. Ella lo acomoda en su regazo y no deja de mirarlo, ni de hablarle. Sé que está preocupada, pero también sé que está tan incómoda y fastidiada como yo lo estoy. Enciendo el auto y empiezo a manejar hacia el hospital más cercano. Cuando llego cargo al niño otra vez y entro con Emily detrás de mí. Finalmente Emily lo quita de mis brazos y se va por un pasillo. Cuando desaparece de mi vista, pienso... ¿En qué momento cambiaron las cosas? Si antes quería largarme y nunca volver a verla, pero ahora estoy en un hospital con ella. Giro y me dirijo hacia la puerta para irme, pero cuando estoy a punto de hacerlo un pensamiento me detiene. No puedes dejarla. No puedo dejarla. Mucho menos cuando está sin un auto y con el niño (que debe ser su hermano) bajo su cuidado. Bien, me quedaré, supongo. Camino y me siento en la sala de espera. Estoy incómodo, mucho, y esa sensación se niega a irse de mi cuerpo. ¿Por qué hago esto? Para distraerme de todo decido ir al baño a lavarme las manos. Después de un rato regreso y veo a Emily, quien dice algo sin saber que sigo ahí. —Por supuesto. Él ya ha hecho suficiente por mí, tendré que arreglármelas sola para regresar a casa con Drake. —No. —respondo cortante. —Ah, mhh... Pensé que te habías ido. —dice removiéndose en su asiento. —No, fui al baño. Ella suspira. —Ya puedes irte, ya veré como regreso. —No. —repito, otra vez, cortante. Ella no dice nada, solo asiente, así que me quedo callado. Después de unos minutos, la escucho murmurar. —No puedo creer que dejé que esto pasara. Debí quedarme con el auto. Ugh… Soy la peor hermana del mundo. Tal vez fue por la sensibilidad del momento, o porque de pronto ya no me sentía tan fastidiado, pero después de estar unos minutos callados, me encuentro a mí mismo diciéndole... —Eres buena hermana. ¿¡De dónde mierda salió eso!? En serio, pude haberle dicho muchas otras cosas. —Ehh... Gracias. —responde tan sorprendida como yo por lo que le dije. Y luego de otro rato ella dice—. Gracias en serio, Thommas, sin alguien me pregunta si te dije esto lo negaré... Pero sin ti no hubiera logrado traerlo hasta aquí. Gracias, en serio. —Si hubieras venido a mi casa, quien sabe lo que le hubiera pasado a tu hermano. —No tengo idea, su niñera no estuvo aquí para cuidarlo hoy. Me he dado cuenta que por primera vez estamos manteniendo una conversación normal sin quejas. Ella aparta la mirada, pero yo no lo hago. Hay algo en ella que la hace muy diferente fuera del instituto. Me obligo a dejar de verla y noto que llega un doctor. —¿Familiares del paciente West? —pregunta y Emily se para. Yo por alguna razón la sigo. ¿Por qué la sigo? —Su hijo... —¡No soy su madre! —exclama Emily indignada—. Soy su hermana. —Oh, disculpe, okay... su hermano está bien. Usted y su novio pueden pasar a verlo. Joder. —Él no es mi novio... Él es... —ella empieza a tartamudear sin saber que decir—. ¿En qué habitación está? —pregunta sin terminar su frase anterior. Alzo las cejas. Ella se ha puesto nerviosa. Emily West se ha puesto nerviosa. ¿Será que yo la pongo nerviosa? Finalmente el doctor se la lleva a ella sola. —Puede entrar. —me ofrece el doctor. Yo niego con la cabeza y aparto la mirada—. No se preocupe, su novia ya está adentro. —vuelvo a negar con la cabeza enojado, pero entro por culpa de su insistente mirada. —¿Qué haces aquí? —pregunta Emily cuando me ve entrar. —El doctor insistió. —¿Dónde está él? Necesito preguntarle algo. —se dirige a la puerta. —Afuera. —respondo. Ella sale y cierra la puerta. —Hola. —dice el niño con un aspecto mucho mejor que el que tenía antes. —Hola. —Gracias por traerme. —sonríe. Su sonrisa me recuerda a Adam. —¿Cómo sabes qué yo te traje? —pregunto. ¿Acaso Emily le habló de mí? —Estaba enfermo pero no ciego. Empujo mi mejilla con mi lengua. —Okay. —Tú eres el novio de mi hermana, ¿no? Aprieto los dientes. —No, no lo soy. —espeto un poco enojado. Apuesto a que él sabe que Emily tiene novio y que ese no soy yo. Trato de calmarme. Es solo un niño. —Me he dado cuenta de cómo la miras. Mocoso. Estar débil y callado no le duró nada. —Yo no la "miro"... —hago comillas con las manos—. ¿De acuerdo? —Como digas. —responde