—Sería bueno que te levantaras de allí y vayas a darte una ducha —le sorprendió el tono la voz de Gael después del largo silencio que había a su alrededor. En él había cierto dejo de desprecio. Y así era, Gael sentía asco por lo que acababa de hacer, y mucho desprecio a su persona, como si Karim tuviera la culpa de las decisiones de su madre y los medios que toma para hacer cumplir su voluntad. Karim no había querido moverse, quedó inmovil. El ardor de su entrepierna y el dolor de sus caderas no le permitió buscar siquiera salir huyendo de esa habitación, aunque eso no tenía tanto peso como el dolor del alma, la sensación de pérdida y abandono que se apoderó de ella cuando Gael la tomó así sin más a sabiendas de que ella no quería ni estaba físicamente preparada para recibir su agresión.

