Laura después de haber llegado al clímax, entre jadeos, cerró sus ojos y sus piernas con fuerza porque estaba sumergida en una ola de placer que la dejó sin aliento. Sus músculos se contrajeron involuntariamente mientras su cuerpo se inundaba de sensaciones indescriptibles. Era como si todo su ser estallara en un mar de éxtasis y satisfacción.
—¡Ahhhh, oh…doctor!
Antonio, cuyo cuerpo también estaba caliente, y tenso en todos lados, con su mascarilla goteándole, gracias al pequeño chorro de Laura, observaba el escenario de la mujer retorciéndose de placer con gran satisfacción. Jamás había imaginado que sus estudios teóricos se materializarían de manera tan exitosa con una mujer real. Sentado allí, con una sonrisa fascinada en los labios, Antonio observaba cómo Laura se entregaba a los t