levantando las manos como si fuera un criminal, pero sé que no me ha creído. Por suerte, en ese momento llega Emily. Gracias a Dios. Finalmente, después de unos minutos, llevo a Emily y a su hermano a su casa. —Estoy tan avergonzado como tú. —espeto cuando me doy cuenta de que agacha su cabeza en su asiento. Es obvio que no quiere que la vean aquí conmigo. —¿Qué? —pregunta ella con rostro falso. —No te hagas la... —me callo y me guardo mi insulto ya que su hermano sigue ahí detrás. —¿La qué? —pregunta ella apretando los dientes. —Me he dado cuenta de que escondes tu cabeza. —respondo en lugar de lo anterior. —No es cierto. —miente con una pequeña sonrisa falsa. La detesto. —No finjas. —digo con fastidio. Ella rueda los ojos y luego se voltea. Lo que hice después fue demasiado irresponsable, considerando que estaba manejando, sin embargo... Ya estaba hecho. Me había quedado mirándola unos segundos más tratando de entender quién es la verdadera Emily, porque a pesar de que su actitud conmigo seguía sin cambiar, definitivamente nuestras interacciones se sentían diferente. Cuando me doy cuenta de eso niego con la cabeza y vuelvo a mirar al frente. No tiene caso pensar en eso. Ni que me importara tanto. Luego veo por la ventana del retrovisor y me encuentro con la mirada del hermano de Emily, quien me observa levantando las cejas. Él también se había dado cuenta de que me había quedado mirándola. Su mirada significaba: Tengo razón. Te gusta mi hermana. Yo solo puse los ojos en blanco y continué conduciendo. No iba a dejar que ese niño me incomodara en mi propio auto. Finalmente llegamos a su casa. Me alegro internamente. Ella sale del auto, espera a que baje a su hermano y se aleja, pero luego para y regresa, mete su cabeza por la ventana del copiloto y dice—. Gracias, otra vez. Yo la miro unos segundos y luego volteo la cabeza sin decir nada. Espero a que saque su cabeza y, cuando por fin lo hace, continúo manejando. Emily: Cuando entro a la casa me voy a mi cuarto y me echo en mi cama. Inconscientemente pienso en los últimos sesenta minutos que acabo de pasar. Fue una tarde llena de angustias, molestias e incomodidades. ¿Por qué digo incomodidades? Fácil. Su apellido es Darrien. ¿Porqué de todos los chicos que habían en el aula, fue justamente Thommas quien tuvo que ser mi compañero? Todo es extrañamente tranquilo cuando estoy con él y no me gusta. Me hace pensar y sentir cosas que no puedo controlar y odio eso. Odio que se atreva a tratarme diferente y yo no pueda hacer nada por cambiarlo. Y ahora tengo que sentirme agradecida con él por ayudarme. Lo que le había dicho era cierto, si no hubiera estado en mi casa probablemente Drake seguiría enfermo en este mismo momento y yo seguiría sin saber qué hacer. Definitivamente tenía que averiguar cosas de ese tipo en internet. Drake entra a mi habitación. Le doy una mirada severa y él sonríe a medias como disculpas. Es su costumbre entrar a todos lados sin tocar. —Drake, ¿qué pasa?, ¿te sientes mal? —pregunto dejando de lado el enojo. —No, hermana, cálmate. —responde riendo—. Vine a hablarte del chico. —¿Qué chico? —El que me llevo al hospital. Thommas. —¿Qué hay con ese chico? —¿Te cae mal? —pregunta frunciendo el ceño. —Pues sí. —¿Por qué? Porque me ignora, me ignora y me ignora. No me trata como debe tratarme. Él piensa que por que todas las chicas del instituto lo quieren en su cama tiene derecho a tratarme como si fuera cualquiera. —Eso no te incumbe, hermanito. —Pero... —No me hables de él, ¿okay? No me agrada y yo no le agrado a él. Así son las cosas. Me levanto de la cama y me cruzo de brazos. Estoy harta de ésta conversación. —Yo no estoy tan seguro de eso como tú. —canta yéndose del cuarto. —¿Por qué dices eso? —grito para que regrese. —Se nota que le gustas. —responde él como si fuera lo más obvio del mundo. ¿Qué ha dicho? —¿De dónde sacas eso? —cuestiono indignada y sorprendida. A la vez, asqueada. —Se nota cuando te mira. —Él no me mira, Drake, deja de hablar tonterías, por favor. Trataba de negarlo en frente de él, pero por dentro me emocionaba pensar eso. Así que le gusto al idiota, ¿eh? Mi único problema con eso era que Drake solo