| OWEN |
La chica es cerficable. ¿Cómo podría un hombre siquiera mirar a su amiga cuando podría tenernerla a ella?. Cabello castaño oscuro sedoso, curvas definidas, labios que gritan por ser besados. Ella es todas mis fantasías de adolescentes hechas realidad...y de alguna manera ella pensó que yo quería a su amiga. Que locura. La amiga, la cual no recuerdo su nombre, asintió con la cabeza dándome luz verde y yo tomé
ventaja, tirando de Alexandra más cerca de mi mientras la conducía a la pista de baile.
No tengo el hábito de bailar y ciertamente no después de pasar doce largas horas en la oficina, que eran precedidas por varias semanas de lo mismo. Mi carga de trabajo eran una locura en este momento. Tenía que ser porque no confío en nadie más los detalles específicos de la compra. Yo podría dejar que ellos hicieran el trabajo, incluso sabiendo que la compañía no podría sobrevivir si microgestionaba cada detalle.
Solo espere hasta que se fueron a casa para verificar dos veces cada contrato y calculo. No había pasado la última década construyendo mi empresa de desarrollo de tecnología solo para ser descuidada con los detalles en la recta final. Y esta fue definitivamente la recta final. La playa, el surf y una casa tranquila donde pudiera volver a inventar en lugar de administrar es un sueño. Casi estoy allí. Lo que significa que puedo detenerme y oler las flores ¿verdad? O al menos una mujer que oliera como tal.
Alexandra encajaba perfectamente en mis brazos, la parte superior de su cabellera llegaba justo debajo de mis hombros, su rostro presionado contra mi pecho. Tendría que agacharme un poco para tomar esos labios, pero tengo la sensación de que valdrá la pena. Además, huele jodidamente increíble. Como una isla tropical, floral con solo un toque de mar. Mi fantasía hecha realidad. Ella piso mi pie deliberadamente. Sonreí aflojando mi agarre mientras la miraba.
— ¿Algún problema? — Sus ojos brillaron con molestia, y yo tuve que darme una bofetada mental para no besarla en ese momento y lugar. Esos ojos son algo especial, Azules, con toques de gris. Nunca había visto un par de ojos tan únicos. Y estaban parcialmente cubiertos por los párpados entrecerrados. Alexandra me mira fijamente.
—¿Por qué estas haciendo esto?— Ella chasquea. Sonrió.
—¿Por qué tengo a la mujer más hermosa en mis brazos? — ella pisoteo mi pie de nuevo.
—Yo no soy hermosa— resoplo. —¡Lo digo enserio!—
—Yo también— susurré para que mis labios rozaran la parte superior de su oreja. Sus mejillas se sonrojaron, sus labios se separaron, y su cuerpo vacilo, apoyándoselas contra el mío antes de alejarse. Ella estaba luchando contra mí, pero no porque no lo quisiera. Había algo más debajo, un borde de pánico que me recordó a un caballo asustado
—Shh— digo. —Vamos a bailar—
—Pero...— Pongo firmes mis pies, la tomo por los hombros y la alejo un pie entero de mi. Suficiente para despejar mi mente, suficiente para darle algo de distancia si realmente quería escapar. Agachándome un poco para encontrarme con esos hermosos ojos color de cielo, cuando los de ella no se levantaban para encontrar los míos.
—Solo un baile, niña de las flores, pero solo si lo deseas— le digo. Se que aveces puedo ser insistente, se que aveces puedo ser un puto dolor de cabeza en el ámbito de los negocios, pero no soy uno de esos tipos que presionan a una mujer para que este con el solo porque la quiere. ¿Y qué si ella es hermosa y su cuerpo esta fuera de serie? Tener a una mujer asustada de mi no me excitaba. Si, ese no es realmente mi estilo.
Un montón de chicos en el universo usaban su poder para tener sexo, pero eso siempre me había disgustado. ¿De qué servía que una mujer estuviera conmigo si no me deseaba tanto como yo la deseaba a ella? ¿O porqué me quería por ser dueño de una corporación multimillonaria o mi flota de aviones privados? O, peor aún, ¿ porqué tenía miedo de las repercusiones de no estar conmigo? Y así me aseguré de que Alexandra supiera que se podía ir si quería. Pero también quería asegurarme de que ella supiera que era ella a la que yo encontraba irresistible, no a su amiga.
—Puedes volver allí a tomar tu bebidas y leer tu libro, divirtiéndote con tu amiga, que puede ser una modelo hermosa, pero tampoco es nada comparada contigo— ella pone los ojos en blanco. —Hablo enserio. Tu cuerpo es el con el que sueña un hombre: con curvas y exuberante, no lineas huesudas ni ángulos duros. A un hombre le gusta acurrucarse con algo suave, no con una percha— Alexandra me fulmina con la mirada y luego señala a su amiga y al grupo de hombres que la rodeaban.
— A ellos les gusta. Y Victoria no es huesuda, tiene unas enormes...— Su boca se curva.
—Soy más un hombre de trasero grande—
—Eso me sobra— dice con una sonrisa triste.
