—Señorita —escuchó Karim la voz del ama de llaves detrás de ella—, perdón, señora Karim —corrigió la mujer—. Discúlpeme, le dije que en la casa habían teléfonos locales pero la… la… la señora los mandó a retirar —agregó titubeando.
Por un breve instante Karim no le dijo palabra alguna, dejó pasar la sensación tan extraña que recorrió su cuerpo en rechazo a esa mujer tan mala.
—Pierda cuidado —le dijo Karim pasados unos minutos—. No hay problema —agregó sin molestarse en mirarla, aún permanecía con la mirada hacia la nada entre los árboles que tenía al frente sentada ahí en el jardín.
El desayuno estaba intacto sobre la mesa. Si minutos atrás no tenía ganas de comer nada, con lo que acababa de decirle el ama de llaves, cualquier atisbo de apetito que pudiera haberse asomado en su org
