El vínculo se arremolinó un poco más. Estaba ardiendo y lamiendo mi piel. Retumbé y me enterré en ella; en el lugar en el que podría morir feliz. Dios, sabía tan condenadamente bien. Como un dulce néctar que ya me embriagaba cada vez más de lujuria.
Otro estruendo vibró a través de mí y sobre su piel mientras ella gemía un poco. Sus dedos encontraron mi cabello mientras mi lengua encontraba la entrada que estaba buscando. La entrada donde felizmente podía comer la humedad que brotaba de ella.
Ella movió sus caderas hacia mí, apretándose contra mí y agitando aún más mi siempre presente excitación. Definitivamente no íbamos a comer después de esto. Teníamos otras cosas que estaríamos haciendo, probablemente en esta cocina.
—Ethan—, suspiró con una voz ronca que estaba segura que sería mi
