DOMINIC
Habíamos recibido la noticia hace cuatro horas.
Una vez que Weston se escabullo de su escapada a Harlem y regreso a la oficina, Asher y supimos que algo andaba mal. Weston ni siquiera había podido sostener nuestras miradas, su rodilla rebotaba salvajemente mientras nos contaba que lo había mantenido encerrado en Harlem.
No le sorprendió la aparición de Ivan. Había estado esperando la acusación de medio hermano.
Sabía desde el último año de preparatoria que nuestro padre se había engañado a mamá. Lo sabía desde que teníamos diecisiete años y nunca había dicho nada.
Mas de una década de silencio sobre algo tan importante, tan crucial, y no puedo dejar de pensar por qué.
–…Gyros– dice Vanessa, dejando caer dos grandes bolsas de su hombro y luego abriendo una bolsa de plástico sobre la mesa.
–Comida para alimentarse…lo que sea que este pasando aquí–
Estoy tan absorto en mis propios pensamientos que no reacciono. Pero en el fondo, en algún lugar profundo, me río.
–Alan, también tengo un gyro para ti– dice Vanessa, lanzándole una mirada significativa a Alan.
–Así que no pienses que me olvide de ti–
–Ya comí– dice Alan, pero sus ojos estan fijos en el envoltorio de aluminio mientras ella saca cuatro paquetes.
–Bueno, de ninguna manera están obligados a comer. Pero si alguien tiene hambre, lo cual… –Su mirada encuentra la mía, cálida y comprensiva.
–sospecho que algunos de ustedes la tienen, entonces tienen una comida aquí esperándolos. Buen provecho–
–Gracias, Vanessa– dice Asher, aclarándose la garganta mientras toma uno de los gyros. –Eso es dulce de tu parte–
Dulce es un eufemismo. Dulce es lo que Vanessa es en sus días malos.
Vanessa me empuja uno de los gyros por encima de la mesa. –Supuse que no habías comido desde el mediodía, como siempre–
Acepto la comida, odiando que tenga razón. El solo hecho de verla a aflojado algo tenso dentro de mí. –Me conoces demasiado bien–
Me guiñe un ojo, lo que hace que las comisuras de mi boca se curven en una sonrisa. ¿Cómo es eso posible? Estoy en medio de una crisis personal, pero Vanessa aún puede hacerme sonreír. Frunzo el ceño, volviendo bruscamente a la situación en cuestión.
Weston nos había ocultado un secreto a Asher y a mi durante más de diez años. Básicamente nos había mentido… durante una década. Y debido a esto, todos podemos estar completamente seguros de que Asher nunca volverá a hablar con Weston. No importa cuantas veces Weston explicará su versión o racionalizará su decisión. Ni siquiera importaba que yo, en cierto modo, entendiera porque Weston no había dicho nada.
Asher nunca lo superará. Ese hombre guarda rencor más tiempo del que Medusa mantuvo a sus enemigos petrificados. Y ahora, en un abrir y cerrar de ojos, nuestra inquebrantable familia esta fracturada.
La ansiedad me recorre como agua en la placa calefactora.
–Ahora– dice Vanessa con un suspiro, acomodándose el vestido mientras se recuesta en la silla de cuero frente a mí en la mesa. –¿Alguien me actualiza? –
Asher se aclara la garganta. Le hago un gesto para que sepa que puede tomar la iniciativa. No tengo energía para repetirlo. He pasado las últimas tres horas evitando que Weston y Asher se mataran. Asher tiene una forma de decir tonterías cuando está enojado, y Weston tiene una forma de golpear cuando lo provocan. Como el perpetuo mediador del hermano del medio en el clan Hamilton, siempre dejo de lado mis propias reacciones para evitar que las suyas lo arruinen todo. Y la mediación es tan agotadora para mí como dejar el aire acondicionado encendido con la puerta principal abierta.