era un niño. No tenía ni idea de la realidad que nos rodeaba a mí y a Thommas. —Piensa lo que quieras, hermanita. —Te recuerdo que tienes diez años. Tú eres el hermanito aquí. Normalmente no me sorprendía oír ese tipo de cosas. Era normal enterarme que alguien gustaba de mí, pero ¿Thommas? Esa imposible. Él ni siquiera me mira cuando hablamos (aunque yo tampoco le miro), me ignora, sabe perfectamente como enojarme y... Simplemente sé que para él estar cerca de mí es desesperante. Además, sabía que si fuera de alguna manera importante para él, habría hecho algo por demostrar que le gusto. Y sé que lo que hizo hoy fue por obligación. Uno de mis pensamientos despierta una idea. Nunca lo he visto sonreír y tampoco lo he visto ser amigable con nadie. Simplemente se ve desinteresado en todo, como si alguien lo hubiera lastimado alguna vez. Empecé a suponer que esa actitud amargada y seria probablemente la tenía por alguna razón... Tal vez alguna muerte, divorcio de sus padres... Una chica... Algo debió sucederle. Estoy segura de que no nació así. Averiguarlo sería divertido. Solo me lo imagino, saber su secreto y decírselo a todos. A ver si se sigue haciendo el interesante después de eso. Estoy segura de que ese será su merecido por tratar de hacerme sentir menos. Y también estoy segura de que se sentirá demasiado bien. Después de unos minutos, decido tomar una ducha para relajarme, distraerme y tratar de olvidarme de todos los momentos que pasé hoy, pero me emociona de alguna forma saber que por fin tengo un nuevo plan que ejecutar. Algo más que controlar. Otra meta por cumplir para llenar lo vacía que realmente me siento por dentro. Aunque eso genere más odio hacia mí por parte de alguien más, no me importa. Ya sé que no necesito agradarle a nadie más, porque hay gente de sobra que ya lo hace. Al salir de la ducha, me cambio y bajo a la cocina para comer una ensalada. Estando ahí abajo me encuentro con mi hermano. —Hermana. —llama. —¿Qué pasa? —¿Has pensado en lo qué te dije? —¿Qué cosa? —En el chico. —¡Drake, basta! —alzo la voz, mas no grito—. No entiendo porque haces esto. —Yo sé que ustedes se gustan. ¿De dónde puede sacar algo así? Si supera que es lo que realmente pienso de Thommas. Si supiera que es lo que realmente quiero hacer con él. —No es cierto. Drake, te puedo asegurar que lo detesto así como él me detesta a mí... Es un sufrimiento estar con él y admito que me siento agradecida por lo que hizo por ti, pero nada más. Ya para con eso. —espeto y me sorprendo de lo seria que estoy. —Una pregunta... —continuó ignorando que acababa de llamarle la atención seriamente—. ¿Por qué lo escondías? —Yo no lo escondía. —Entonces, ¿por qué decías que te ibas a casa de Sel cuando, en realidad, te ibas a la de Thommas? —Porque no me gusta mencionarlo. Ya te lo dije, Drake, él no me agrada. —Okay... Tienes razón, no te agrada... Pero algo me dice que ustedes acabaran juntos. —murmura. Y yo hago un puño con mis manos. —Piensa lo que quieras. Pero no te atrevas a decir nada de esto en voz alta, y mucho menos frente a él. —advierto y me voy a mi habitación. * * * Al día siguiente, me levanté e hice las mismas cosas de siempre. Tenía mucho miedo de lo que le pudiera pasar a Drake mientras yo no estaba, así que me la pasé pensando en él. Cuando regresé del instituto me sentí aliviada, Drake había estado bien. No había podido ir a la casa de Thommas porque prefería quedarme para cuidarlo, a pesar de que Aída estuviera cuidándolo. De todas formas, no fui a terminar el trabajo y tampoco pude avisarle, pero iría a su casa al día siguiente. Por suerte Drake no había vuelto a fastidiarme con el tema de Thommas, pero vero me hacía pensar en él y en mi plan. No sé cómo, pero debo acercarme a Thommas. Debe confiar en mí. Solo así lograré conocer su pasado y arruinarle el maldito reinado que cree que tiene sobre mí. No entiendo porque todas las chicas quieren algo con él. Bueno... Admito que al inicio hasta yo quise eso, ya que está guapo y todo eso, pero... No le veo nada más fuera de lo físico. Su personalidad es un asco. Escucho él timbre de la casa y deseo con todas mis fuerzas que no sea Caleb buscando