Cuándo menos lo pensé habían pasado varios años, ya no era una chica de ocho años, sino que ahora era una adolescente en pleno auge, podría decirse que me abrí paso a muchos castigos durante todo ese tiempo.
Y, si.
Mi padre cumplió su palabra de enviarme a un internado de chicas, en dónde no me fue mucho mejor al principio pero igual que siempre pude superarlo.
«Bueno, casi»
— ¡Hey! ¡cuatro ojos! Atrápala...
— Apenas giré la vista, lo primero que visualicé fue una pelota que venía directo a mí rostro, no pude esquivarla así que ésta impacto mi mejilla haciendo que cayera de bruces.
— ¡Oh por Dios! Le dí.
Miren como cayó.
— Se escucharon varias risas en la distancia.
— ¿De dónde sacaste esos calzones, te los tejió tu abuelita?
— Celine, junto a las demás chicas se acercaron para rodearme.
— Hola Celine.
Debo decirte que prefiero llevar puesto estos calzones femeninos, que comprar calzones deportivos en las tiendas de hombres.
— Respondí a su pregunta con sarcasmo.
Celine, era la capitana del equipo de rugby, su comportamiento era muy abusivo, tosco y rústico al igual que sus facciones varoniles.
— ¿A que te refieres con eso?
— Indagó confundida.
— A que tienes que comprar ropa allí, para ocultar tus piernas peludas de hombres.
— Sus mejillas se ruborizaron por unos cuantos segundos.
— Estás.... Muerta Harper.
— Siseó entre dientes dispuesta a irse sobre mí, pero tomé un puñado de tierra y lo lancé en sus ojos, lo que me dió tiempo para salir huyendo de ellas.
Justo cuándo pensé la había librado una de sus amigas logró alcanzarme.
— ¡La tengo!
Me tomo del cabello colocándome frente a Celine y por más que traté de soltarme no pude.
— ¡No! ¡Suéltame!
— Esto te enseñará a cerrar la boca.
— Levantó su mano para golpearme, entonces decidí cerrar mis ojos esperando el golpe en mi rostro pero este nunca llegó.
Una figura enorme detuvo el brazo de la chica, acaparando la mirada de todas las demás.
— No te atrevas a tocarla de nuevo o de lo contrario olvidaré que eres una chica.
— Marcus se ha plantado frente a Celine cómo un perro guardian para defenderme.
Su voz indica peligro, no está jugando para nada y las chicas lo saben, retroceden poco a poco hasta que se alejan de nosotros, Celine trata de zafarse pero Marcus se lo impide durante unos segundos.
Cuándo por fin logra retirar su brazo suelta un leve quejido, me mira asustada y decide marcharse.
Durante unos segundos me limito a admirarlo, tenía meses sin verlo, me sentía contenta de que estuviera aquí, pero también estába furiosa, si el no hubiese interferido esas chicas me habrían hecho polvo.
— Un "Gracias Marcus, me salvaste de ésta" estaría bien.
— Dice sonriendo y sus ojos se achican un poco haciéndolo ver completamente irresistible.
— No necesito que me cuides...
Para que lo sepas yo tenía todo bajo control.
— Me di la vuelta para disimular y comencé a caminar en dirección contraria, pero al cabo de un instante ya lo tenía detrás de mí.
— Me doy cuenta que tenías todo bajo control.
— Sus manos me rodean en un tierno abrazo, disparando un centenar de emociones en mi interior.
Se que piensa que estoy furiosa pero la verdad es que no del todo.
— Entiendo porqué te enojas Dara, pero no podía quedarme de brazos cruzados y dejar que esas chicas te lastimaran.
— Dice con suavidad, su voz tranquilizadora tan parecida a una caricia me calma.
— No todo el tiempo estarás conmigo Marcus, debo aprender a defenderme por mi misma.
— Me solté de sus brazos y lo miré de reojo.
Marcus se estaba convirtiendo en un chico muy hermoso, recuerdo la primera vez que atravesé las puertas de su habitación y me encontré con su pecho de frente.
«aquella piel blanca de terciopelo y esos..., músculosos abdominales.»
— No me molestaría estarlo.
— Sonríe descaradamente y sé que es una insinuacion.
Ambos sabemos que lo que está pasando entre nosotros, es imposible, pues mí padre jamás lo permitiría.
Nuestra atracción es cómo un fruto prohibido por el cuál tarde o temprano tendríamos que pagar un precio muy alto pero no podía evitarlo, el deseo y la curiosidad se mezclaban de manera feroz cada vez que lo tenía frente a mí.
— ¿Entonces? me dirás por qué has venido.
— Le pregunté sin perder vista de su rostro para estudiar su reacción, sorprendentemente los nervios se apoderaron de él y comenzó a balbucear.
— Bueno...
— Disculpe, señorita Harper.
— La voz de Axel, el padre de Marcus nos interrumpió.
— El avión privado de su padre ya está esperando por usted.
— Inclina la cabeza hacía mí en modo de saludo, pero en cuánto la levanta una alegría tan grande cómo la mía ilumina su rostro.
Es una versión madura de Marcus, con el cabello gris y unas cuántas arrugas demás pero sus ojos son tan perspicaces cómo siempre.
Siento ganas de abrazarle cómo cuándo era más chica y me dejaba dulces a escondidas de mis padres.
¡Que carajos! Adoro a éste hombre y le he echado muchísimo de menos.
Me lanzo hacía él para abrazarlo finalmente, aspiro el aroma a loción y a tabaco de su uniforme antes de separarme. Su aura paternal me envuelve, se siente tan reconfortante, algo que nunca ha sucedido con mi padre.
— ¡Te extrañé mucho Axel!.