–Ivan Hamilton se presentó en nuestra oficina el lunes– dice, y luego pasa la lengua por los dientes superiores. –Afirmó ser medio hermano biológico de Weston, lo cual todos pensamos que es una tontería. Bueno, cuando digo nosotros, me refiero a Dominic y a mí. resulta que Weston sabia la verdad y se quedo callado. Ivan es su medio hermano biológico. Nuestro padre adoptivo, Gary, dejo a nuestra madre durante nuestros años escolares. Weston descubrió en nuestro último año de preparatoria y nunca pensó que fuera lo suficientemente importante como para compartirlo. Y ahora tenemos a la madre de todas las responsabilidades respirándonos en la nuca y una violación de confianza muy evidente que está destrozando a la familia–
Vanessa parpadea, su mirada rebotando entre Asher y yo. –Oh, ¿eso es todo? –
Otra sonrisa amenaza con salir a la superficie, pero la reprimo. –Eso es todo– digo con cara seria. –Nada importante–
Me mira con ironía, apoyando la barbilla en los dedos. –¿Y estamos seguros de que Ivan es quién dice ser? –
–Investigué un poco– digo y Alan asiente con vehemencia en señal de aprobación, -y puedo confirmar que Ivan es quién dice ser. Nació en Louisville, hijo de la amante de mi padre, ocho años después del nacimiento de Weston, justo despuse de que Asher y yo nos uniéramos a la familia Hamilton a través de un hogar de acogida. La madre de Ivan se mudó, y papá se mantuvo en contacto con su familia secreta esporádicamente a lo largo de los años. Ivan dice que nunca supo mucho sobre nuestro padre y que siempre sintió curiosidad por saber por qué solo podía venir de visita un fin de semana aquí o allá–
–¿Así que tu padre tenía una familia secreta? – susurra Vanessa con fuerza.
Asher exhala un bufido molesto y se levanta de la silla. –Exactamente. Una que Weston sabia que existía, y nunca le dijo nada a nadie. ¿Qué tan malo crees que sea esto, Vanessa? –
–En una escala del uno al diez– parpadea rápidamente. –Uhhh…–
–No hay una respuesta incorrecta, menos que la respuesta este entre el uno y el ocho– responde Asher.
–Entonces un nueve o un diez– dice ella.
–Exactamente– dice Asher, agarrando sus muñecas tras su espalda mientras comienza a caminar de un lado a otro por la pared de ventanas del fondo. –Ese hijo de puta lo sabía y no dijo nada. Sobre una familia, nada menos. ¿Qué más crees que está guardando secretos? –
—Asher– comienzo, girando mi silla para lanzarle una mirada severa.
Asher me mira con ojos salvajes, como si hubiera estado así toda la noche. –¿Qué? ¿Me equivoco?
–Cállate– digo en voz baja. –No le demos más vueltas al asunto, ¿de acuerdo? –
Asher gruñe y se gira hacia las ventanas, apretando la mandíbula. –El asunto no está muerto. Está vivo y coleando–
Suspiro, volviendo a mirar a Vanessa. –Realmente esperaba que todo este asunto del medio hermano se olvidara, pero parece que no será así. Así que tenemos que elaborar una estrategia. No sabemos en qué medida podría convertirse en una carga–
–¿Qué podría hacerles? - pregunta Vanessa. –Es decir, no es nadie. Ustedes son poderosos. No tiene nada que ver con ustedes–
Alan se ríe sarcásticamente desde la cabecera de la mesa. –Oh, dulce niña. Sabes tan poco–
La mirada de Vanessa se oscurece al mirar a Alan. –Para poder vender una historia inventada a la prensa sensacionalista. No es gran cosa–
–Podría hacer mucho más que eso– digo en voz baja. –Desafortunadamente, es parte de nuestro trabajo imaginar los peores escenarios– Dios sabe que yo soy el más hábil en eso.
