Capítulo 1: La situación.
Capítulo 1: La situación.
Naomi
Estando encerrada en mi habitación leyendo un libro que me conseguí por accidente en el estante de la biblioteca. Me parecía interesante ya que en la portada había un título que se había robado mi atención, en ese decía: “Aprende el arte de la insolencia”.
Eso no era lo que yo leería normalmente ya que yo soy muy modesta pero nunca me había atrevido hacer algo fuera de los parámetros de mis padres.
Vivo en una casa muy grande, lujosa, jamás me faltaba algo, aunque yo tuviera todo lo que podría imaginar, siempre he sentido un hueco en mi ser. Lo tengo todo, servidumbre, una buena educación en casa, el amor de mis padres, un hermano mayor asombroso, dos salones llenos de ropa, cosas que… toda adolescente quisiera pero aun así, siento un vacío.
Leyendo el libro de unos autores muy peculiares de repente leo un vocablo muy sugestivo “El arte de la insolencia, es el arte de que te valga v***a todo y todos”.
Me quedo pensando en eso, no es más que una simple oración pero profunda sí lo pienso mejor.
Cierro el libro delicadamente y lo pongo sobre mi mesita de noche, camino unos cuantos pasos hacia la puerta y la abro. Cerrándola tras de mí me voy hacia las escaleras y me encuentro a Olga, ella es muy especial para mí, ya que es la única amiga de verdad que tengo aunque sea parte de la servidumbre, tiene veintiún años, es la más joven de todas las empleadas por eso es mi preferida.
—Hola, Olga buenos días, ¿cómo estás?. — Me apresuro antes de que diga algo.
—Hola, bu… buenos días señorita Naomi tengo que otorgarle algunas noticias controvertidas respecto a… (Mira hacia abajo mordiéndose el labio con decepción).— Ella no quiere terminar la oración así que le obligo.
—Respecto ¿qué?, Olga sabes que puedes contar conmigo, no te juzgaré.— Digo con una mirada seria. Lo que la hace reaccionar.
—Sobre usted.— Dice conteniendo sus emociones.
La última vez que la vi así fue cuando me fui a Islandia una semana, por consecuente espero noticias similares.
—Sus padres la quieren mandar a Dinamarca para conocer al príncipe Félix Enrique y… (Casi está a punto de llorar.)...—Quieren que sean pareja.— Desprende algunas lágrimas de tristeza mezcladas con melancolía.
—Oye no te preocupes, quizás solo sea una advertencia, saben que yo nunca he tenido novio así que… no creo que me lancen a la boca del lobo.— La abrazo aunque sea más alta que yo pero igual, me abraza con aun más fuerza, sé que me va a extrañar porque soy como su hermana menor, ya que desde que murió su hermanita en un accidente de automovilístico, se ha acercado a mí.
No digo que yo sea el reemplazo, solo que ayude a superar el dolor pero aún sé que le hace falta.
—Olga no te preocupes siempre me aseguraré que estés bien.— La tomo por los brazos.
Ella al parecer se tranquiliza toma aire y la suelto.
—Naomi, desde que trabajo aquí siempre me has acompañado y enseñado que hacer y te lo agradezco pero creo que esta vez es enserio.— Veo su cara de preocupación. Lo que le respondo con una sonrisa para calmar su ansiedad.
—Aun así, si fuera enserio jamás dejaría que algo malo te pasará.— Le afirmo porque muchas veces ha roto cosas o dañado algunos artefactos sin intensiones de hacerlo, solo que era la principiante y como yo he tenido servidumbre desde que tengo memoria sé cómo deben de hacer las cosas.
—No te preocupes, Olga solo has lo que te dice mis padres y ya está.— Le pongo esta tarea fácil ya que de verdad no estoy segura de esta noticia.
—Bueno está bien pero no soy tan boba tranquila se defenderme sola. —Me dice con gratitud y dulzura.
Bajamos las escaleras y nos dirigimos a la cocina para tomar unas manzanas para merendar. En eso llega mi hermano.
—O…O…Olga ¿cómo estás?.— Dice con nerviosismo.
A Erick siempre le ha gustado Olga pero ella no se da cuenta.
--->Cómo no se va a dar cuenta que un chico de veintiún años , un metro noventa, blanco, ojos índigo, cabello rubio liso, en forma, dulce y atento está enamorado de ella.
—Bien Erick, gracias por preguntar, de verdad siempre me preguntas como estoy y agradezco pero ahora es mi turno, Erick…(dice con picardía)… ¿Cómo estás tú?.— Al parecer lo dijo con tanta picardía que Erick se sonrojo.
