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Protector de la Luna

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Descripción

En el corazón de la ciudad, donde los humanos viven completamente ajenos a los hombres lobos, Dominic McBriety, un alfa dominante y líder de la manada luz de luna, ha construido un imperio empresarial, logrando con ello la independencia de su gente, manteniendo oculto el secreto de su naturaleza sobrenatural.

Sin embargo, toda su vida perfectamente planeada, se ve sacudida cuando conoce de forma inesperada a su compañero de vida en un bonito y dulce, pero simple humano.

Su amor no será nada fácil.

Por un lado, Dominic tiene la oposición de su manada, junto a una ex que no quiere renunciar a él, y un secreto que ha resguardado por muchos años. Y por otro, la confianza es un puente débil para su bonito y dulce humano, quien fue lastimado por aquellos que debieron de haberle protegido.

Con tantos secretos y misterios que hay detrás de ellos, ¿podrán superar las pruebas que se les presentarán y encontrarán un futuro juntos, o la presión del mundo de Dominic más su secreto los separará para siempre?

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Capítulo 1
Cuando el alfa dominante Dominic McBriety cruzó la puerta de su oficina, instintivamente se detuvo y dejó de hablar por un segundo tan pronto como reconoció la presencia de alguien más en su espacio. El lobo en su interior inmediatamente se alzó con malhumor, colocándose alerta por el invitado no deseado. Recorriendo la habitación con su mirada, finalmente dio con una figura sentada en el juego de sofás que se encontraba en un extremo. Al reconocer ese cabello castaño oscuro, su animal volvió a esconderse al detectar que no se trataba de ninguna amenaza. Y a pesar de la molestia que Dominic sintió por su hermano, quien había invadido su espacio sin su permiso, siguió con su camino hacia su escritorio, retomando su conversación con su secretario, quien se esforzaba por anotar todo lo que le decía sin queja alguna. —¿Debería de reprogramar otra reunión para la próxima semana? —preguntó tan pronto como su jefe dejó de hablar. Rodeando su escritorio, el alfa lo pensó y luego negó firme. —No, quiero que sea dentro de esta semana. Espera tres días y llama consultando si mejoraron su propuesta. Si responden negativamente, rechazarás sus siguientes llamadas hasta que dejen esa arrogancia —decidió—. Ya es la tercera vez que me hacen perder mi tiempo con su propuesta de negocios. Les dije exactamente lo que quería y cuánto debería ganar de ello, si siguen dando vueltas y tratando de darnos una miseria cuando estaremos haciendo la mayoría del trabajo, no valen la pena. —Por supuesto. Tomando notas de las palabras de su jefe, el secretario hizo una leve reverencia y luego se retiró rápidamente en silencio para seguir las instrucciones dadas. Tomando asiento detrás de su escritorio, Dominic tomó una de las carpetas que se encontraban apiladas a su derecha y la abrió. Por supuesto, sintió la intensa mirada de Riven sobre él, pero aun así, se negó a reconocer su existencia, concentrado en su trabajo. Finalmente, Riven soltó un ruidoso suspiro y se levantó de su lugar. Cruzando la habitación, se detuvo frente al escritorio y enfrentó directamente a su hermano mayor. —He venido para hablar contigo, Dominic, no para que me ignores. —Una persona que ha venido a hablar conmigo sin una cita previa, espera pacientemente fuera de mi oficina hasta que tengo tiempo disponible y ofrece un saludo al verme —indicó. Y a pesar de sus palabras, aquellos ojos de un profundo tono azul bebé siguieron fijos sobre la carpeta ante él, sin desviarla ni un solo segundo. Al ver aquello, Riven frunció el ceño. —Eso es absurdo, soy tu hermano —se quejó. Deteniendo su lectura, el alfa dominante alzó la mirada con una expresión en blanco que no revelaba nada. Aun así, Riven sintió el regaño silencioso que le estaba brindando su líder con solo su presencia. Torciendo sus labios, cuadró sus hombros y bajó la mirada. —Lo lamento, la próxima vez que me presente, lo haré como corresponde —prometió y le miró de reojo, manteniendo su cabeza baja—. Ahora, ¿quieres dejar de ser un pesado con tu propia familia y darme algo de tu tiempo para hablar? Tipo, de hermano a hermano, como la familia que somos y no como segundo al mando o vicepresidente. Soltando un bufido ante la disculpa de Riven, Dominic negó y finalmente dejó la carpeta que estuvo leyendo. En silencio, se inclinó hacia atrás, recargando su espalda en el respaldar de la silla y observó a su hermano menor. —De acuerdo —aceptó con un gesto de sus manos—. Pero tienes suerte de ser mi hermano, eres el único que se atrevería a hablarme en ese tono y hacer tal estupidez de invadir mi espacio sin mi permiso. Sabes perfectamente cómo le sienta a mi lobo ese tipo de acciones. —Hey, eso no es cierto. Ava también lo hace junto a Jules. —Ava no lo hace, sabe respetar los límites entre