–Pero para darte una idea, Ivan podría usar su apellido como influencia en los medios. Podría acercarse a socios comerciales como una especie de enlace no autorizada. Podría hundirnos aún más, posiblemente más de lo que queremos siquiera contemplar durante la investigación de la comisión–
–Conectó los puntos para encontrarnos– dice Asher mientras mira la ciudad, que rápidamente se baña en el crepúsculo. –¿Qué le impide conectar puntos que ni siquiera existen? –
–De acuerdo– dice Vanessa, levantando las palmas de las manos. –Lo entiendo. Dime que tengo que hacer, y está hecho. Incluso si incluye organizar la muerte prematura de Ivan–
Esta vez, la risa estalla en mí. Reprimo la sonrisa y miro a Alan. –¿Puedes repasar la lista de tareas? –
Alan asiente, sacando su tableta. Mientras se organiza, Vanessa toma su gyro. Durante el resumen, me había olvidado por completo de la comida. Otra vez. Por millonésima vez en mi vida. Vanessa se lame los labios mientras desenvuelve lentamente el gyro. No puedo dejar de mirarla
–De acuerdo– comienza Alan, acomodándose en su asiento mientras mira su tableta. –Sera mejor empezar con una lista de tareas prioritarias–
Vanessa asiente, haciendo una pausa para abrir su propia tableta antes de acercarse el gyro parcialmente envuelto a los labios.
–Es cierto– continúa Alan, –todavía hay algunas cosas que deben resolverse. Por ejemplo, ¿hasta qué punto vamos a hacer público el conocimiento secreto de la familia? – se gira para mirarnos a Asher y a mí. –¿Queremos ser los primeros en anunciarlo o mantenerlo en secreto?
–En secreto– espeta Asher. –Nuestra madre ni siquiera lo sabe–
Vanessa jadea suavemente. Otra ola de decepción me invade. Cada célula de mi cuerpo quiere hacer cualquier cosa menos lidiar con esto ahora mismo: una infidelidad destrozando a una familia. Ahora tenemos que averiguar cómo manejar a este sospechoso medio hermano y encontrar una manera de sacar el tema con nuestra madre.
Si me quedaban algunas cucharas en el armario emocional, este giro de los acontecimientos las destrozo en el triturador de basura.
Me froto la frente. –Creo que el mejor camino a seguir es mantener bajo control a Ivan hasta que tengamos una mejor idea de sus posibles conexiones o hasta que el asunto de la comisión se calme–
La silla cruje cuando me reclino en ella. –Ivan podría ser una amenaza real basándonos en cualquier número de posibles vínculos. ¿Qué pasa si alguien que trabaja en nuestra contra ha plantado semillas con Ivan? Su entrada a nuestro mundo podría ser otra forma de que alguien más nos haga daño.
La boca de Vanessa se curva hacia abajo.
–¿Alguien haría seso? –
Alan suspira de nuevo. –No seas tan ingenua; no se ve bien- miro fijamente a Alan.
–¿Disculpa? –
Miro entre los dos. El estrés no ayuda a la situación, pero Alan no necesita actuar así en el primer roce de Vanessa con el drama de Wall Street. –No es ingenua, te lo prometo. Pero esta es su primera experiencia con algo de mierda de Wall Street de primera, así que dale un respiro–
Alan sonríe con suficiencia, volviendo a su tableta. –¿Continuamos? –
–Tareas prioritarias, por favor– junto los dedos, concentrándome en las yemas de los dedos mientras Alan comienza a leer una lista. Necesito concentrarme en las yemas de los dedos, porque cada estremecimiento o suspiro de Vanessa al otro lado de la mesa llama mi atención.
Pero no importa lo que hago. Mi mirada se desliza de nuevo hacia Vanessa, observándola mientras se lleva el gyro a la boca y le da un mordisco. Sus dientes se hunden en el al mismo tiempo que la salsa sale a chorros, aterrizando justo en la parte delantera de su vestido verde y blanco.
–Oh, nooo– gime, dejando el gyro sobre la mesa.
–¿Qué pasa ahora? – pregunta Alan, levantando la vista de su lista.
–Lo siento. No quiero interrumpir, solo…– suspira, secando la mancha con una servilleta. –¿Me pueden disculpar? Tengo que intentar que esto no se manche–
–¿Mándalo a la tintorería más tarde? – pregunta Alan, con un tono de obviedad inconfundible.
