Narra Ian
Ya han pasado dos meses desde el encuentro con aquel m*****o de los Yakuza. Todo ha transcurrido con normalidad, no han habido nombramientos sobre ninguna mafia, lo que me asusta ya que eso significa que no están tramando nada bueno. A Acerina ya le falta poco para tener a las niñas y Yun y yo ya no nos llevamos tan mal; De vez en cuando tenemos algún enfrentamiento, pero no es nada que no se pueda arreglar hablando.
-Acerina- ¡Ian, ¿puedes venir?!-Grita desde su habitación.
-¡Voy!-Me levanto del sofá y voy hasta donde se encuentra.
-¿Qué pasó?-Digo entrando por la puerta. Al verla, mi cerebro se olvida de cómo hablar y sólo puedo quedarme mirándola fijamente.
-¿Cómo me queda?- Me pregunta refiriéndose al vestido blanco de asillas que lleva puesto.
Tardo un poco en reaccionar pero al final contesto.-Te queda perfecto, ¿pero sabes qué?
-¿Qué?
Me acerco a su oído y le susurro.- Te verías mejor sin él.
Noto como sus mejillas se sonrojan al instante y se aparta de mí para verme a la cara. Todo rastro de vergüenza parece borrarse puesto que me mira con esa sonrisa que solo ella sabe hacer.
-Parece que hoy te levantaste con ganas de jugar, Daddy...
Esa última palabra la dijo tan lento y sensual que un escalofrío recorrió toda mi columna.
-Sí, pero no tengo con quien.-Aprovecho para acercarme más y agarrarle la cintura. Ella no se queda atrás y lleva su mano hacia mi vientre, muy cerca de mi zona íntima.
-¿Podría ser yo tu compañera?-Esta vez baja más su mano y llega hasta mi m*****o.
Suelto un suspiro al no esperarme esa acción.
-Claro que sí.-Me atrevo a bajar más y llego hasta su trasero él cual manoseo a mi antojo. Llevo mi boca a la suya pero inesperadamente se aparta y la miro extrañado.
-Lo bueno se hace esperar.
-¿Y eso cuánto tiempo es?
-Como tres meses.
-No se si pueda esperar tanto, para entonces ya sería un año sin hacer nada.
-Me lo pensaré, dicen que es bueno para prepararse antes del parto, si no, todavía tienes tu mano y tu imaginación.-Se va con una sonrisa victoriosa, mientras yo me quedo ahí con ganas de haber tenido algo más.
Narra Ryo
Veo que Acerina llega a mi habitación y se tumba a mi lado. Ese vestido que lleva le queda hermoso.
-Buenos días.
-Acerina-Buenos días.
-¿Qué te trae por aquí?
-¿No puedo ver a mi amor?
¿Me acaba de llamar amor? Siempre me había llamado por mi nombre.
-Claro que sí. Por cierto, ese vestido te queda hermoso.
-Muchas gracias, tú también estás muy guapo hoy.
No se si lo decía de forma irónica o lo decía en serio ya que llevaba puesto solamente el pantalón del pijama.
-Gracias.¿Quieres qué vayamos a dar un paseo?
-No, prefiero quedarme aquí contigo.
Cada vez se acercaban más hasta quedar a horcajadas sobre mí. Dirijo mis manos a sus costados y las subo de arriba a abajo por su cintura.
-¿A dónde quieres llegar con esto?
-¿Hasta dónde quieres qué llegue?
-No sabes como me pones cuando eres atrevida.
-No lo sé, pero puedo notarlo.-Dice refiriéndose a mi creciente erección. Suelto un jadeo cuando de un momento a otro empieza a hacer círculos con sus caderas, lo cual me hace calentar aún más.
-Si sigues así no voy a poder resistirme.
-¿Quién está diciendo qué te resistas?
-Tienes la oportunidad de echarte atrás ahora, porque después no te voy a dejar ir.
-Hazme tuya, Ryo.
Esas palabras bastaron para que de un momento a otro le diera la vuelta para poder colocarme encima de ella y empezara a besarla ferozmente.
Dejo su boca para pasar a su cuello y dejar marcas que durarán unos cuantos días ahí. Dirijo mi mano a su intimidad y me sorprendo al ver lo mojada que está.
-Mira como te pongo- Saco mis dedos y se los enseño, están bañados en sus jugos.
