—Sus padres no están con él, así que no se le puede culpar por sentirse inseguro —dijo Olivia mientras pulsaba el botón del ascensor—. ¿Cómo pueden dejar a su hijo solo en una habitación de hotel? ¿De verdad crees que ese tipo de comportamiento es aceptable? Su asistente se encogió ligeramente y asintió con una expresión incómoda. Frente a una suite VIP, reinaba la conmoción. Se oyó el estruendo de cerámica rompiéndose, seguido por el grito de un camarero. Varios empleados se agolpaban alrededor de la entrada, observando nerviosos. —La Sra. Jones está aquí —anunció alguien. A través del camino que se abrió entre el grupo de curiosos, Olivia avanzó decidida y entró en la suite. Se detuvo un segundo al contemplar el caos del salón. Todo estaba hecho trizas: los cojines y almohadas del so

