«¿Qué hago? Mi padre parece haber perdido la cordura» se cuestionó Karim en la mente al verlo de frente, arrugó el entrecejo de manera confusa, más con eso no lograba nada, sabía que si de él dependía ella no tendría más opción que acceder.
—Hija, ¿crees que si de verdad no estuviéramos en real peligro te estuviera forzando a semejante locura? —le inquirió dejando ver el estrés que parece estarselo carcomiendo por dentro.
Y así era, Andrew llevaba días sin dormir, no sabe lo que es un buen bocado de comida porque simplemente pese a tener algo de la poca que pueden abastecerse, no le pasa de su garganta. El solo hecho de imaginar donde pudiera parar si Karim no accede lo tiene muerto en vida. Se siente cobarde, temeroso de caer en prisión, y también ver su nombre rodar por el piso y ser tirado en el estiércol, porque eso amenazó Caroline con hacer de él si no se cumplía su voluntad.
—¿Cómo puedo hacer algo que no me nace? —le preguntó Karim con manos temblorosas—. ¿Qué será de mí después de eso? ¿Habré acabado con mi vida al meterme en un matrimonio con un hombre al que no conozco?
—Solo será un año —repitió Andrew recordando lo que le dijo Caroline—. Un año pasa rápido.
Se notaba que él desconocía el trasfondo de esa macabra petición, que más que un pedido fue una orden acompañada de la intimidación para hacerla efectiva a como diera lugar.
Andrew llegó a creerse que solo era el simple hecho de casarla, no consideró lo que pudiera venir detrás de esa petición.
—¿Estás seguro? —le interrogó Karim.
—Sí, hija, solo un año, un año que si te pones a realizar algunas cosas, como continuar con tu universidad se te irá en un santiamén —le aseguró él buscando todos los recursos valederos para convencerla.
Karim aun no lograba caer en la conveniencia de hacer efectivo el deseo de su padre, cualquier decisión que tome, según lo dijo él tendría consecuencias, y ante ello, aparentemente solo ella tenía en manos el destino de ambos.
—Iré a descansar un rato —anunció Karim—. Me duele la cabeza.
Después de esa ocasión, ella no volvió a ver a su padre, procuró evitarlo para que dejara de insistir en llevarla a tomar una decisión apresurada. Esa noche, cuando fue a la cocina por algo para comer, al pie de la caja donde estaba guardado el vestido de novia que trajo de la Universidad, encontró varios paquetes. Se sintió enferma, porque pese a no haberlo abierto, supo que era el resto de las cosas que Andrew le anunció le llegarían para completar el atuendo. Los ignoró y fue a preparar algo ligero. Una vez terminó se fue a su habitación a obligarse a comer. No volvió a salir de su habitación hasta el día siguiente que se fue temprano a la universidad.
Mientras viajaba en el transporte llegó a pensar que ¿Para qué estaba esforzándose por llegar a la primera hora si igual tal vez no pudiera continuar estudiando, por lo menos ese semestre?
Reconoció que en medio de su reticencia a acceder a la locura que le pidió su padre, había olvidado preguntarle detalles del desconocido, tal como por ejemplo su nombre, su dirección, y quien maldita cosa era y qué derecho tenía para pretender moldear la vida de ellos dos de esa manera.
Karim es una joven dulce, jamás se ha visto envuelta en escándalos, es obediente y hasta colaboradora en exceso, es empática, pero en ese momento deseaba explotar e incendiar el mundo del hombre que amenaza la estabilidad de su padre y de ella. Era evidente que la idea del matrimonio obligado la hizo olvidar las veces que su padre le dijo que Caroline de Goldschmidt estaba detrás de esa orden, que él nunca había visto a su hijo las veces que ella lo amenazó.
Andrew conoce a los Goldschmidt, sabe quienes son Gael y Moisese, a Abraham Goldschmidt lo conoció en vida, y reconoce que fue un hombre recto, justo, la contracara de Caroline, su esposa. Aunque reconoce su responsabilidad al comentar semejante error de pensar que por desviar unos pocos fondos nadie, ni siquiera Caroline se daría cuenta subestimó a su entorno, la subestimó, pasó por alto los atropellos que ella le hizo a otras personas, imaginó que porque ella supuestamente le había dado una confianza que dio la apariencia de ser casi ciega, ella jamás revisaria las finanzas de las empresas de la familia, piensa que la forma en al que ella pretende solucionar ese lamentable error no es la más justa. Pero qué puede ser justo cuando los fondos que él hizo desvió de la empresa sumaban unos seis ceros a la izquierda.
—Hola —uno de los compañeros del grupo saludó Karim apenas la vio ingresar a la facultad.
Va sin ánimos, y también sin alma en el cuerpo, su aspecto de ese día dejaba mucho que lamentar. Era de esperarlo si no logró pegar el ojo en toda la noche.
—¿Se te murió algún familiar? —le preguntó el joven.
Negó en un movimiento de cabeza y sin determinarlo siguió caminando.
