14- Si buscas venganza, deberás cavar dos tumbas

2251 Palabras
Amina Esperaba que el conductor me dejara en casa, pero en cambio, nos lleva al distrito financiero de Londres. Mi mirada se dirige a un rascacielos que sobresale entre todos los demás edificios. Es alto y tiene una forma diferente a cualquier otra estructura que haya visto en ni vida. Cuando llegamos a este edificio, no me sorprende que Emiliano tenga sus oficinas aquí. Llama la atención y es imponente, igual que él. —Tengo que ocuparme de algo de papeleo— dice Emiliano. —Puedes esperar en el coche— —Está bien— digo rápidamente. —Me gustaría ver donde trabajas— le dedico una sonrisa radiante, y debe funcionar, porque se encoge de hombros. —No es tan emocionante, te lo advierto— —Yo no diría eso— lo sigo a través del concurrido vestíbulo, todo cromo y clase, hasta los ascensores. —Lo que haces es bastante impresionante. No podría imaginarme haciendo algo así— Cuando salimos al piso treinta, sigo a Emiliano. Se que se supone que debería estar observando las oficinas, pero la vista me distrae momentáneamente. Todo Londres se extiende a nuestro alrededor y puedo ver a kilómetros de distancia. —¿De verdad puedes ver esto todo los días? — le pregunto. Emiliano parpadea, como si nunca se hubiera dado cuenta. —Está bien, supongo. Por aquí— Wilder Capital está lleno de gente, con aspecto serio escribiendo en ordenadores y hablando por teléfono. La decoración es muy parecida a la de la casa de la isla: todo minimalista y elegante, con blanco y arte moderno llamativo. Si un lugar pudiera oler a dinero, este sería el aroma. Lo sigo por la puerta, intentando memorizar las caras al pasar. —Puedes esperar en mi oficina— dice, mostrándome una espaciosa habitación en una esquina, decorada únicamente con un enorme escritorio de cristal, una silla ejecutiva y una pequeña sala de descanso. Hablando de una vista privilegiada. —No tardaré— dice, cerrando la puerta tras de él. inmediatamente, miro a mi alrededor, lista para investigar. No hay mucho que ver aquí. estaría bien que hubiera una carpeta marcada como. “Los secretos sucios de Emiliano”, pero ni siquiera veo una computadora portátil por ningún lado. No hay nada personal de decoración aquí. sin cuadros ni chucherías. Esta podría ser la oficina de cualquiera. ¿Es esa una forma de protegerse? ¿O es tan desalmado que no necesita nada más que el dinero que gana en este lugar? Examino la habitación. No hay archivos ni carpetas, ni cajones de escritorio que rebuscar. Maldita sea. Miro a mi alrededor de la habitación de nuevo, y esta vez, noto algo irregular en los paneles de mármol de una pared. Me acerco y paso los dedos por las ranuras. Presiono hacia abajo y el panel salta ligeramente. Tiro y descubro que hay estanterías detrás: Librerías y grietas empotradas en pared. ¡Todo el lugar es un archivador! No hay nada interesante detrás de este, solo un bar con licor caro, así que echo un vistazo rápido a la puerta para comprobar que no viene nadie, antes de probar otro panel. Este revela una caja fuerte oculta detrás de los paneles. Ahora vamos por buen camino. Intento abrirla, pero está cerrada con una cerradura antigua. Me intriga de inmediato. Es lo primero que encuentro protegido. Lo que significa que Emiliano cree que es lo suficientemente importante como para tener una medida de seguridad. ¿También esconderá la llave aquí? No lo sabré con seguridad a menos que mire. Regreso a su escritorio y paso las manos por el cristal liso, por si acaso hay algún tipo de compartimento oculto. Busco en mi mente otras opciones. ¿Dentro de uno de los paneles? ¿Escondidos en una caja secreta? Mis ojos se posan en uno de los cuadros. ¿Podría haber una llave detrás, escondida a plena vista? Vale la pena intentarlo. Miro hacia la puerta, nerviosa, mientras alcanzo el cuadro. Lo saco con cuidado de la pared, mirando detrás de él. —¿Amina? — Salto, casi arrastrando el cuadro de la pared por la sorpresa. Giro la cabeza rápidamente para ver que Barbara ha aparecido de la nada, de pie en la puerta ahora abierta. —¡Oh! ¡Hola! — intento sonar casual, incluso mientras vuelvo a colocar el cuadro en su lugar