amiga, empleada y m*****o de mi manada. Y Jules es mi jefe de seguridad, es su trabajo asegurarse de que todo está en orden tanto aquí, como en el valle luz de luna —argumentó. Aplanando sus labios, Riven asintió y señaló la silla frente a él. —Bien, de acuerdo, tengo suerte de ser tu única familia. Ahora, ¿me permites sentarme? —No. Sentarte significaría lidiar con una conversación larga y no tengo tiempo para eso en este momento. Tengo documentos que revisar, reuniones a las que asistir, gente que supervisar, proyectos que verificar —expresó Dominic, dirigiendo su mirada hacia su derecha. —Bueno, eso es precisamente de lo que quiero hablar contigo —indicó Riven y corrió la silla para tomar asiento—. Te estás sobrecargando con trabajo de forma innecesaria. En silencio, Dominic dirigió su mirada hacia su hermano nuevamente y alzó su deja izquierda, preguntando con ello sobre lo que estaba hablando. —Tal vez creas que no me he dado cuenta, pero lo he hecho, junto a Jules y Ava —prosiguió—. Soy tu vicepresidente y tu segundo al mando, deberías de cargar más trabajo en mí tanto de la empresa como de la manada, pero aun así, te gusta cargar con la mayoría en ambos lados. Las cejas del alfa Dominic se juntaron brevemente, lo que provocó que su expresión se volviera más intimidante, aún si esa no era su intención. Otros miembros, los más nuevos específicamente, o un simple humano, habrían temblado de miedo con dicho gesto, pero Riven que conocía a su hermano de toda la vida, sabía que no estaba intentando ser intimidante realmente, solo se trataba de su expresión severa jugándole en contra junto a su presencia dominante que exudaba de él aun sin hacer nada. —Con ello trabajas casi las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, porque aunque dejes tu oficina, de todas formas sigues trabajando en tu despacho una vez llegas a casa, y eso no está bien —expresó Riven. —Comprendo tu preocupación —anunció luego de considerar sus palabras—. Sin embargo, no es sólo una empresa la que tengo que supervisar, son varias extensiones que están bajo nuestra supervisión y no podemos prestarle menos atención o el equilibrio que nos ha costado tanto adquirir, se romperá. Lo mismo sucede con la manada, si no le dedico el tiempo suficiente, los ancianos intentan hacer de las suyas —argumentó—. No tienes de que preocuparte, Riven, he estado trabajando de esta forma por años, no veo cómo es que ahora puede ser un problema. —Sí, y comprendo por qué lo hiciste —asintió—. Fue gracias a tus esfuerzos, a tu propio sudor, lágrimas y sangre que logramos tener lo que tenemos hoy en día. Salvaste a nuestra manada, le proporcionaste un hogar nuevo, conseguiste mantener nuestro secreto a salvo aún si nos llevaste al centro de la ciudad rodeado de humanos para sobrevivir. Actuaste como el alfa líder que eres, y luego de tanto trabajo, creo que es hora de que comiences a ver por ti mismo y tomarte un tiempo, un descanso —explicó. Y a pesar de que Dominic comprendía perfectamente que la intención de su hermano no era molestar, no pudo evitar bufar tras escuchar sus palabras. —Aprecio tu preocupación, Riven, pero estamos en la ciudad, no podemos bajar la guardia si queremos mantener nuestro secreto a salvo de los humanos curiosos y tampoco puedo desligarme de mis responsabilidades respecto a jefe de la manada, o el consejo de ancianos intentará tomar la oportunidad para fastidiarme como siempre —le recordó. Asintiendo, Riven enderezó sus hombros, y entrelazó sus dedos, para seguido apoyar sus manos sobre el escritorio. Alzando la mirada, enfrentó a su hermano como si estuviera listo para negociar. —Primero, llevas años con la misma rutina. Si no trabajas en la empresa y tu pantalla para los humanos, dedicas tu tiempo para la manada. Pronto vas a cumplir cien años, es hora de que te tomes un respiro de tanta responsabilidad. Imitando la posición del alfa contrario, Dominic se enderezó y apoyó sus manos unidas sobre su escritorio. —Creo que olvidas que todavía no cumplo los cien años, sigo en los noventa. Y por si lo olvidas, cien no es un gran número, para el consejo de ancianos y otros, sigo estando en mi plena juventud —argumentó. —En primer lugar, no te puedes comparar con ese grupo de perdedores —refunfuñó—. Ellos solo son unos cobardes que se escondieron detrás de los libros, evitando pelear por su gente, solo para ser más sabios y así dar unos consejos de mierda que no sirven de nada. Ante tal argumento, Dominic asintió. —Y segundo, sin contar con esos idiotas, eres el segundo m*****o más viejo que hay en la manada Luz de luna, sólo te faltan dos años para cumplir los cien y sigues tan tenso y alerta como el primer día en que nos trajiste a la ciudad —argumentó—. Sí, lo sé, es tu esencia e instinto como un lobo dominante y líder de la manada, pero hermano... Creo que es hora de que disminuyas un poco el ritmo y te relajes sólo un poco. —Mi edad no tiene nada que ver en esto y no me relajaré solo por ello, hay