Ella no dice nada, solamente suelta gemidos que intenta retener mordiéndose el labio .
-¿Te excita cómo te toco?
Acerina simplemente asiente con la cabeza.
-Habla.
-¡Sí, sí me excita, pero hazlo ya!
-¿Hacer el qué?¿Esto?- Llevo mi mano a sus pechos y empiezo a manosearlos.
-Si, digo, no.
-Entonces,¿qué quieres, preciosa?
-Ya lo sabes~
-Quiero que me lo digas.
-Métemelo, métemelo ya.
-Como tú digas, princesa.
Poco a poco fui metiendo mi m*****o, intentando hacerlo lo más suave posible.
-Estás tan apretada, me encanta.
-Dame más.
Aceleré mis movimientos pero con estocadas suaves ya que no quiero hacerle daño.
-Oh~
Ella intentaba ahogar los gemidos mordiendo su mano.
-Déjame oírte, bebé. Gime mi nombre.
-Los demás… nos… pueden escuchar.
-Que escuchen, que sepan que te estoy haciendo mía.
-Ah~, ah~, me vengo.
-Córrete.
Y segundos después oigo como gime mi nombre mientras se corre. Salgo de su interior y me masturbo hasta correrme en su pecho.
-Eso fue increíble.
Acerina no dice nada, simplemente se acurruca a mi lado hasta quedarse dormida.
Al día siguiente
Narra Atid
Hoy me levanté más temprano de lo normal así que aproveché para hacer el desayuno para todos.
-Buenos días, Sra.Yei.
-Sra.Yei- Buenos días, hijo.
-No se preocupe por hacer el desayuno, ya me encargo yo.
-Sra.Yei- Oh, no se preocupe.
-Claro que sí, es más, tómese el día libre. Escuché que su hija está esperando un hijo, vaya y hágale compañía.
-Sra.Yei- Muchas gracias, Sr.Atid.
-No es nada.
Poco después de que la Sra.Yei se fuera veo a Ryo bajar por las escaleras.
-Ryo-Buenos días.
-Buenos días, ¿cómo dormiste?
-Bien.
-Ahh, bueno. Pensé que te ibas a levantar más tarde.
-¿Por?
-Es que como anoche Acerina y tú se divirtieron tanto pues pensé que ibas a estar cansado, pero ya veo que no.
-¿Se nos escuchó mucho?-Pregunta un poco de vergüenza en su voz.
-Que va, solo se oía como ella te pedía más y tú le decías que gimiese tu nombre.
-Vale, vale, ya entendí, fuimos demasiado ruidosos. ¿Crees qué los demás también nos escucharon?
-No creo. Yo lo escuché porque estoy en la habitación de al lado. Dejando ese tema de lado, ¿dónde vamos a poner a las gemelas?
Falta menos de un mes para que nazcan y lo único que tenemos es ropa, no creo que sea cómodo dormir sobre un montón de bodies y vestidos.
-No te preocupes, hoy podemos ir a ver cosas. Somos cuatro, entre todos podemos montar rápido las cosas.
-Pues no hay más que hablar, cuando terminemos de desayunar vamos.
Tiempo después fueron llegando mis hermanos.
-Yun-¿Y Acerina? Ella siempre suele levantarse temprano.
-Ryo-Está durmiendo, seguramente está cansada.
-Ian-Sí, no debe ser fácil cargar a dos bebés.
Narra Acerina
Son las cuatro de la tarde cuando despierto. Me doy cuenta de que no tengo nada puesto y que lo único que cubre mi cuerpo es una sábana. Me levanto envolviéndome en la sábana y salgo de la habitación con cuidado de no hacer ruido.
Después de haberme cambiado y bañado salgo de mi habitación un poco extrañada, no se ha oído nada y eso es preocupante. Bajo a la primera planta y no hay nadie, ni siquiera Mattia está en su habitación. Llamo a Yun muy preocupada pero él responde tan tranquilo.
-¿Dónde están?
-Vinimos a comprar, no te preocupes.
-Cómo quieres que no me preocupe si no hay nadie en casa, ni siquiera la Sra.Yei.
-Ah sí, es que Atid le dio el día libre.
-¿Mattia también está con ustedes?
-Sí, todo está bien. Estate tranquila.
-Bueno, ¿qué fueron a comprar?
-Nada, unas cosas nos hacen falta.
-Vale, conduzcan con cuidado.
-Adiós.
-Adiós.