—Eh… bien, ahora estoy bien gracias Olga.— Dice devolviéndole una cucharada de su medicina.
—¿Por qué? ¿ Antes de que te preguntará, estabas mal?.— Pregunta con unos ojos llenos de maldad.
— No, solo que me gusta cuando me preguntas como estoy. —Dice apoyándose con un brazo en la pared acorralándola.
—Eh…eh… Ajem… tengo que… tengo que limpiar algo por allá.— Dice con toda la cara roja. Al ver su derrota Erick se detiene para no presionarla más y dejala ir.
—Adiós Olga.— Dice con un susurro sensual que hace que Olga tiemble.
Olga se va con rapidez al salón de al lado y mi hermano me llama.
—Necesito hablar contigo.—Dice con seriedad.
—Bien. Dejo mi manzana en la nevera. —Respondo con fatiga.
Nos vamos por el mismo salón que Olga se fue, no la encuentro con la mirada pero aun así seguimos a la sala de estar y nos sentamos en el sofá.
Comienzo hablar para que no balbucee.
—Oye estoy orgullosa de ti, viste que Olga se sonrojo eso significa que debe de sentir algo por ti, porque si no fuera así no se hubiera sonrojado.— Mi argumento parece convencerlo porque me responde con una sonrisa llena de alegría.
—Está bien, Naomi pero si un chico se acerca así a ti es porque le gustas, pero si eso realmente llegase a suceder me avisas para que se meta con alguien de su tamaño. —Dice muy determinado soltando orgullo por los poros, Erick aunque me guste o no. Él es el típico hermano sobre-protector.
—Oye ¿querías decirme algo antes de que te interrumpiera? —Pregunto porque la curiosidad invade mi cuerpo.
—Sí, es sobre tu futuro.— Lo dice tranquilo pero miro algo sombrío en su rostro.
—Cuéntame, de seguro lo afrontaré. —Digo para obligarlo a decirme la verdad.
—Ok, papá y mamá quieren que vayas a Dinamarca y que te hagas novia o incluso algo más con el príncipe Félix Enrique. —Su mirada se volvió sombría.
—Oye no te preocupes lo acaricio en la mejilla. —Me aprieta la mano contra su hombro y me abraza repentinamente.
—Yo… yo no quiero que te vayas a un país que ni siquiera conozco y que te emparejen con alguien con el que nunca he jugado futbol. —Mi hermano tiene un don o talento que cuando juega futbol con un chico lo conoce sin intercambiar ni una sola palabra, es extraño pero asombroso.
—Entonces está confirmado.— Digo tragándome mis emociones. Que al parecer él siempre sabe cómo me siento así siempre detecta cuando me siento mal y cuando me siento bien.
—Tranquila, primero tienen que pasar sobre mí y sabes que yo los derrito con la mirada. —Me dice confiado ya que eso siempre es efectivo.
—Necesitaba escuchar eso. —Suelto algunas lágrimas. Lo que hace que se desenrollé la manga de su camisa blanca y me las seca.
—¿Por qué dices que está confirmado?—Me pregunta confundido.
—Por qué Olga ya me lo había dicho. —Veo atentamente su rostro para ver cómo es su reacción.
—Eh… bueno no tengo comentarios. —Me retira la mirada, veo ligeramente un sonrojo. Lo que me hace reír a carcajadas.
—JAJAJAJAJA, de verdad la amas porque jamás te has puesto así con ninguna chica que me has presentado como tu novia. —
—Porque todas me han perseguido por mi dinero, por mis negocios, pero ella… (Suspira)… veo algo diferente en ella. —Me dice inspirado lleno de amor.
—No te importa que sea un poco torpe. Yo la conozco muy bien y bueno… es torpe a veces pero la apruebo.— Digo llena de orgullo ya que me encantaría tenerla como cuñada.
—Eso se puede arreglar, pero sería lo de menos. —Dice dulcemente.
—Cualquier cosa voy a hablar con ella sobre ti para ver qué es lo que siente.— Balbuceo.
—¡Enserio!, gracias. —Me abraza alegre.
—Tú y yo siempre seremos confidentes y haré todo lo que está en mi poder para ayudarte. —Lo aprieto más fuerte que antes aunque no puedo entrelazar mis manos porque él es muy grande.
Nos paramos y vamos al jardín. Al parecer Olga está sentada en una banca haciendo respiraciones pausadas para tranquilizarse.
Erick y yo nos miramos.
—Ve a ver qué le pasa creo que la conmociones mucho. —Me susurra soltando algunas risitas.
—Estoy de acuerdo, pero la próxima vez róbale un beso. —Susurro sardónicamente.