con cuidado y espero a que mi corazón deje de latir con fuerza en mi pecho. —¿Qué estás haciendo? — pregunta frunciendo el ceño. Lleva otro elegante atuendo de negocios: una blusa azul marino-cuadrada con pantalones blancos de pierna ancha y un llamativo cinturón con hebilla dorada alrededor de la cintura. —Solo esperando a Emiliano— digo rápidamente. —¿Tenía unos papeles que firmar? — Barbara mira la pintura significativamente. —Es tan bonita, ¿verdad? — sonrió radiante, acariciando la superficie como si eso fuera lo que hubiera estado haciendo aquí todo este tiempo. —Si, lo es— dice Barbara con frialdad. —Muy delicada también— —Espero no haberla dañado— digo, actuando preocupada. —Solo tenía curiosidad por el artista. No vi firma en el anverso, así que pensé en revisar el reverso— Mirando la pintura mientras hablo, puedo ver claramente la firma en la esquina, pero es la mejor explicación que se me ocurre. Me alegro de que no me haya visto husmeando por los paneles de la pared. Eso habría sido un poco más difícil de explicar. —¡Me encanta tu cinturón! — digo de golpe, intentando cambiar de tema. —¿Dónde lo conseguiste? Es tan llamativo— —Es Gucci— responde Barbara. Mira a su alrededor, como si intentara descifrarme así que le pongo mi sonrisa más brillante e inocente. —Oh, increíble. Se supone que ir de compras aquí en Londres es increíble. Tal vez puedas recomendarme algunos lugares para visitar— —No tengo mucho tiempo para ir de compras— dice, con un tono mas condescendiente. —Le pido a un estilista que elija las cosas por mi— —Bien, jefa, lo entiendo— sonrió radiante. —Bueno, algunas de nosotras tenemos que trabajar por lo que queremos— dice mirándome de nuevo. —He trabajado duro para llegar a esta oficina. Nadie me abrió la puerta— Oh. Claramente, Barbara piensa que solo soy otro trofeo mimado que gasta la tarjeta de crédito negra de Emiliano. Lo cual, para ser justos, lo soy. Pero noto como dice sus comentarios con una sonrisa amistosa, sin arriesgarse nunca a ofender a la novia del jefe. Es una mujer inteligente, pienso. Se sorprendería al saber que tenemos mucho en común. Emiliano entra y luego parece sorprendido, como si ya hubiera olvidado que estaba aquí. —¿Todo listo? — le pregunto. —Barbara acaba de estar hablando de moda conmigo, ¿no es así? — Barbara logra sonreír. —¿Te llegaron los archivos de Sullivan? — le pregunta, a Emiliano, ignorándome. El asiente, pasándose una mano por el pelo. —Son un desastre, y los borradores de los contratos no son mucho mejores. Los he llamado a todos y personalmente iré punto por punto hasta que esta vez lo hagan bien— Su mirada se dirige a mí. —Deberías volver a la casa. estaré aquí el resto de día— Intento ocultar mi alivio. —Bien— digo amablemente. —El tiempo esta tan bien que creo que daré otro paseo para conocer un poco la ciudad— Luego con un control sobrehumano, añado: —Llamare más tarde para ver como estoy y te diré adónde voy— Emiliano parece sorprendido y complacido que este accediendo a sus exigencias. —Eso suena bien— asiente, acercándose. Me besa en la mejilla y luego me murmura al oído: —No fue tan difícil ahora, ¿verdad? — Quiero quitarle la mirada de suficiencia de una bofetada, pero en lugar de eso, solo sonrió. —Nos vemos luego. Adiós Barbara— Añado, dándome la vuelta para irme. sigue mirándome como si intentara resolver un rompecabezas, y hago otra nota mental para tener cuidado con ella. Podría ser un problema para mí. Salgo de la oficina, tomando una ruta serpenteante hacia el Támesis y disfrutando la ciudad que me rodea. Los elegantes edificios de oficinas dan paso a calles más históricas, hasta que encuentro un sendero junto al rio, que me permite ver todos los lugares turísticos: el puente de Londres, el Big Ben, el London Eye…Hay muchísima gente fuera, tomando fotos y apresurándose de camino al trabajo. Con tanto que ver y hacer, y me encuentro deseando no estar sola. Llevo una hora caminando cuando veo un quiosco que vende periódicos y revistas. Tambien tienen algunos aparatos electrónicos, y compro un teléfono desechable con efectivo. Ha pasado demasiado tiempo desde que me registre con Nero, y sé que