Capitulo 34 —Vuelvo en un segundo, cariño.— Se alejó en su coche. Me quedé allí parada unos momentos, incómoda. Me sentía enferma y tenía el corazón acelerado. Estaba al borde del abismo, pero ¿estaba viva? No estaba segura. Miré fijamente al Maestro, que me había estado observando y estaba segura de que se estaba poniendo en forma. ¿Seguro que intervendría? Me dirigió una sonrisa torcida y cómplice y volvió a su lectura. Mi cliente regresó, no tuve que esperar mucho, caminamos juntos hacia el vestíbulo. No miré al Maestro, entramos en el ascensor. Este hombre desconocido a mi lado olía fuertemente a loción para después de afeitarse. Caminé delante de él hacia la habitación con mi conciencia casi paralizada, entramos y cerramos la puerta. Abrió su billetera y, para mi asombro, contó cin