–No puedo– corrige Vanessa bruscamente. –Necesito este vestido para el lunes–
–Lo vas a volver a usar tan pronto? – pregunta Alan, con el asco tirando de sus labios. –No se ve bien. Estás en Manhattan, cariño, tienes que actuar como tal–
–No, es solo que…– suspira de nuevo. –Lo necesito para otra cosa. No puede tener esta mancha– Para mí, parece sumamente arrepentida.
–Vuelvo enseguida. Tengo que intentar arreglar esto–
–Espera– digo, poniéndome de pie. –Tengo algo arriba que podría ayudar– Las palabras salen volando de mi boca antes de que pueda pensarlo mejor.
–¿En serio’– la forma en que sus ojos se iluminan me calienta el pecho? Sacudo la cabeza hacia la puerta, instándola a que me siga.
–Es en el pent-house. Vamos a tomar un descanso para cenar, chicos– Me giro para mirar a Asher y Alan. –Necesitamos el descanso–
Alan refunfuña su acuerdo, y Asher asiente con tristeza. Vanessa se apresura a seguirme mientras salgo de la sala de conferencias; nuestros pasos caen suavemente sobre el pasillo alfombrado.
–Lo siento mucho, Dominic– dice –Siento que acabo de secuestrar todo esto–
–No es un problema– meto las manos en los bolsillos, mi mente corre más rápido cuanto más nos alejamos de la sala de conferencias. Mis pensamientos se estan convirtiendo en estática. Todo lo que puedo sentir es lo cerca que está detrás de mí. No hay nadie más aquí. –Creo que necesitábamos que secuestraran esa reunión, de verdad. Así que gracias–
Llegamos al ascensor al final del edificio, el privado que conduce a nuestro Pent-house. Paso mi tarjeta y presiono el botón, mirándola mientras esperamos.
–Deberías haber traído tu gyro para poder comer– dice.
–Comeré cuando regresemos. Primero tengo que ocuparme de esta emergencia–
Sonríe con suficiencia. –No es una emergencia, considerando por lo que estan pasando. Pero si mi profesor descubre que arruine mi proyecto…–
La información me invade. Un millón de preguntas cobran vida. –¿Esa es la clase nocturna que mencionaste? –
Sus hombros se desploman. –Si. Este vestido es mi proyecto– Extiende la parte inferior, mirándose, permitiéndome un elegante vistazo de su escote. Aprieto los puños en los bolsillos. –Moriré si lo mancho. Tengo veintitantos años, Dominic. ¿Por qué todavía ocupo un babero para comer? –
Me río cuando se abre la puerta del ascensor. Entramos y paso mi tarjeta de acceso antes de pulsar el botón con la P.
–No te sientas mal. Todos necesitamos un babero a veces, al menos cuando hay salsa tzatziki de por medio. O alguien que nos recuerda que debemos comer en primer lugar–
Me dedica una cálida sonrisa. –Tienes mucho en que pensar–
–Si, bueno, no te inscribiste para ser mi madre– cruzo los brazos sobre el pecho, con la cabeza nublada mientras subimos rápidamente al pent-house. Cada centímetro de mi cuerpo sabe cómo deben ser los siguientes pasos: tiempo a solas en el pent-house, risas y vino, una noche increíble en mi habitación, o probablemente en la habitación de invitados, según como había dejado la habitación esta mañana. Mi corazón late con fuerza con un deseo tan puro, tan intenso, que me siento mareado intentando mantenerlo a raya.
–No estoy siendo tu madre, solo soy una amiga– Tan pronto como sale la frase, frunce los labios. –Lo cual se supone que no debo ser, así que…–
Sus palabras se filtran en mí, recordándome todo el conflicto y la confusión desde que ella había empezado. He estado intentando con todas mis fuerzas protegerme, pero ¿a qué precio? Las puertas del ascensor se abren, revelando el vestíbulo lateral de nuestro pent-house. Bajamos del ascensor.
–Se que es confuso, Vanessa– me aclaro la garganta, sin estar seguro de lo que intento decir. Me pellizco el puente de la nariz, optando por dejar el hilo por completo. –Sígueme. Creo que tenemos algo de primera en la lavandería–