mucho trabajo por hacer —respondió. —Tu edad tiene todo que ver, ya llevas más de setenta años trabajando intensamente. Comprendo que los primeros años fueras así de intenso sin confiar en nadie, recién estábamos en la ciudad y nuestra manada estaba prácticamente deshecha entre los ataques y los humanos destruyendo cada bosque en el cual intentábamos establecernos, pero una vez lograste establecerse, seguiste de la misma forma, e incluso ahora que tienes un imperio de negocios bajo tus pies, sigues igual —indicó solo un poco frustrado—. Si sabes que puedes confiar en nosotros, ¿cierto? Puedes derivar parte de tu trabajo a Jules, a Ava y a mí. Nos elegiste personalmente porque confías en nosotros, porque sabes que tenemos los conocimientos necesarios para dar frente tanto por la manada como en los negocios —se defendió—. Ya has hecho mucho por todos, ahora deja que nosotros hagamos algo por ti. —Sabes que confío en ustedes tres más que nadie en el mundo, ustedes son mis ojos, oídos, y manos. Pero todo lo que hice, no fue con la intención de que un día me devolvieran el favor —indicó—. Soy su alfa líder, es mi deber ver por todos ustedes. —Sé que, como alfa dominante, te lo tomas mucho más en serio que los otros alfas líderes de sus manadas. Es por esa razón por la cual te vuelve un mejor líder que otros. Te volviste el modelo a seguir de muchas manadas realmente, a pesar de que muchos te dieron la espalda cuando decidiste venir a la ciudad. Eres la razón por la cual otras manadas se atrevieron a dar el gran paso y saltar a la ciudad también. A pesar de que internamente Dominic si se encontraba conmovido de las palabras de su hermano, se mantuvo en silencio y solo lo observó por unos largos segundos. En el instante en que Riven sonrió de aquella manera, sus propios labios se torcieron hacia abajo en una mueca. —¿Cuál es el punto de todo este discurso realmente? —cuestionó. Casi derrumbándose, el alfa contrario se apoyó en su silla y le observó con su mejor sonrisa falsa. —Lo que dije sobre relajarte es real, pero también siento que cien años estando solo es demasiado tiempo, por lo que sería bueno que aprovecharas el tiempo libre y buscaras a una buena pareja. Ya sea una hermosa mujer, un lindo hombre, un bonito omega, o hasta un dulce beta —expresó. Negando, Dominic se sintió un poco irritado por haber desperdiciado tanto tiempo en escuchar a su hermano por tal estupidez. —Riven, suficiente tengo con el consejo de ancianos que sigue molestando porque la manada aún no tiene a su Luna, como para además tener que lidiar contigo sobre un amante —indicó con tono duro. —Es que es precisamente por esto que te lo estoy diciendo. No quiero que ese tercio de ancianos buenos para nada te siga molestando, intentando emparejarte con personas que ellos eligieron personalmente para poder controlarle —refunfuñó. —Hablo en serio, Riven, no quiero saber de parejas en este momento. Suficiente trabajo tengo ya como para además preocuparme de eso contigo también. Cuando sea el momento justo, la diosa de la Luna, Selene, enviará a mi compañero de vida, fin del asunto. —¿Pero cuándo sucederá eso? —cuestionó—. Hombres lobo mucho más jóvenes que tú ya han encontrado a sus parejas, y tú aún no tienes nada. —¿Acaso tú encontraste a tu destinado? —atacó y Riven le observó feo—. Eso creí. Y no soy el único, Jules tampoco lo ha hecho y la mayoría de los hombres lobos no lo han encontrado. Y no es algo que sucede sólo en nuestra manada, es en varias —argumentó—. Ahora, si eso es todo sobre lo que deseabas hablar, puedes retirarte, tengo trabajo. Observando a su hermano entrar nuevamente en su modo alfa líder trabajador y retomar la carpeta entre sus manos, Riven soltó un suspiro y retrocedió por el momento. —De acuerdo, pero prométeme una cosa. Alzando la mirada, Dominic observó a su hermano en silencio, sin aceptar ni negar nada. Y como Riven sabía que eso sería lo mejor que obtendría, prosiguió. —Dime que no te cerraste a la idea de una relación por culpa de Ophelia. Ante la mención de aquel nombre, los músculos de Dominic instintivamente se tensaron en respuesta. —No me mires de esa forma, pregunto con justa razón —se excusó alzando ambas manos en defensa. —No me importa si es con justa razón o no, nosotros no hablamos de Ophelia. Pero para tu alivio, no es por ella. Solo estoy esperando a la persona correcta. —Perdón, hermano, pero eso suena como excusa. —Fuera. Ante el firme tono enojado de Dominic, el alfa contrario inmediatamente se levantó y empujó la silla en su lugar nuevamente. —Me rindo de momento, porque sé que te he puesto de mal humor, pero volveré con refuerzos —advirtió. Y antes de que Dominic tuviera la oportunidad de decir cualquier cosa, se retiró rápidamente de la oficina, finalmente dejando a solas al alfa dominante. Con el silencio invadiendo la habitación, Dominic contempló los documentos entre sus manos y volvió a concentrarse en ellos.

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