no puedo arriesgarme a llamar desde el teléfono celular que me dio Emiliano. Si puede rastrearlo, supongo que tambien puede registrar mis llamadas y mensajes de texto. Me lleva un poco de tiempo configurarlo, pero cuando lo hago, encuentro un lugar con vista al agua y marco el número de Nero. Contesta al primer timbre. —Morelli— —Soy yo— Exhalo, solo oyendo una voz familiar. Una vez que suena como en casa. —Mierda, Amina. No he sabido nada de ti en casi una semana— —No es fácil escaparse para hacer una llamada. Emiliano siempre está mirando— Incluso ahora, miro a mi alrededor, asegurándome de que nadie puede oírme. —¿Te ha hecho daño? — pregunta Nero. —No, no es así— respondo. —Sabes que puedo cuidarme sola— Nero suspira. —He estado preocupado. Lia también— —Estoy bien, de verdad— Miento. —Solo necesito más tiempo. El tipo es reservado y paranoico, va a llevarme a un tiempo descubrir sus puntos débiles. —Bueno, si quieres ideas de por donde empezar, un hombre como Emiliano siempre tiene enemigos— murmura Nero oscuramente. —Serán tus amigos— Pienso en el tío de Emiliano y en la extraña vibra que había allí cuando nos lo encontramos. —Estoy trabajando en ello. Conocí a una mujer, una periodista, podría usarla para obtener más información— —Todavía no me gusta esto, ¿sabes? — dice Nero en voz baja. —Estás en peligro cerca de ese hombre, lo sepas o no— —No me importa— le digo, sinceramente. —Tengo que hacer esto. Por Milo— Nero hace una pausa larga. —Conoces ese viejo proverbio, ¿verdad? Si buscas venganza, debes cavar dos tumbas— Me estremezco. —¿E despiadado Nero Morelli me está advirtiendo sobre la venganza— respondo con ligereza? —Sabes a que me refiero­— —Si— suspiro, sintiendo una punzada. —No te preocupes, tendré cuidado— Terminamos la llamada e intento decidir si vale la pena esconder el teléfono en la casa de Emiliano. Decido no hacerlo, y lo tiro a la basura. Por lo que sé, Leon está rebuscando en mis cajones todos los días, y no puedo arriesgarme a que Emiliano vea que sigo en contacto con Nero. Sigo caminando, intentando que las palabras de Nero no me inquieten. Sabía a qué m estaba metiendo al embarcarme en esta misión. Sabía lo alto que podría ser el costo. Pero vengar la muerte de Milo vale la pena. Pagaría lo que fuera necesario, incluso si eso nunca pudiera traerlo de vuelta a mí. Me encuentro cerca de un mercado al aire libre, con libros usados colocados en carritos, fuera del Instituto Británico de Cine. Hago una pausa y hojeo los libros por un momento, antes de entrar para tomar una copa en la cafetería. Hay un festival de cine clásico, y uno de los carteles me llaman la atención. El padrino II… Me detengo y miro el cartel, con una dolor que me atraviesa el pecho. He visto la película. Vi la serie completa con Milo, hace años, durante un maratón de fin de semana. No podía creer que nunca los hubiera visto, especialmente dado nuestro trabajo. Así que insistió: pedir pizza, equipar su apartamento con un proyector y una computadora portátil, todo el asunto. Pasé todo el tiempo sentada en ese sofá a su lado, deseando que se acercara y me tomara la mano, pero, aún así, lo pasé genial. Milo era así: atento, amable y dulce. Se preocupaba por las personas en su vida, era ferozmente leal a nosotros, a mí, a Nero, a todos los demás chicos de la organización. Podría haber hecho cualquier cosa con su vida, era lo suficientemente inteligente, un verdadero nerd. Después de que Nero pagara para que fuera a la facultad de derecho, le dijo a Milo que, si quería salir de la organización Morelli, podía irse. Empezar de nuevo, una pizarra en blanco. Volver a ser legal. Pero Milo se quedó. Por Nero y por mí, me gusta pensar. No se iría y nos dejaría atrás. Siempre fue el ángel en el hombro de Nero, aconsejándole que no cruzara la línea. Tratando de protegernos a todos. Pero al final no pudimos protegerlo. No pude. Por eso estoy aquí. Emiliano no debería estar caminando felizmente cuando un hombre como Milo está bajo tierra. Hago una promesa a mí misma en este mismo momento. Seré despiadada para vengarlo. No importa lo que cueste.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR