Llamar a papá

3070 Palabras
DOMINIC Hoy trabajo desde casa. considero en convertirlo en mi nuevo contestador automático, para no tener que enviarle el mismo mensaje todas las mañanas a Vanessa. Porque a medida que llega el martes y luego el miércoles, me doy cuenta de que estoy en una situación muy incómoda. Necesito mantenerme alejado de Vanessa como medida de precaución, mientras cada partícula de mi cuerpo ansia su presencia. Pero no volveré a ceder. Me había encontrado en un momento de debilidad. Su ternura me ha partido en dos y había mordido el anzuelo. Pero no otra vez. Aparte del mensaje de texto que le envié el martes por la mañana que simplemente decía “lo siento”, solo la contacté por asuntos de trabajo. Y realmente lo siento. Lamento que no haya ido mas allá. Lamento tener toda la intención de besarla de nuevo en la siguiente oportunidad que tenga. Sobre todo, lamento no sentirme realmente arrepentido en absoluto. Pero es lo mejor. Lo mejor. Lo mejor. Tengo a Hannah de reserva, y ese acuerdo tiene mucho más sentido. Hannah es la opción segura. La que no representa una amenaza. Hannah es la mujer a la que puedo decirle que no, la mujer a la que no ansío, la mujer que no pondrá en peligro mi seguridad ni mi estabilidad. Es mejor que Vanessa asuma que Hannah y yo vamos más enserio de lo que vamos en realidad. No necesita saber que no he visto a Hannah y que apenas he hablado con ella desde el día en que Vanessa llego a su entrevista. Me he sentido como un trompo durante las últimas dos semanas. En parte, es así como mi vida personal sigue desmoronándose, con el hermano secreto y la posterior ruptura con Weston. Vanessa tiene una forma de restaurar la calma en medio de un huracán activo. Y darme cuenta de que tengo un hombro extra para apoyarme, que no es Asher ni Weston, es quizás lo más desconcertante de todo. Mi circulo ha crecido accidentalmente. Y eso me asusta muchísimo. –¿Estás aquí, maldito ermitaño? – la voz de Asher resuena por todo el pent-house, al que había regresado ahora que Weston está en Bali. Levanto la mano en un gesto de saludo desde la mesa del comedor, que uso como uno de mis lugares de trabajo durante el día. Me encanta trabajar en mi habitación, pero estoy más orientado a intensos maratones de trabajo nocturnos. Aquí afuera, bañado por la luz del día y los paisajes urbanos, me siento más como si estuviera en mi oficina. Lo único que falta es Vanessa. –¿Qué puedo hacer por ti? – pregunto. No me he molestado en ponerme una camisa y son las tres de la tarde. Este es uno de los beneficios de trabajar desde aquí arriba. Voy al gimnasio para hacer repeticiones de press de banca más de lo normal. Cada vez me sorprendo fantaseando con la cremosa suavidad de los pechos de Vanessa, me dirijo al gimnasio. Estaré listo para una competición de culturismo en una semana. –Este acuerdo de trabajo no va a durar para siempre, ¿verdad? – dice Asher con un tono quejumbroso. Apoya las manos en las caderas y evalúa la situación en la mesa del comedor. –Realmente estás interrumpiendo mi flujo cuando tengo que tomar el maldito ascensor hasta aquí solo para comentarte algo– –Sabes que existen esas cosas llamadas teléfonos– murmuro. –Podrías intentar usar uno de esos– Asher hace una mueca. –Por eso construimos una suite de oficina completa, amigo. Para poder dar diez pasos en lugar de ciento diez– –Solo te estoy ayudando a completar tus pasos del día– ofrezco, haciendo clic en la pantalla de mi portátil. –Para mantenerte en forma y activo– –Gracias por tu preocupación– dice Asher, dándose una palmadita en la cintura a través de su camisa. –Tu insistencia en trabajar desde casa desde casa realmente va a llevar mi rutina de ejercicios al siguiente nivel– Ignoro su sarcasmo y me concentro en mi bandeja de entrada. –¿Entonces, ¿tienes algo real que comentarme o solo viniste aquí a quejarte de como estoy aquí arriba? – –Principalmente esto último– se queja Asher. Se dirige a la ventana, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir. –En realidad, creo que tenemos que llamar a papá- Sus palabras caen como un martillo. Habíamos estado posponiendo esto. Todos nosotros, en realidad. Weston me había asegurado de que no iba a hablar con ninguno de nuestros padres hasta que regresara de Bali. Pero eso significa que Asher y yo tenemos que tomar algunas decisiones. Algunas conversaciones incómodas que tener. Algunas palabras que posiblemente arruinarían la vida que deletrear. Suelto un suspiro, abandonando mi trabajo mientras me reclino en mi silla. –¿Quieres hacerlo ahora? – –Quiero terminar con esto de una vez? – aclara Asher. –Así que sí, creo que deberíamos hacerlo ahora– –¿Y qué es lo que vamos a decir? – –No tengo idea. Pero si aceptamos la idea de que va a ser un desastre y nada divertido, entonces creo que solo podemos mejorar a partir de ahora– dice. –Creo que hay mucho margen de mejora a partir de ahora– Señalo. –Probablemente tengas razón– concede Asher. –Pero hagámoslo– Da una palmada y saca su teléfono móvil. –¿Estamos listos? – Sonrió al teléfono. –¿Estás seguro de que deberíamos hacerlo por teléfono? – –¿Cuál es la otra opción? ¿Presentarnos en casa de nuestros padres como un par de alegres mensajeros? ¿Con un telegrama cantando sobre la familia secreta de nuestro padre? No, Dominic. Vamos a llamar– Es difícil discutir con Asher. La mayoría de las veces es más fácil dejar que se salga con la suya. Asiento y me preparo para lo que la otra parte de esta conversación nos tenga reservada. Asher pasa la página de teléfono y hace la llamada con el altavoz. Empieza a sonar un momento después. Se hunde en la silla junto a mí y ambos nos inclinamos más cerca, mirando el teléfono inerte. Nuestro padre responde un momento después. –¿Hola? – Asher me mira, con las dudas llenando sus ojos. –Hola, papá. Somos Dominic y yo. ¿tienes un segundo? – –Claro que sí, hijos. ¿Qué pasa? – El teléfono cruje en su extremo, y puedo imaginarlo reclinado en su sofá marrón favorito. Ha tenido esa cosa durante demasiado tiempo, e incluso insistió en moverla después de que le construimos a él y a mamá una casa nueva en el campo. Había rechazado un sinfín de ofertas para comprarle un sillón reclinable nuevo. Solo quería esa vieja y destartalada cosa. –Oye, papá– digo en voz baja. –¿Oíste que Weston fue a Bali? – –No. no lo supe. ¿Dónde demonios esta eso? – –Está en Indonesia– digo –Muy cerca del Ecuador. Famosos por las playas, los arrecifes de coral y esas cosas– –¿Para que fue allí? aparte de probablemente para ver un concurso o dos de bikinis en la playa– dice papá con una risa áspera. –Necesitaba algo de tiempo para pensar– digo, sabiendo que Asher preferiría ni siquiera mencionar el nombre de Weston o sus planes, durante esta conversación. –Algo bastante salvaje sucedió recientemente y necesitamos hablar contigo al respecto– –Bueno, está bien– dice papá con su voz lenta y arrastrada. –Veamos si pueden sorprenderme– Eso es lo que siempre apostaba: a ver si puedes sorprenderme. Solo cuando le dijimos que habíamos comprado nuestro primer helicóptero admitió que estaba sorprendido. Ni siquiera escuchar que habíamos conocido al presidente de los Estados lo sorprendió, ya que había afirmado que cualquiera podía conocer a ese viejo durante una campaña. Esto podrá ser finalmente lo que lo sorprenda. Alguien llamado Ivan Keller se presentó recientemente en nuestro edificio de oficinas, papá– Asher mira a con la mandíbula tensa. –Dice que es nuestro medio hermano– El silencio al otro lado de la línea se prolonga y se hace profundo. –¿Estás ahí? – aventuro. –Si, estoy aquí– dice papá. –¿Sabes quién es Ivan Keller? – pregunta Asher. –Aunque ahora se hace llamar Ivan Hamilton– –Si– dice papá. El rostro de Asher se arruga, reflejando lo que yo siento. Una parte de mi espera que aún pueda resultar una estafa, incluso con la confirmación de Weston, el secreto que había guardado durante más de una década y el hecho de que las verificaciones de antecedentes de Ivan habían sido sólidas como una roca. He sido lo suficientemente tonto como para esperar un milagro. –¿Es verdad lo que dice, papá? – Asher se pellizca el puente de la nariz, haciendo una mueca. –Dice que eres su padre– Un largo suspiro de resignación escapa de nuestro padre, y luego el teléfono cruje. –Déjame quitar esta maldita cosa del altavoz– Asher y yo intercambiamos una mirada. Las suaves respiraciones de papá son todo lo que oímos durante un minuto, luego el portazo de una puerta mosquitera al fondo. –Ivan no miente– dice papá en voz baja. –Solo siento que haya ido hasta Nueva York para decírselo así– –Papá– Me incorporó con una risa desesperada. –¿Alguna vez planeaste en decírnoslo? – –Nunca ha habido un momento adecuado– Asher cierra los ojos con fuerza. –¿Qué sabes de Ivan? – –Es un petardo- dice papá, con voz triste. –Inteligente como Weston, pero más rudo. A su madre no le fue muy bien durante sus años escolares. Intenté estar ahí para él cuándo pude, pero…era demasiado difícil, con ustedes tres– Me trago un nudo en la garganta. –¿Lo sabe mamá? – Papá exhala otro suspiro de resignación, y sé que la respuesta no va a ser agradable. –Solo dínoslo– dice Asher, apretando las palmas de las manos y apoyando la barbilla en las yemas de los dedos, como si rezara por lo mejor. ¿pero no lo se ya? Lo mejor es relativo. Solo hay malo y luego menos malo. –Ella no lo sabe– sisea papá. –Y me gustaría que siguiera así– Asher deja escapar un silbido bajo. –Tienes que estar bromeado, mierda– –Asher, no sirve de nada contárselo ahora– dice. –Creo que hay mucho de bueno en contárselo– añado, compartiendo una mirada preocupada con Asher. –Este secreto se ha revelado. Es muy posible que salga en los periódicos con el tiempo. No es así como debería enterarse. Weston sabía y guardó el secreto, y si nos lo hubiera dicho… ¿Cómo pudiste pedirle que hiciera eso? – Papá suspira de nuevo. Cuando habla, su voz se quiebra por la emoción. –Solo quería que todo fuera tranquilo y estable para todos ustedes. Sin interrupciones– –Bueno, de todos modos, creaste una gran disrupción– añade Asher. –Podríamos haberlo manejado– le digo. –¿podrías? Esos primeros años con los tres fueron duros. No miento. Ustedes dos llegaron a nuestras vidas, y le agradezco a Dios todos los días que lo hicieran, pero nos estábamos rompiendo la espalda para llegar a fin de mes. Y la transición fue dura para todos, incluso sin eso. ¿No lo recuerdan? – Si lo recuerdo. Me llevo años hasta que puede bajar la guardia por completo con los Hamilton. Nuestro año rebotando entre hogares de acogida produjo el doble de daño y angustia. Deb, Gary y Weston lo habían hecho todo bien con nosotros: un hogar seguro, comidas calientes, mucho amor y comprensión, peor aún así a Asher y a mi nos tomó mucho tiempo ablandarnos. Y luego, una vez que nos instalamos con Deb y Gary, las presiones financieras aumentaron. Asher y yo paleábamos mierda por unas monedas. Weston hizo lo mismo hasta que encontró un negocio local por debajo de la mesa, lo que le dió su comienzo con las finanzas. Tenía catorce años y llevaba la contabilidad de un auto lavado y una heladería, todo en uno. Todos habíamos trabajado duro para llegar a fin de mes. –Nunca tuve la intención de dejar a tu madre. Pero sucedió, y vivo con esta culpa todos los días. Tuve un momento de debilidad. Acabábamos de acogerlos a ustedes dos, y el estrés me estaba comiendo vivo. Quería una vía de escape– Se un par de cosas sobre el alivio del estrés. Pero es diferente, viniendo de tu padre de acogida convertido en padre adoptivo. Los Hamilton eran un faro de estabilidad en mi vida, la roca en la que me apoyaba después de que mis padres biológicos fallecieran, dejándonos a Asher, Kate, Jessy y a mí a la deriva y perdidos en el mar. Y ahora incluso esto se está desmoronando. –Tienes que decírselo a mamá– dice Asher con voz áspera. –Díselo o lo haré yo— –Asher– empieza papá. –Tiene razón– añado. –No puedes ocultárselo. Ya no. Si Ivan vino hasta aquí, ¿Quién dice que no irá a tu casa después? – Hay algo de conmoción de fondo. Suena como si mamá estuviera hablando. –Chicos, tengo que irme– dice papá de repente. –Hablamos más tarde– –¿Le dimos una descarga eléctrica? – pregunta Asher. –Yo diría que si– La línea se corta. Asher y yo intercambiamos una mirada larga y pesada. –Bueno, tachemos eso de la lista de cosas por hacer– digo finalmente, una vez que el silencio se ha vuelto demasiado sofocante. –Claramente fuimos nosotros los que fuimos bien criados, cuando éramos Hayneses– murmura Asher, mirando sus manos. –¿Weston guardó ese secreto durante cuantos años? Igual que Gary– –No empieces– digo. –Voy a empezar– advierte Asher. –Habías dicho cosas peores sobre Mila hace seis meses, y mira como cambiaron las cosas una vez que conociste la historia completa– le recuerdo. –No empieces– El ceño fruncido de Asher se convierte en una mueca ceñuda. –No metas a Mila en esto– –Solo estoy manteniendo la perspectiva– digo. –Eres tan rápido para echar a Weston por los suelos. Casi se ha mudado del pent-house por tu culpa. Esta al otro lado del mundo porque no quieres correr el riesgo de encontrarte con él. Pero él vive y muere por nosotros, Asher. Igual que papá. Independientemente de lo que piensas sobre el maldito desastre que armaron– Es complicado. Y sí, estoy confundido y molesto. Pero quiero una oportunidad de que mi única familia restante vuelva a estar junta algún día. –Papá tiene que hacer lo correcto– dice Asher, poniéndose de pie. –Luego podremos pensar en el resto– –De acuerdo– me reclino en mi silla, sin aliento. La conversación me ha dejado un nudo en el estómago, uno que no parece que vaya a aflojarse pronto. Asher me aprieta el hombro antes de dirigirse a la cocina, en dirección al ascensor privado que conduce directamente a nuestra oficina. –No me has respondido antes– grita Asher mientras deambula por la cocina. –¿Planeas volver a la oficina pronto o necesito instalar un tubo de vacío desde mi oficina hasta este comedor? – –El tubo probablemente funcionaria mejor por ahora– digo con ironía. -Todo sigue bien con Vanessa, ¿verdad? – hace una pausa y se gira para mirarme. Le encanta hacer de casamentero con nosotros, algo que me molesta tanto como aprecio. Y sabe que nuestra pseudo cita doble en el Mónaco Lounge la semana pasada lo había satisfecho a un nivel altivo y fraternal. –Muy bien– digo, probablemente demasiado cortante. No quiero que sepa lo bien que se pusieron las cosas el lunes por la tarde. O lo bien que se podrán en cuanto vuelva a estar a solas con ella. –Ustedes dos deberían venir a esta fiesta de Acción de Gracias conmigo y Mila la semana que viene– dice. Niego con la cabeza. –No va a pasar– –Pero dijiste que las cosas están bien– –Bien significa…estable– Excepto que es mentira. El tira y afloja entre Vanessa y yo es lo más inestable que he experimentado, simplemente porque no puedo convencer a mi corazón y a mi polla de que dejen de reaccionar ante esta mujer. Golpea los nudillos mientras se abre paso por la cocina. –Cásate con ella de una vez, ¿quieres? – Pongo los ojos en blanco, aunque no puede verme. –Lo dice el hombre que renunció por completo al matrimonio hasta hace dos meses– –Solo tienes que encontrar a la indicada– dice Asher, con la voz cada vez más débil. –Y cuando encuentres a la indicada, todo cambia– Espero hasta oír el timbre del ascensor y el silbido de la puerta antes de permitirme relajarme. No necesito los consejos de amor o romance de Asher. Ni siquiera un poquito. La vida amorosa y romántica está bien para él, pero sé que no debería de lanzarme a esas aguas. Solo puedo meter la pata. Porque, ¿Qué pasaría si llego hasta el final con ella, hasta el estado de novia y mas allá? La ansiedad comienza a latir lentamente bajo mi piel, los malos resultados aparecen en mi mente como mosquitos en una noche húmeda. No confió en el mundo. No confió en nada de él. Si cae en la felicidad conyugal como Asher quiere, solo prepararía el escenario para algo devastador. Había visto esto desarrollarse en cada fase de mi vida hasta ahora. desde la muerte de Kate hasta la investigación de la comisión y ahora los secretos de mi padre de hace décadas. Sumergirme en la felicidad no es una opción. Sumergirme en la felicidad allana el camino para un nuevo dolor. Y no tengo la fuerza para soportar más dolor.
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