ZOE Su boca sobre la mía fue como una maldita bomba. Me hizo recordar aquella noche en que perdidos por el alcohol terminamos en la misma cama. No hubo aviso, ni permiso, ni espacio para pensar, solo fuego que nacía de mi pecho y me golpeaba en medio de mis piernas. Pude sentir como la excitación amenazaba con escurrir entre mis muslos. Era un fuego descarado, hambriento, que me devoró en un segundo y yo quería más de él. Sus manos se aferraron a mi cintura, tirando de mí hasta que quedé completamente pegada a él. Su lengua me invadió la boca reclamando cada aliento. No podía pensar. Su cuerpo era puro acero, duro y cálido, y el contacto me arrancó un gemido que no supe si era de sorpresa o de puro deseo reprimido. Lo odiaba. Odiaba lo mucho que me gustaba, la manera en cómo me esta