— Es un placer verla de nuevo, señorita.
¿Verdad, hijo?
— Le da una mirada a Marcus con cierta complicidad y éste se sonroja.
— Si.
Si que lo es papá.
— Mi vista se va de regreso en dirección a Marcus, ambos tenemos la guardia baja, deseo tocarle pero más que eso deseo que el me toque.
— Le diré al piloto que se retrasará unos minutos.
— Dice Axel, tajante y eficiente, rompiendo nuestro hechizo.
— Por favor no tarden mucho.
— Nos advierte mientras se da vuelta para marcharse.
— Perdón por mi padre, él no...
— Te ves tan tierno cuándo te disculpas.
— Lo interrumpí y se quedó en silencio mientras me acompañaba a mi dormitorio para buscar mis cosas.
Aúnque desde aquí veo palpitar su camisa al ritmo de su corazón que va tan rápido como el mío.
«Me encanta»
— Oye, me enteré lo de tu hermana Hannah.
— Dije dando un nuevo giro a nuestra conversación.
A tan corta edad ella había huido de su casa aparentemente con un chico, dejando heridas emocionales a su familia.
— Si, lo último que supe es que está embarazada.
— Inspiró hondo.
— ¡Oh! Vaya.
— La verdad es que no me sorprende, incluso sospecho que la verdadera razón de que huyera esconde un secreto turbio.
— Pero aún así, papá y yo estamos haciendo todo lo posible para encontrarla.
— Asentí mientras abría la puerta de mí habitación.
El se detuvo en el umbral hasta que le hice seña para que entrara, pero aún así solo dió un par de pasos hasta llegar a una cómoda dónde se apoyó.
Me intrigaba su presencia, si mi padre había enviado a Axel por mí, sólo significaba una cosa ; Está tramando algo, no creo que lo hiciera porque extrañe mi presencia.
Guardé mis cosas en la valija lo más rápido que pude, de pronto, escuché un quejido de Marcus.
— ¡Auch!
Le miro de inmediato, entonces, veo cómo sacude su mano.
— Algo mordió mi dedo.
— Me acerqué de inmediato hasta él.
— Wow... ¿¿Que es eso?? ¡Apártate! Ten cuidado.
— Exclamó asombrado señalando la cómoda.
— Tranquilo...
No es venenosa, no puede lastimarte.
Ella es mi mascota.
— Tomé a la serpiente que se encontraba a un lado, luego la acaricié.
«Realmente era tan cautivadora»
Me gustaba lo suave y sigilosa que es, para mí era el animal perfecto, una compañera ideal para alguien cómo yo, con suavidad la regresé a su terrario y finalmente tomé la mano de Marcus para acariciarla.
— Dara...
— Susurró. —
— Shhhh.
— Llevo su dedo hasta mi boca y succioné ligeramente la punta, durante unos segundos.
Luego escuché cómo jadeó mi nombre de nuevo con necesidad y fue magnífico.
Siempre he pensado que mi nombre es aburrido pero es sus labios es un festín de sensualidad, una caricia que me envuelve provocando mis sentidos, se inclina hacía mí para acariciar mis labios con su otra mano.
Oh, si... «Estoy perdida»
Por un momento me dejo llevar por la fantasía y por mis hormonas, de que ésto pueda ser real, cierro los ojos cuándo su boca acaricia la mía.
Es un beso suave, delicado pero necesito más.
El es adictivo y peligroso, se que ésto puede traer consecuencias pero no me importa, así que me armó de valor para tomar lo que deseo o mejor dicho: "para devorarle".
Acerqué mis manos para entrelazar mis dedos por su cabello, y luego las deslizo por su nuca, quiero saborearlo no me importa que esté mal o que sea vergonzoso para mí, ahora mismo deseo probarlo todo.
— Marcus...!
—Un gemido escapa de mí boca, siento los pechos endurecidos, los pezones erectos y la presión en el medio de mis piernas amenaza con hacerme estallar.
Admito que he fantaseado con éste momento y aúnque siempre luché por suprimirlo, hoy deseo rendirme.
Sus manos se cuelan por debajo de mi camisa con lentitud, cómo si estuviera esperando que lo apartase pero lo dejo continuar, también noté su erección contra mí lo que hizo que se me escapara un placentero suspiro.
— "Detesto no ser suficiente para ti"
— Alcance a oír.
— No puedo soportar el hecho de que conocerás a tu futuro esposo...
— ¿Que has dicho?
— Pregunté furiosa, pero no recibí una respuesta, me siento estafada lo que era perfecto hace unos minutos se fue hacía el carajo.
— ¿Así que eso es lo que está planeando mi padre verdad.? Quiere ofrecerme a los hombres para cerrar un negocio, cómo si fuera un objeto.
— Veo la disculpa en sus ojos, incluso antes que la verbalice.
— Mi padre me lo dijo de camino, mañana habrá una gala en tu nombre dónde posiblemente se hagan alianzas y tal vez tú futuro matrimonio sea una de ellas.
— Dice con suavidad.
— ¡Pues eso no va a pasar!
¡Malditasea!
— La ira y la frustración me hacen levantar la voz.
— ¿Entonces por eso viniste?
¿Para despedirte de mí?
— Se pone tenso pero no se mueve de su lugar.
— Vine porque te echo de menos Dara.
— Se me encoge el corazón por su sinceridad, una nueva punzada de ira me atraviesa pero no es contra él sino que va dirigida contra aquello que nos separa.
— Yo también te eché de menos, cariño.
— Dije sin apartar la mirada, mientras regresaba de nuevo a sus brazos.
Marcus era mí mejor amigo y quizás el amor de mí vida, pero no dejo de pensar que éste amor tiene fecha de caducidad.