sexo otra vez. Luego de un rato viene Aída y me habla detrás de la puerta. —Señorita, un joven llamado Thommas la busca. ¿Thommas vino? Qué raro. —Dile que pase y que me espere en la sala, bajaré en un minuto. —Sí, señorita. Okay. A hacer ese trabajo, supongo. Bajo las escaleras y lo veo sentado en el sofá con su laptop. Ya empezó a hacer el trabajo. Decido sentarme y hacer lo mismo. Estábamos en pleno silencio. Pero él lo rompió después de unos minutos—. Ayer no viniste a hacer el trabajo. —Sí, vine a cuidar a Drake y me olvidé avisarte. —Hoy tampoco me avisaste. Por eso vine. Yo asiento y continúo haciendo mi trabajo. El tiempo pasó demasiado rápido porque cuando me doy cuenta, él ya se ha ido. Nos quedan dos reuniones más y adiós Thommas, así que tengo que encontrar la forma de acércame a él rápido. * * * Ya es miércoles. Cuando llego al instituto veo me están esperando, como siempre, mis amigos. Llego y los saludo. —Así que por fin... —digo cuando veo a Ash agarrada de la mano de Axel. —Sí. —responde Ashley riendo. —Okay, ¿vamos a clase? Tenemos Química. —avisa Sel. —¡Ugh! —exclamo notablemente fastidiada. —Ay, había olvidado que te sientas con Thommas. —dice ella con una mueca. —Sí. Es súper aburrido. —Pues a mí me alegra que lo odies. —sonríe Caleb tomándome por la cintura. Luego nos vamos y mientras caminamos por el pasillo logro ver a Daniela, pero hay algo raro en ella... Veo más de cerca y me doy cuenta de su cabello. ¡Demonios! Empiezo a reír sin poder controlarme. Está llevando una peluca. En serio le arruiné el cabello con la goma líquida. —¡Wow! —vocifero acercándome a ella haciendo que voltee a verme—. Sabía que tu ropa de diseñador era falsa, pero no que tu cabello también lo era, Dani... Qué triste decepción. —Eres una maldita. —espeta con los dientes apretados. —Gracias. —sonrío—. Espero que hayas entendido la lección: Nunca te metas conmigo. Me doy la vuelta consciente de que ella iba a decirme algo más, así que solo la ignoro y entro al aula. Al llegar me siento y espero a que comience la clase. Hablo con los chicos por mensaje de cosas aburridas y luego de un rato llega Thommas. Se sienta a mi lado, como debe ser, pero solo por obligación. El profesor estaba a punto de empezar su clase pero una maestra entra al aula, pide disculpas y empieza a hablar. —Okay, chicos, tal vez no me conozcan. Yo soy la maestra Angella y estoy a cargo del club de Teatro. Seguramente saben que va a haber una obra escolar. —asentí lentamente, pero desinteresada. Esa debía ser la obra a la que Sel iba a audicionar—. Bueno, pues vine a avisarles que se van a cancelar las audiciones. —¿¡QUÉ!? —grita Sel. —Se van a cancelar las audiciones solo para los protagonistas, así que si desean pueden audicionar para los personajes secundarios. —¿Por qué? —pregunta Sel, todavía decepcionada por lo que acababa de oír. —Porque he encontrado unos chicos que... —la maestra le empieza a responder pero no lo escucho. —Esa es la maestra que me estaba mirando. —murmuro en voz baja para mí misma cuando reconozco su rostro. Pero segundos después, me doy cuenta de que no había hablado tan bajo ya que Thommas me había mirado de reojo con curiosidad. —¿En serio? —susurra. —Sí. —respondo cortante. Pero luego pregunto—. ¿Por qué? —Porque esa profesora también me había estado observando a mí antes. Yo estaba a punto de decirle lo confundida que estaba pero una voz me interrumpió. —¡Ustedes! Era la maestra Angella. Fruncí el ceño. ¿Por qué nos estaba señalando? Thommas y yo nos quedamos callados mirando a la profesora. —Darrien y West, vengan conmigo un momento, por favor. —pide ella tranquilamente mientras sale del laboratorio. Todos nos miran. Thommas y yo nos miramos por medio segundo y lentamente nos paramos. —¿Qué está pasando? —susurro sin esperar respuesta. Luego de una larga y lenta caminata salimos junto con la maestra. —¿Qué sucede? —pregunta Thommas realmente confundido al igual que yo. —Felicidades. —anuncia. —¿Por qué? —pregunto yo confundida a más no poder. Estaba empezando a imaginarme lo que venía a continuación. —Ustedes protagonizaran la obra.
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