—Te ves desmejorada —le dijo él sin importarle si era imprudente o no. En el tiempo que tiene conociendo a Karim, jamás la había visto desarreglada, por eso le expresó su parecer—. Ayer te estuvimos buscando para acordar los días que nos veremos para comenzar a trabajar en el proyecto —le informó él hablando sin parar.
—No sé si pueda reunirme con ustedes en los próximos días —le anunció.
—¿Cómo puedes decir eso? La semana que viene deberíamos presentar el primer informe de los avances, allí dejaremos sentado la metodología y el cronograma de trabajo, a juro nos toca reunirnos hoy en la tarde o el fin de semana —le manifestó el joven.
Esperanzada de tener algo en qué ocupar la mente, por lo menos esa tarde, ella se detuvo de golpe y volteó a mirar a Josue.
—Está bien, vamos a reunirnos hoy en la tarde, si es aquí mismo para mí estaría bien —dijo ella y se encaminó a su salón de clases.
Esa mañana, procuró apartarse mentalemente del único problema que la lleva deprimida, almorzó en el cafetín y justo cuando finalizó la comida Josue y el resto del equipo la abordaron.
—Vamos al salón de profesores, tenemos pase libre para trabajar allí —anunció uno de los compañeros.
Para su sorpresa mientras dejaron fluir las ideas, se animó, eso le sirvió de terapia para olvidarse de todo y soñar con el proceso y el dia en el que orgullosamente estuvieran presentando el proyecto, pero como su destino estaba marcado y se empeñaba en recordarle a donde dirigiría sus pasos desde el siguiente día, su móvil vibró en una notificación de mensaje. Curiosa lo sacó de su bolso y abrió la aplicación para leer el mensaje de texto.
Número Desconocido:
5.50 p.m.
Tiene cita con el estilista y maquillista a las seis en punto de la mañana, será atendida por Samantha Walker, por favor estar atenta a su visita. Requiero de tu puntualidad, pues los minutos están debidamente cronometrados.
Así sin más le dejaron saber una orden más luego de la más aberrante, la que cambió su destino desde el día que su padre le dijo de esa locura. Frustrada hizo un gesto berrinchudo. Sus compañeros lo notaron.
—¿Qué te sucedió? —le preguntó—. ¿No me digas que tienes que ir a cuidar a un hermanito molesto? Así me pongo cada vez que mis padre me anuncian que la niñera no puede ir a cuidarlo. Es un verdadero calvario.
—No, no es eso —le dijo Karim en voz baja con la mirada sobre el móvil—- Agradece que es solo eso, valora el hecho de que ellos solo te pidan cuidar a tu hermanito, de ser mi caso estaria feliz, no tendrias qe estar vendiendo tu vida al diablo.
—No te entiendo —le dijo la chica mirándola extraño.
—Pero yo si me entiendo y con eso es suficiente —contestó con tristeza—. No te esfuerces en entender lo que de seguro no vivirías ni de cerca. La vida sabe a quienes joder.
El mensaje que recién leyó, fue la confirmación de que su destino estaba marcado, a menos que cometiera una locura cómo acabar con su vida o huir para exponer a su padre y su nombre al escarnio público, no tenía nada más que hacer.
«Solo será un año» le recordó el subconsciente bajo el tono de la voz de su padre grabado en su memoria recordándole que su sacrificio solo durará un corto tiempo.
—Continuemos —les pidió Karim fingiendo enfocar su atención en el grupo de hojas que tenía al frente cuando en realidad su mente martillaba una y otra vez las últimas palabras del mensaje recién leído.
«…los minutos están debidamente cronometrados», repitió en su mente.
—Y el fin de mi vida también —adujo en un susurro tan pero tan bajo que solo ella fue consciente de él comentario.
Pese a la contrariedad que había en su vida y lo bloqueada que se siente, Karim logró exponerle a sus compañeros las ideas que tenía, la misma fue acogida con positivismo y eso la animó.
Con una sensación diferente llegada la noche abordó el transporte. Una llamada de su padre fue la que la volvió a su presente, ese presente tortuoso que amenazaba una y otra vez sus emociones.
—¿Ahora qué quieres padre? —le preguntó apenas contestó el tercer llamado.
—Solo quiero saber dónde estás? Es muy tarde —le dijo él en voz baja.
—Nunca antes te habías preocupado por esto —le recordó—. ¿Será que tienes miedo de que huya de ese terrorífico destino?
—No es eso, hija. Estoy realmente preocupado —le dijo nervioso—. Se acercan las horas y no sé qué locura pudiera cometer esa familia para obligarnos a cumplir.
—¿Obligarnos a cumplir? —cuestionó en un susurro—. Deja de ser hipócrita, tú no serás quien se someterá a lo indeseable. No sabemos qué me espera en esa vida.
—Solo es un año Karim, hija, solo un año nos salvará de toda una vida tortuosa.
Al esucharlo repetir esa frase Karim torció los ojos.