Capítulo 1
—Isabel, recuerda por favor que debes pagarme la renta esta semana, ya llevas varios meses sin pagar. — Dijo la señora Nancy apenas me vio salir de casa.
—Si señora, me pagarán el sueldo en dos días, ¿Me puede esperar hasta ese día por favor? Como sabrá, la hospitalización de mi abuela no ha salido para nada barata.
—Está bien, pero solo por el aprecio que le tengo a tu abuela, esperaré dos días más, de lo contrario, les pediré que por favor me desocupen la casa.
—¡Nana! ¡Nana! — La voz de mi hermanito me hizo olvidar por al menos un segundo la horrible noticia que acababa de darme la señora Nancy.
—Vamos Chechis, llegarás tarde a la escuela. — Dije apurándolo, él apenas iba saliendo de la casa. Apenas llegó a mi lado, sostuvo mi mano y me brindó una cálida sonrisa. — Hasta luego señora Nancy. — Exclamé sin voltear a verla para que no me repitiera aquellas palabras.
Comencé a caminar hacia la escuela para dejar allí a mi hermanito, Sergio, a quien de cariño, le decimos Chechis
—Pórtate bien, ¿De acuerdo? — le dije dejándole un beso en la mejilla.
— Guacala — Me reí al ver como se limpiaba mi beso de su mejilla. — ¿Vendrás por mí esta tarde?
— Claro que si — Quien más sino yo. — Estaré aquí sin falta.
— ¿¡Me llevarás a comprar un helado!?
Me agaché a su altura, revolví su cabello y asentí con una sonrisa.
— Ahora ve, vendré más tarde. — él asintió y salió corriendo hacia su clase.
Me levanté lentamente para irme, era hora de ir a mi trabajo, pero una suave voz me detuvo.
— Señorita Rozi. — escuché detrás de mí. Al darme la vuelta me encontré con la maestra de mi hermanito.
— Hola buen día. — dije cálidamente. — ¿Cómo se encuentra?
— Con ganas de jubilarme, ¡No veo la hora! — Dijo entre risas. — Isabel, quería comentarte que de tesorería nos llegó un mensaje, la mensualidad de Sergio está muy atrasada, si no pagas en dos semanas, sacaran al niño de la escuela.
— ¿¡Qué!? ¡Pero solo debo un par de meses! ¡No pueden dejar al niño sin estudio!
— Ya van 5 meses Isabel, créeme que te entiendo y también me parece una injusticia, me gustaría hacer más, pero solo soy una maestra aquí, cumplí con avisarte. — me dio una sonrisa triste y se despidió de mí.
Me quedé en la entrada de la escuela con la mirada perdida, Primero fue la enfermedad de mi abuela, allí se fueron todos mis ahorros, mi sueldo no alcanzaba para mucho y todas las deudas se habían acumulado, quizás debería ir a solicitar un préstamo, pero para eso necesito un trabajo y si no me apresuro, mi jefe me echará a patadas sin dudarlo.
Cuando llegué a la empresa comencé a organizar toda la oficina de mi jefe, absolutamente todo debería estar en perfectas condiciones. Minutos después, el ascensor frente a mí se abrió y de allí salió mi jefe, caminando con paso decidido entró en su oficina. Fue normal que todos en el pasillo se quedasen callados apenas lo vieron.
Era tan imponente que dejaba a todos sin habla, sin respiración, incluyéndome.
Me levanté y suspirando para que todo saliera bien, caminé hacia su oficina.
—Buen día señor Vaughn. — Dije, él levantó la mirada y asintió. Y si, esa era su forma de saludarme. — ¿Desea una taza de café?
Sabía cual sería su respuesta, pero, aun así, debía hacerla cada maldito día porque era lo que él me había exigido.
—Si, claro y con dos de azúcar. — Exclamó secamente.
—Entendido, ya mismo lo traigo.
Salí de su oficina y caminé hacia el cafetín para preparar el sagrado café del señor Vaughn.
