El recorrido le resultó eterno, una hora tardaron en llegar a ese lugar que entre otros, le había resultado hermoso, la Catedral de Cristo, un lugar que desde siempre ha visto en sus recorridos diarios. Ver que lo que piensa es el final de su vida precisamente en ese lugar la hace sentir mal, como si estuviera sumergida en una escena de terror donde el sufrimiento previo es mejor que el desenlace final. Se ve muerta en vida. —Espera aquí adentro —le pidió Andrew cuando el auto de alquiler se detuvo a pie de las escaleras de la entrada. —¿Para dónde vas? debemos entrar, así terminaremos de una vez con este sufrimiento. —Debo anunciar tu llegada a la señora Caroline —le advirtió su padre. Pese a que estaba salvándose con lo que a los ojos del mundo no era más que una forma de vender