—¿Bailamos?— Extiendo mi mano. —Debería de haber preguntado antes de volverme un hombre de las cavernas contigo—
—No eres una comadreja—Ella sonríe genuinamente por primera vez. —Definitivamente no soy una comadreja— Alzo mi ceja, extiendo la mano, esperando.
—No estoy seguro de lo que eso significa, pero ¿le darías un chance a un chico aqui?— Ella suspira.
—Supongo que puedo— luego comenzó a girarse hacia un hombre sentado solo en una mesa alta.
—¿Quieres...?— La agarro del brazo y la atraigo hacia mí.
—Eres imposible— le digo
—Es mejor que lo sepas ahora, en lugar de más tarde— dice, sus labios se curvan en una media sonrisa.
—Me pediste que le diera un chance a un chico—
—Yo soy el chico que necesita el chance— digo con una mirada burlona. La diversión barrio atravesando mi cuerpo, especialmente cuando ella me miro con picardía en su mirada.
—Anotado— ella murmura, permitiéndome conducirla a la pista de baile.
—Es un trabajo duro tolerar a alguien que se parece a mí, lo se— bromeo, queriendo ver lo que dirá.
—¿Alguien que se parece a Thor?— ella da un paso atrás y me observa divertida.
—Si. Yo no se como lo soportaré—
—Ven aquí, problemas— le digo, reclinándome en ella. Y entonces ella estuvo en mis brazos y fue todo lo que imaginé.
La música se desvaneció, el ruido del bar se convirtió en un leve zumbido, y solo estábamos nosotros dos en el universo. Mi mente se sintió tranquila por primera vez en mucho tiempo. Callado hasta que ella mostró descaro. Yo odio el descaro. O normalmente lo hacia. Pero viniendo de entre los labios de Alexandra tuvo un efecto diferente en mí. Me gusta, que ella me de mierda. No tengo idea de por que. Bueno, Ninguna excepto que el fuego es infinitamente más atractivo que los paños de cocina empapados.
—Sigo medio esperando que hagas una broma sobre el martillo de Thor— Una de las cejas de Alexandra se levanta, una sonrisa curvo los bordes de esos exuberantes labios.
—Escuche que es poderoso—
—Escuche que se rompe en la última película— bromea, y cuando esa hermosa boca se abrió tuve que reírme.
— Yo no dije que el mío estaba roto—
—No estoy interesada en el tuyo— se queja. —Estoy interesada en el de Hemsworth— La música cambio, una canción más rápida que nos dificultaba hablar y bailar. La tome de la mano antes de que pudiera escabullirse.
—¿Otro trago?— ella sacude la cabeza.
—¿Comida entonces? Este lugar tiene buenos aperitivos. Los pasteles de cangrejo son frescos y la salsa de alcachofa esta perfectamente condimentada— ‹Demonios Hastings› niego mentalmente con la cabeza, sabiendo que sonaba como una crítica idiota en internet. ¿Cuándo fue la última vez que tropecé con mis palabras con una mujer? Demonios ¿cuándo fue la última vez que hablé con una mujer? ¿Quién no sea una compañera de trabajo? ¿O mi hermana? O ambos, ya que en realidad trabajo con mi hermana.
Calculo mentalmente las horas que había pasado en la oficina, los meses y sentí que el horror me recorría. ¿Qué tan privada se había vuelto mi vida si no podía recordar la última vez que había tenido sexo? Los dientes blancos de Alexandra mordieron su labio inferior y mi polla se puso dura como una roca. Ahí mismo estaba la señal, ha sido demasiado largo. Estoy teniendo erecciones descontroladas al azar como un adolescente. Si, ha sido cada vez más difícil para mi encontrar el tiempo y la energía para el sexo en los últimos años. Especialmente cuando cada mujer estaba interesada en mi era la misma: Plástica, Botox. Extensiones. Maquillaje al nivel de las Kardashian. Aveces un hombre solo quería una mujer de verdad. Y Alexandra en mis brazos era eso en todos los sentidos. De hecho su cuerpo se movió bajo mis manos, cediendo de una manera que me hizo desear desnudarla y acariciarla de pies a cabeza.
No usaba perfume que enmascarara su olor o ropa diseñada para tentarme. Ella es ella misma. Lo cual es mil veces más atractivo que una mujer que se esforzaba demasiado.
—¿No tienes mucha hambre?— pregunto cuando ella abrió su boca. Podía ver la negativa en sus labios.
— Podemos...—
—No— dice ella, dando un paso atrás. —No cena— Mi corazón se apretó con algo muy parecido a la decepción. Maldición, realmente me estaba empezando a gustar esta mujer. Suelto mi mano de la de ella.
—Bueno, entonces…—
—Quiero postre— ella cerro la distancia entre nosotros, sus grandes senos presionados contra mi pecho. Su boca estaba a una pulgada de mi piel, su aliento cálido y húmedo en mi garganta.
—En mi casa— agrego, sacando la lengua para rozar mi piel.
—Oh— digo, agarrando su cintura para mantenerla cerca. No fue un "Oh" de pregunta. Mas bien un "Oh" de demonios si. Claro que te doy postre y hasta doble porción.