—No me digas, un café claro con dos de azúcar. — Se burló Sara, mi compañera cuando me vio llegar al cafetín.
—Un café claro con dos de azúcar. — Rodé los ojos y comencé a preparar el café.
—Ay niña, no sé como te lo aguantas. Yo no lo podría aguantar, mira que el día que te cubrí, casi quedó loca y sorda por todo lo que me grito aquel día. ¿Cómo haces?
Me encogí de hombros.
—Ya me acostumbré, esa es su personalidad. Mandón, imponente, callado, serio y bastante enojón y gritón cuando se enoja.
—¿Solo cuando se enoja? ¡Pero que dices niña! Él es así siempre.
Me reí, en el fondo sabía que mi jefe no era del todo malo, si solía ser un ogro, pero si lo sabías tratar, era un simple ser humano al que le valía el resto de humanos a su alrededor.
Me despedí de Sara y caminé de nuevo hacia la oficina del señor Vaughn con su taza de café.
—Aquí tiene señor, también le dejé a su derecha unos documentos que debe revisar y la presentación para la próxima reunión que será dentro de dos horas. Su agenda ya está completamente actualizada y ya revisé también su correo electrónico, enviaron los reportes financieros de la empresa. — Le informé.
—Está bien, recuérdeme la reunión unos 20 minutos antes para que alcancemos a llegar.
—De acuerdo señor, si necesita algo más, avíseme. — Salí de la oficina y regrese a mi escritorio.
Organicé algunos documentos que debían ser firmados, respondí algunos correos electrónicos y contesté algunas llamadas. Mi alarma sonó, anunciando que ya era hora de avisarle al señor Vaughn que debíamos ir a la reunión anual de la empresa.
Toqué su puerta tres veces antes de entrar.
—Señor Vaughn, es hora de ir a la reunión, recuerde la presentación.
Ni siquiera respondió, solo se levantó, agarró el saco de su traje con determinación, se lo ajustó con elegancia y abandonó la oficina con paso decidido.
Subimos juntos al ascensor hasta el ultimo piso del edificio, al llegar, comencé a seguirlo a través de los pasillos hasta que llegamos a la sala de reuniones, la mayoría de los socios, jefes y encargados y habían llegado junto con cada una de sus secretarias.
Nos ubicamos en la parte delantera de la sala, minutos después, la reunión comenzó.
—Buen día para todos, por favor tomen asiento los que hacen falta, la reunión ya va a comenzar. — Dijo el director. — Como saben, nuestra empresa cada día va creciendo más y más, a mi edad ya se me dificulta un poco seguir al mando de una empresa de tal magnitud, es por ello, que oficialmente, anuncio que dejaré mi puesto como Director general de la compañía SkyConnect Technologies, en las próximas semanas estaré evaluando el desempeño de los hombres que pueden ser los próximos directores, estos son: Alexander Brooks, Ethan Sterling, Lucas Harrington, Adrian Sinclair y Oliver Vaughn.
Al escuchar el nombre de mi jefe, mi corazón se aceleró al mil, tenía una oportunidad para ser el ¡Director general! Volteé a verlo para ver su reacción y por primera vez en la vida, vi un poco de brillo en sus ojos, aun así, su expresión seguía imperturbable.
—Los únicos requisitos que se piden son los siguientes: Experiencia mínima con nosotros de 6 años, buenas habilidades estratégicas, liderazgo innovador, éxito de al menos un 85% en los proyectos propuestos, buena adaptabilidad, amable y ético. — Vi como mi jefe asentía, lo tenía todo para poder ascender a Director general. — Oh, olvidaba un detalle muy importante, uno de los primeros consejos que me dieron cuando comencé mi vida empresarial fue el siguiente: “Un hombre que es capaz de administrar sabiamente su matrimonio, es capaz de administrar una compañía”. Por lo que el ultimo y más importante requisito, debe estar casado.
¡Santa cachucha!
Y por fin, la expresión en el rostro de mi jefe, cambió.